La visita del papa León XIV a Türkiye impulsa la diplomacia de diálogo que Ankara ha consolidado
La llegada del papa León XIV a Türkiye no sólo recuerda el papel central de Anatolia en la historia del cristianismo, sino que también reafirma el papel diplomático que Ankara impulsa como escenario de diálogo y mediación.
El primer viaje apostólico del papa León XIV a Türkiye acarrea siglos de historia y simbolismo. El líder de la Iglesia católica regresa a la cuna del cristianismo: hace 1.700 años se realizó el Concilio de Nicea, el primer concilio ecuménico de la historia, en la que hoy es la ciudad turca de Iznik, en la región de Anatolia. En el año 325 d.C., el emperador romano Constantino reunió a obispos de todo el mundo para impulsar decisiones centrales sobre el desarrollo de la religión y sentó así las bases del cristianismo que se siguen profesando.
Hoy, esa historia de memoria, identidad y patrimonio vuelve a cobrar vida con el viaje del papa a Ankara, Estambul, Iznik y otros lugares simbólicos, como la Mezquita de Sultanahmet (Mezquita azul), la Iglesia Patriarcal de San Jorge, el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y la Catedral Apostólica Armenia.
Además, la visita también representa una oportunidad diplomática a diferentes niveles. Por un lado, para el Vaticano los viajes a países de mayoría musulmana abren la posibilidad de fortalecer los puentes con otras religiones. Y, por otro, para Türkiye, reafirma su fuerza como escenario vital donde confluyen múltiples diálogos: al combinar encuentros religiosos con reuniones de alto nivel –incluido un evento con el presidente Recep Tayyip Erdogan– la agenda de León XIV muestra la amplitud de interlocución que siempre ha impulsado este país.
El peso simbólico de Türkiye
La llegada del pontífice vuelve a mostrarle al mundo la vocación de Türkiye por el diálogo político, el encuentro confesional y la mediación, pilares de una diplomacia perseverante. Esta dimensión diplomática se ha articulado a lo largo de dos décadas: bajo la conducción del presidente Erdogan, el país ha logrado consolidarse como un actor autónomo, con el objetivo de fomentar el diálogo simultáneo con potencias en tensión.
“Aspiramos a un orden mundial que priorice el desarrollo económico, el comercio y el bienestar de las sociedades”, destacó Erdogan en el marco de la 25ª Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en septiembre de 2025. En ese sentido, Ankara ha impulsado con énfasis la idea de ofrecer espacios alternativos cuando otros se cierran, y ese objetivo encuentra en Iznik un capital simbólico que trasciende lo religioso.
En los últimos años, Türkiye ha consolidado un papel central en la diplomacia al ampliar su presencia y colaboración en escenarios complejos: mantuvo canales abiertos con Rusia y Ucrania incluso en los momentos de mayor confrontación; reforzó contactos con Qatar y Egipto para facilitar intercambios humanitarios en Gaza; participó en conversaciones sobre el futuro del corredor de Zangezur, en el Cáucaso sur; y activó vínculos con actores africanos para contener el impacto regional de la crisis en el mar Rojo. Aunque el diálogo puede tomar tiempo, Ankara continúa construyendo una política de encuentro, con la vocación de mantener las puertas abiertas en un entorno marcado por la fragmentación.
Por eso, el viaje del papa León XIV puede interpretarse tanto desde la memoria cristiana por el aniversario del Concilio de Nicea, como desde el diálogo político que Türkiye promueve a nivel internacional, destacando su papel en fomentar la convivencia.
La Iglesia en Türkiye: de Nicea al presente
En un país de mayoría musulmana, Türkiye conserva lugares esenciales para la historia del cristianismo: Iznik, Santa Sofía, Capadocia y Éfeso. Esta geografía cargada de significado alimenta un modo particular de proyectarse al exterior, combinando vínculos históricos, prácticas diplomáticas flexibles y gestos que apelan tanto al registro político como al espiritual.
El Concilio de Nicea también estableció un marco doctrinal común y dio origen al Credo niceno, un hito fundacional para el cristianismo. La conmemoración de sus 1.700 años vuelve a adquirir relevancia, con un aspecto tanto teológico y político: Nicea sentó las bases de la unidad cristiana, aunque siglos más tarde Roma y Constantinopla se separaron en el Cisma de 1054, marcado por tensiones doctrinales y disputas de autoridad.
Y el sitio ha cobrado aún más relevancia en los últimos años. Antes de su muerte, el papa Francisco había expresado su deseo profundo de volver a Iznik junto al Patriarca Bartolomé I para conmemorar el aniversario del Concilio de Nicea. El papa León XIV retomó ese anhelo, dándole forma concreta y llevando adelante un gesto que Francisco consideraba decisivo para afirmar la unidad cristiana y ofrecer un mensaje de paz en un tiempo marcado por incertidumbres.
Para quienes conocieron el magisterio y la espiritualidad del papa Francisco, este tipo de gestos no sorprende. Como suele recordar el arzobispo Jorge García Cuerva, para Francisco “los lugares hablan”. Iznik es uno de esos espacios donde la historia se vuelve mensaje: expresa un origen compartido, pero también un llamado a tender puentes incluso en medio de tensiones políticas y religiosas. Ese gesto dialoga con la vocación de Türkiye de ser un país de máxima convivencia entre personas de fe.
El anunciado encuentro ecuménico en las ruinas de la basílica de San Neófito en Iznik, la oración en la Catedral Apostólica Armenia, la liturgia en la iglesia patriarcal de San Jorge y la visita a la Mezquita de Sultanahmet en Estambul, conforman una secuencia de gestos que devuelven centralidad al diálogo cristiano y a la convivencia en Türkiye.
Türkiye, entre caminos de diálogo, impulsa su diplomacia
El viaje también invita reflexiones sobre el protagonismo que Türkiye continúa ejerciendo en el escenario regional, donde en los últimos años ha mostrado el patrón constante de mantener los canales abiertos con todas las partes relevantes de los conflictos más urgentes, para lograr una mediación efectiva.
Esta estrategia, que combina pragmatismo político y sensibilidad cultural, encuentra en Nicea un símbolo particularmente potente. Allí donde la historia recuerda un gesto de unidad, Türkiye ve la posibilidad de proyectar una imagen de equilibrio en un entorno marcado por la rivalidad de potencias y por tensiones religiosas que atraviesan fronteras. La visita de León XIV a Türkiye no resuelve por sí misma los desafíos actuales en el mundo, pero los ilumina desde una perspectiva que articula espiritualidad, diplomacia y memoria.
El sociólogo Dr. Pablo Semán, integrante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en Argentina, explica en diálogo con TRT Español que “la presencia del papa en Türkiye y Líbano puede funcionar como un contrapeso simbólico que complemente la narrativa predominante de Estados Unidos y Rusia en la región”. En su análisis, destaca que este gesto no busca equilibrar fuerzas en el sentido clásico, sino ofrecer un marco ético y cultural desde el cual dialogar.
En este cruce entre historia y presente, el viaje de León XIV muestra que ni la diplomacia de Türkiye ni la del Vaticano obtienen resultados inmediatos. Su fuerza está en la voluntad de sostener gestos, abrir puertas y mantener vivo el diálogo cuando todos parecen cerrarlas.
En Nicea, un territorio donde la unidad cristiana tuvo su origen, esas dos maneras de buscar la paz vuelven a encontrarse. Si esta visita consigue que la predisposición y la acción convivan, se integrará naturalmente en el estilo de interlocución que Türkiye ha buscado consolidar en la región, y su huella podrá perdurar más que cualquier resultado inmediato.