El "Carnicero de Al Fasher": cómo la agonía de Sudán se convirtió en un espectáculo
El "Carnicero de Al Fasher" encarna los crímenes de lesa humanidad en Sudán, mostrando cómo la guerra de las RSF contra el ejército se tornó en brutalidad miliciana mientras el mundo observa.
Cuerpos en las calles. Civiles suplicando piedad. Hombres armados disparando a inocentes sin la menor vacilación. Así se encuentra la ciudad sudanesa de Al Fasher ahora, después de que las fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido (RSF) capturaran la capital del Estado de Darfur del Norte.
“La ciudad se ha convertido en un cementerio abierto”, dice Sulaima Sharif, directora de la Unidad contra la Violencia hacia las Mujeres dell Gobierno de transición de Sudán.
Entre los muchos perpetradores de estas atrocidades, un nombre se ha vuelto sinónimo de brutalidad primitiva: Abu Lulu, también conocido como el “Carnicero de Al Fasher”.
Un video en TikTok, que luego fue eliminado, mostraba a Abu Lulu jactándose de haber masacrado a unas 2.000 personas, todas por su cuenta.
En otro video, el asesino en serie aparece hablando con un grupo de hombres antes de abatirlos uno a uno a quemarropa.
Hay un tercer clip en el que posa junto a sus víctimas. Segundos después, las mata a balazos. De manera similar, interactúa con naturalidad con un hombre aparentemente herido antes de que los disparos ahoguen su breve conversación.
“Se siente orgulloso de lo que está haciendo, y documenta sus actos como si estuviera realizando un gran trabajo”, explica el historiador sudanés Tarig Mohamed Nour a TRT Afrika.
Abu Lulu, cuyo nombre real sería Al-Fateh Abdullah Idris, se ha ganado rápidamente la infamia como uno de los comandantes más brutales de la milicia liderada por las RSF. Según los informes, se unió al grupo paramilitar en 2013 y ascendió rápidamente en sus filas, convirtiéndose en una de las piezas centrales del conflicto que hoy arrasa Sudán.
Tormento sin fin
La guerra civil entre las RSF y las Fuerzas Armadas Sudanesas estalló en Jartum en abril de 2023, intensificando la lucha por el control del país desatada tras la caída del expresidente Omar al-Bashir en 2019.
A principios de este mes, los combatientes de las RSF tomaron Al Fasher tras un asedio de 18 meses al último bastión del ejército sudanés en la región occidental de Darfur.
Lo que siguió fue una barbarie tan generalizada que los campos de masacre bañados en sangre eran visibles desde el espacio.
"Lo que ocurre en Al Fasher constituye crímenes de lesa humanidad. Ejecuciones, hogares destruidos y familias destrozadas. El mundo observa, pero nadie lo detiene", lamenta el Dr. Tunc Demirtas, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Mersin, en Türkiye.
"Lo que las RSF están haciendo en Al Fasher es limpieza étnica. Ha quedado claro que el derecho internacional existe solo de nombre. Milicias como las RSF se sienten respaldadas; saben que no habrá consecuencias".
Licencia para matar
Según la agencia Anadolu, Abu Lulu se convirtió en uno de los guardias de confianza de Abdul Raheem Dagalo, hermano del jefe de las RSF, Mohammed Hamdan Dagalo —conocido como Hemedti— tras estallar los combates en 2023.
Desde entonces, ha encabezado las atrocidades de la milicia en todo Sudán, aunque fue la captura de Al Fasher lo que exhibió su predilección por la crueldad sin remordimientos.
"Es una de dos: o ganar o morir", dice Abu Lulu en un video mientras los otros militantes a su alrededor ríen.
Nour sostiene que el "Carnicero de Al Fasher" apenas roza la superficie de lo que significa la brutalidad a escala inimaginable. "Abu Lulu dice haber matado a 2.000 personas con sus propias manos… ¿cuántos más habrán matado los que lo rodean?", se pregunta.
La sangrienta historia de Darfur
Las RSF surgieron en 2013 de los restos de la milicia Janjaweed, delegada por el expresidente al-Bashir para sofocar la rebelión en Darfur. Al menos 180.000 personas fueron asesinadas, según la ONU.
"Estamos presenciando de nuevo lo que ocurrió en Darfur en 2003", recuerda Nour.
Días después de la última masacre en Al Fasher, el comandante de las RSF, Hemedti, reconoció violaciones cometidas por sus fuerzas y prometió investigaciones. Abu Lulu fue “arrestado”, pero su detención duró apenas unos días.
"Lo llevaron por dos o tres días y luego el jefe de las tribus dijo: ‘Nuestros hijos lucharon por ustedes y ahora los encarcelan’. Así que Abdul Raheem Dagalo pidió la liberación de este carnicero con un mensaje claro: no grabes lo que hiciste", explica Nour.
Movimiento calculado
Muchos interpretan la breve detención de Abu Lulu como una estrategia de las RSF para exonerar a su estructura oficial de cualquier culpabilidad en la masacre.
"Ahora intentan decir que esos videos fueron hechos por una sola persona, o quieren presentar a este individuo como el único que comete estos crímenes", asegura Sharif.
Las RSF controlan actualmente los cinco estados de Darfur, con Al Fasher como la última ciudad estratégica en caer.
"Darfur significa la tierra de los Fur, Zaghawa, Tunjur y otras tribus africanas. Ahora, las milicias celebran que el ‘Dar’ de los Fur se convierta en el ‘Dar’ de otras comunidades, como las tribus árabes", explica Sharif.
Demirtas señala la alarmante ausencia de intervención internacional a pesar de la masiva pérdida de vidas. "La pregunta ya no es si el mundo puede actuar, sino si quiere hacerlo. Hay una grave falta de voluntad. Y sin voluntad política, ninguna institución puede proteger a los inocentes", advierte.
Aún no está claro si Abu Lulu y otros miembros de las RSF serán procesados por sus crímenes, aunque la Corte Penal Internacional reconoce que las atrocidades en Al Fasher constituyen crímenes de guerra y de lesa humanidad.
El 6 de noviembre, las RSF anunciaron un acuerdo de tregua humanitaria propuesto por un grupo mediador liderado por Estados Unidos. El ejército sudanés, sin embargo, insiste en aceptar un alto el fuego solo si las RSF se retiran de las zonas civiles y entregan las armas.
"Lo que vemos hoy en Al Fasher es otra Gaza", afirma Demirtas. "El orden mundial actual está roto. Es un desastre para la humanidad".
La ONU estima que 82.000 de los 260.000 habitantes de Al Fasher han huido de sus hogares para escapar de la muerte, la tortura o la persecución por parte de las RSF. Muchos permanecen atrapados. La peor catástrofe humanitaria del mundo no podría ser más devastadora.