“Los cubanos han mostrado gran solidaridad”: la travesía de una estudiante palestina en La Habana

Jenen Alzwarah, estudiante palestina, logró salir de Gaza gracias a una beca para estudiar Medicina en Cuba, donde ha comprobado de primera mano la profunda solidaridad histórica hacia su pueblo, pese a la distancia y al bloqueo que sufre el enclave.

By Hajar Elkahlaoui
Como tantos palestinos, los recuerdos de Jenen quedaron a menudo atravesados por la violencia de la ocupación y las ofensivas israelíes. / Otros

Jenen Hani Alzwarah, palestina y ahora estudiante de Medicina, creció junto a su familia en el pequeño pueblo de Juhor ad-Dik, en el centro de Gaza. Allí transcurrió su infancia entre libros, los almuerzos familiares de los viernes después de la oración y los partidos de fútbol. “Era una niña muy alegre”, comentó a TRT Español esta joven de 23 años.

Pero, como tantos palestinos, sus recuerdos infantiles quedaron a menudo atravesados por la violencia de la ocupación y las ofensivas israelíes. Vivió tres operaciones militares, y la de 2014 le dejó una huella imborrable.

“Fue la primera vez que comprendí realmente el costo de la ocupación israelí”, relató. “Vi a mi familia sufrir los desplazamientos. Perdí a mi tío, con quien tenía una relación muy cercana, y también a mi tía. Nunca olvidaré el miedo cuando los bombardeos se acercaban ni la lucha diaria por conseguir comida y agua”.

A los 18 años, ante las escasas oportunidades a las que se enfrentan muchos palestinos y tras obtener una beca para estudiar Medicina en Cuba, Jenen decidió dejar Gaza.

Cuba y la oportunidad Sur-Sur

En 2021, bajo el bloqueo israelí que desde hace 18 años controla todo lo que entra y sale de Gaza, Jenen no tenía claro si podría cruzar el paso de Rafah. En su trayecto hacia Egipto, tuvo que atravesar siete controles, donde los palestinos corren el riesgo de ser rechazados por las autoridades. Después tomó un avión rumbo a Francia. Cinco días más tarde aterrizó en La Habana: era la primera vez que salía de Gaza, en un entorno completamente nuevo y sin hablar español.

Pero sus buenos resultados académicos en Gaza le valieron ser una de las 25 seleccionadas para la beca ofrecida por Cuba, que cubría la matrícula y el alojamiento. Con La Habana como nuevo destino, Jenen inició un año de estudios premédicos, requisito para acceder al programa de Medicina, de seis años de duración.

Aún así, Cuba no le era del todo ajena. Conocía su legado antiimperialista y la solidaridad de la isla con Palestina. Su tío hablaba con afecto de Ernesto “El Che” Guevara, el revolucionario argentino que visitó los campos de Al-Bureij y Al-Nuseirat poco después de la revolución cubana de 1959. Para muchos, aquella visita marcó el inicio de “la internacionalización de la causa palestina”. Para Jenen, ese vínculo histórico “me ayudó a convencer a mi familia para que apoyara mi decisión de estudiar aquí”.

Durante los primeros años siguió una formación estricta que, en su sexto y último curso, le permitirá asumir la responsabilidad completa del cuidado de pacientes cubanos en la isla.

Ahora, estudiante de quinto año, aspira a convertirse en pediatra y desarrolla su fase práctica en el Hospital Manuel Fajardo, en pleno centro de la ciudad. Este semestre cursa la parte teórica –que incluye psicología, salud pública y medicina interna– y la combina con prácticas clínicas. Atiende habitualmente entre 10 y 15 pacientes diarios en psiquiatría y visita cada mañana tres hogares para informar a las familias sobre el virus del chikunguña, transmitido por mosquitos y en expansión en Cuba.

La profunda solidaridad de Cuba con Palestina

Mucho antes de que Jenen obtuviera su beca, la solidaridad entre Cuba y Palestina ya tenía un largo recorrido: más de seis décadas de respaldo mutuo, forjado en la resistencia frente al imperialismo. Mientras Cuba sufría el bloqueo estadounidense, Palestina vivía bajo la ocupación israelí.

Esa postura se hizo explícita en 1947, cuando Cuba se sumó a varias naciones latinoamericanas y votó en contra del plan de partición de Palestina propuesto por la ONU.

En tiempos más recientes, para palestinos como Jenen, el apoyo cubano se ha traducido en oportunidades de formación médica. Desde 1974, la isla ofrece becas a estudiantes palestinos y ha formado con éxito a alrededor de 1.500 profesionales de la salud. Poco después del inicio de la ofensiva israelí en Gaza, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, se reunió con estudiantes de medicina palestinos, llamándolos “el futuro de Palestina” y condenando las acciones israelíes y la complicidad de EE. UU.

“Los cubanos han mostrado una gran solidaridad con mi país”, explicó Jenen. “Significa mucho para nosotros, nos da dignidad y esperanza de que algún día seremos libres”.

La lucha por mantenerse en contacto con su familia en Gaza

La distancia de miles de kilómetros que la separa de Gaza también le impone desafíos. Mantener el contacto con su familia se ha convertido en uno de los mayores retos para Jenen, donde el bloqueo israelí limita el acceso a la electricidad, la telefonía, el internet, y reduce los momentos que puede compartir con sus padres y sus cuatro hermanos.

“Al inicio de la ofensiva recibí mi primera llamada después de dos meses y medio. Escuchar la voz de mi madre fue como volver a la vida”, contó. Las conversaciones suelen durar unos 20 minutos y solo ocurren cuando hay conexión. “Con las seis horas de diferencia, a veces estoy en clase o en el hospital cuando llega la llamada”.

En una ocasión, se enteró de que los bombardeos israelíes habían destruido la casa de la familia en Juhor ad-Dik,  cerca de la frontera este de Gaza, dejándolos desplazados. “Recibir esa noticia y luego volver a concentrarme en mis estudios fue muy difícil”, recordó.

Después, su familia fue desplazada una y otra vez: primero a la casa de una tía, luego a la de su abuela y, finalmente, a un refugio de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), donde “cientos de familias viven en condiciones extremas”.

Desde la distancia, ha sufrido la pérdida de numerosos seres queridos durante la actual ofensiva israelí sobre Gaza. “Perdí a toda la familia de mi padre –14 personas– y a siete de la de mi madre, además de 10 amigos”, relató. “Muchas noches no podía dormir pensando si mi familia seguía viva”.

Como muchos palestinos en la diáspora, Jenen ha seguido el horror a través de las redes, donde la violencia ha afectado su rendimiento académico. “Tuve episodios de miedo histérico por las imágenes que veía. Por las noches no podía dormir sola; dormía con mis amigas y ellas me ayudaban a calmar la ansiedad”.

En medio de todas estas dificultades, la comunidad cubana, incluidos amigos y profesores, le ha brindado un apoyo fundamental. “Participaron en todas las actividades que organizamos en apoyo a Palestina”, dijo, refiriéndose a los distintos actos celebrados en la capital cubana, donde nunca falta una bandera palestina.

Encontrando fuerza en el boxeo

En medio de la tragedia que sacude Gaza y las exigencias académicas en Cuba, Jenen ha aprendido a gestionar el estrés y ha encontrado fortaleza en el boxeo, un deporte con profundas raíces en la cultura de la isla. A pesar de sus recursos limitados, Cuba ha dado al mundo grandes figuras olímpicas como Teófilo Stevenson y Félix Savón.

Hoy, Jenen entrena dos veces por semana en un pequeño gimnasio del histórico barrio del Vedado, que en poco tiempo se ha convertido en un refugio imprescindible para ella. “Empecé cuando me sentía deprimida y sin fuerzas, tan lejos de casa. El boxeo me ayuda a sentirme fuerte”, contó.

Dos bloqueos

Tras cinco años en el Caribe, Jenen ha vivido en primera persona los efectos del embargo estadounidense, vigente desde 1960. La escasez cotidiana de alimentos, medicinas y productos básicos le recuerda a Gaza, donde las restricciones israelíes condicionan cada aspecto de la vida. “No puedo viajar a la parte israelí, igual que un cubano no puede viajar a EE.UU.”, señaló.

Aunque su beca cubre la matrícula y el alojamiento, asumir los gastos diarios sigue siendo un reto. “Antes de la ofensiva en Gaza recibía 300 dólares mensuales de mi familia, a veces más”, explicó. “Ahora trabajo como traductora o en lo que surge para cubrir mis necesidades durante los dos años que me quedan de estudios”.

“También abrí una cuenta en GoFundMe con la ayuda de un estudiante estadounidense, porque algunas plataformas en línea no funcionan en Cuba debido a las restricciones de EE.UU. Las donaciones me ayudan un poco, pero apenas cubren lo básico”, añadió.

Pero Jenen se mantiene resiliente y adaptada a la vida independiente. “Salí de Gaza sin conocer el idioma, y en casa de mis padres solo tenía que preocuparme por estudiar. Aquí soy responsable de todo en mi vida”, explicó.

Hoy, frente a los continuos golpes devastadores en Gaza, Jenen concluye que no dejará de alzar la voz contra la barbarie israelí desde Cuba. “Soy un motivo de esperanza para mi madre, mi familia y para muchas mujeres cuya voz no se escucha en Palestina”, afirmó.