La atleta turca de judo con albinismo y discapacidad visual que inspira con su ejemplo en el dojo

Cahide Eke, atleta turca con albinismo y discapacidad visual, ha superado múltiples adversidades que la han llevado a convertirse en ejemplo de perseverancia, disciplina y éxito en el judo paralímpico.

By Bala Chambers, Mohammad Bashir Aldaher
En el tatami donde forjó carácter y disciplina, Cahide muestra su medalla con orgullo tras su logro en París. / TRT Español

“Durante mi infancia enfrenté muchos desafíos debido al albinismo y a mi baja visión”, recuerda Cahide Eke, profesora de educación física y atleta de judo, en conversación con TRT Español. Esta deportista turca de 25 años, que representa al Club Deportivo del Municipio Metropolitano de Estambul, nació con albinismo congénito, una condición que causa diferencias en piel, cabello y ojos por la ausencia o baja producción de melanina.

“Al crecer, empecé a tener problemas, especialmente con la vista y una sensibilidad extrema al sol”, rememora Cahide, quien tiene una discapacidad visual del 90%.

“Una de las cosas más agotadoras era seguir las clases en la escuela, porque no podía ver bien el pizarrón. Me costaba mucho trabajar con materiales visuales”, evoca. “A veces, la falta de comprensión de algunos compañeros o profesores aumentaba mi sensación de aislamiento, y hubo momentos en los que me sentí muy sola”.

Sin embargo, nunca se rindió y encontró consuelo en el judo. A los 16 años ganó su primera medalla nacional, lo que le permitió competir internacionalmente con el judogui y representar a Türkiye en Italia y Bielorrusia. Rápidamente se consolidó en la categoría J2 de 52 kg para atletas con discapacidad visual parcial, y luego ganó bronce en los Juegos Paralímpicos de París 2024.

“Lo que me impulsó a dedicarme al deporte de manera profesional fue mi deseo de desafiarme a mí misma y romper los estereotipos sobre las personas con discapacidad, especialmente aquellas con albinismo”, admite Cahide. “Quería demostrarme –y demostrarles a los demás– que una discapacidad no significa el fin de la ambición, sino que puede convertirse en una fuerza para alcanzar algo diferente y extraordinario”.

Superar barreras

Para quienes han enfrentado dificultades, la historia de Cahide demuestra que, con cada gota de sudor, es posible forjar el camino propio y superar barreras.

A los 14 años, con ese espíritu y acompañada por su familia, llegó al Polideportivo Multiuso Merkez en Karaman para probar el judo por primera vez. Allí conoció a quien se convertiría en uno de los pilares de su carrera, alguien que moldeó su mentalidad y la guió: su entrenador, Ahmet Omre Türe.

“Considero ese momento un punto de inflexión en mi vida, porque me abrió por completo una nueva puerta. La confianza que mi entrenador depositó en mí y su apoyo constante fueron una gran motivación; gracias a ello descubrí mis capacidades y aprendí a fijarme nuevas metas”, recuerda.

Una filosofía

Pero el judo no es solo combate, sino también una filosofía. Cahide estudió sus orígenes en Japón en la década de 1880, donde “judo” significa “camino” y busca el equilibrio físico y mental. Inspirada en Jigoro Kano, fundador del primer dojo en Tokio en 1882, esta joven turca aprendió que respeto, valor, sinceridad, honor, modestia, gratitud, autocontrol y amistad son pilares fundamentales del deporte.

Entrar a este nuevo entorno también implicó adaptarse al tatami, la superficie tradicional de las artes marciales, donde Cahide admite: “Siempre sentí el espíritu de superación y de trabajo en equipo, y eso me atrajo aún más”.

Su mayor reto fue dominar los movimientos y ejecutarlos con fluidez, ya que el judo exige control total del cuerpo para reaccionar al rival y aprovechar su fuerza. “Resultaba complicada esa sinergia entre cuerpo y mente, y mantener el equilibrio entre enfoque mental y control físico parecía muy complejo, sobre todo en los combates, donde se requieren reflejos rápidos y mantener la calma”, recuerda.

Pero insistió. Con disciplina practicaba las técnicas “una y otra vez” y empezó a ver resultados. Anotaba sus errores, seguía los consejos de Ahmet y se apoyaba en sus palabras de motivación. “La mejora no llegó de golpe, fue un proceso gradual, y cada pequeño avance lo consideraba un progreso”, recuerda. “Esta mentalidad me ayudó a desarrollar paciencia y resiliencia”.

Tuvo que luchar contra otros factores también. Debido al albinismo, enfrentó comentarios “como si fuera incapaz de practicar deportes o de progresar”. Pero no prestó atención y, gracias a su disciplina, su camino hacia la competencia se abrió aún más.

Competencia y adversidad

Apenas dos meses después de comenzar su entrenamiento, a los 16 años ganó su primera medalla en un campeonato, un hito que reafirmó que el judo “era mucho más que un pasatiempo”.

“Fue un momento clave en mi vida: no se trataba sólo de una victoria, sino del inicio de darme cuenta de que tenía la capacidad de competir y triunfar pese a cualquier desafío”, evoca. “A partir de ese momento, mantuve el primer lugar en judo turco durante siete años consecutivos”.

El logro le dio confianza y la llevó a ser convocada a la selección de Türkiye. “En ese momento comprendí que el judo ya no era solo una actividad recreativa: se había convertido en un camino serio, que exigía compromiso y disciplina, y que merecía ocupar un lugar central en mi vida”.

En 2019 logró el quinto puesto en el Campeonato Europeo de Italia, su debut internacional. Meses antes de los Juegos Paralímpicos de París 2024 sufrió una lesión de rodilla durante un entrenamiento intenso.

“En ese momento mi cuerpo estaba muy caliente, así que ni siquiera me di cuenta del momento exacto en que sucedió”, explica. De inmediato inició un tratamiento de aproximadamente cuatro horas diarias, con apoyo del equipo nacional y fisioterapeutas, durante un período muy desafiante para Cahide.

La batalla interna

“A pesar del dolor y del miedo de que la lesión me impidiera competir, decidí no dar un paso atrás”, evoca con firmeza. “Estaba decidida a seguir adelante sin importar las circunstancias, porque creo que los sueños valen la pena, incluso cuando el camino es difícil”.

Optó por evitar la cirugía hasta después de los Juegos Paralímpicos. Así llegó lesionada a la competencia más importante del judo, pero gracias a los consejos de Ahmet ya estaba mentalmente preparada, porque la primera batalla siempre es interna.

“Primero me enfrento a mí misma antes de enfrentar a mi oponente. Pongo a prueba mi capacidad de concentración, de mantener la calma y de controlar mis emociones”, explica. “Cada combate es una nueva prueba de mi personalidad, incluso antes de poner a prueba mis habilidades físicas”.

París 2024

Con ese espíritu guerrero, y pese a los problemas en su rodilla, logró el momento “más significativo” de su carrera: ganó la medalla de bronce en los Juegos Paralímpicos de París 2024, un instante “inolvidable”.

“Sentí como si todas las dificultades que había soportado a lo largo de los años se repitieran ante mis ojos en un instante. Alcanzar ese nivel después de años de esfuerzo, presión y desafíos fue increíble. Y la sensación es indescriptible”, dice con orgullo, recordando que lloró de felicidad.“La parte más hermosa de ese momento no fue representar solo a mí misma, sino levantar la bandera de mi país ante el mundo”, agrega. “Ese sentimiento no se puede comprar ni olvidar”.

Entre las celebraciones, la joven turca, nacida en Karaman, sur-centro de Türkiye, recordó sus raíces y agradeció a quienes siempre creyeron en ella y la ayudaron a lograr esa hazaña.

Inspirar a las próximas generaciones

Desde su base en Estambul mantiene una rutina estricta. Cinco días a la semana inicia temprano con calentamiento y estiramientos, seguido de sesiones de técnica, condición física, táctica y fuerza. También cuida su nutrición mientras se prepara para el próximo Campeonato Europeo de Judo de la IBSA.

Pero su ambición en el tatami no termina ahí.

“Mi objetivo a largo plazo es claro: ganar una medalla de oro en los Juegos Paralímpicos y representar a mi país de la mejor manera posible”, explica. “Quiero ser la razón por la que la bandera de Türkiye se eleve en los mayores escenarios deportivos del mundo. Eso es por lo que lucho cada día”.

Tras superar barreras, Cahide busca inspirar a futuras generaciones. Imparte clases de educación física y comparte sus aprendizajes en una escuela local de Estambul, labor que califica como “importante”.

“Que un profesor con albinismo enseñe a niños comunes les ayuda a comprender que la sociedad está compuesta por diferentes capas y grupos”, reflexiona. “El judo me enseñó muchas cosas: disciplina, paciencia, determinación y, sobre todo, me dio confianza en mí misma”.

Asegura que “el judo también me ayudó a forjar una personalidad más organizada y segura. A través de este deporte aprendí a establecer metas claras y a trabajar para alcanzarlas, algo que ha influido positivamente tanto en mi vida personal como profesional”.

Más allá de desarrollarse como persona, Cahide busca que su ejemplo contribuya a un cambio mayor para quienes, como ella, saben lo que implica enfrentar la adversidad y abrirse camino.

“En mi opinión, la mejor manera de cambiar las percepciones sociales superficiales o los juicios preconcebidos es lograr un éxito real”, concluye. “Cuando la gente ve resultados concretos, perseverancia y trabajo duro, empieza a mirarte de otra manera”.

Este artículo fue redactado por Bala Chambers y reportado por Mohammad Bashir Aldaher.