Excavar para anexar: cómo Israel convierte la arqueología en una herramienta para borrar a Palestina

El control de Israel sobre las excavaciones arqueológicas en Cisjordania ocupada coincide cada vez más con la expansión de los colonos, limitando el acceso de los palestinos a esas zonas y presentando sitios históricos como patrimonio israelí.

By David Schutz
Tell es-Sultan, cerca de Jericó, es clave en debates sobre control, patrimonio e identidad en Cisjordania.

Con aproximadamente 6,000 sitios arqueológicos en la Cisjordania ocupada, casi cada aldea palestina habita su propia historia. La arqueología tiene tanto significado para el futuro como para el pasado, pero a medida que Israel avanza en su anexión, esta disciplina se convierte cada vez más en una forma de borrar la historia –despojando a la tierra de cada capa no relacionada al judaísmo y arrebatando a los palestinos su pasado–. Esto constituye una violación del derecho internacional, que prohíbe a una potencia ocupante apropiarse de tierras o patrimonio cultural.

Después de 2023, cuando los consejos civiles asumieron el control que antes estaba en manos de la autoridad militar, la "Administración de Asentamientos", respaldada por el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, tomó el control de la planificación, las escrituras de tierras, la infraestructura y la arqueología. Con los colonos ilegales integrados en la cadena de mando de la Administración Civil, el objetivo es el control israelí permanente.

Desde la ocupación de 1967 —considerada ilegal por la Corte Internacional de Justicia (CIJ)— Israel ha expandido los asentamientos mediante confiscaciones de tierras, carreteras, zonas militares y reservas, confinando a los palestinos a enclaves fragmentados.

El Instituto de Investigación Aplicada de Jerusalén (ARIJ) —una organización de investigación palestina enfocada en los derechos sobre la tierra, el agua y el patrimonio— estima que 2.400 sitios ocupados han sido rebautizados como israelíes mediante planes de zonificación, excavaciones y recorridos turísticos. Esto representa más del 40% de los sitios patrimoniales de la Cisjordania ocupada. Y la unidad de arqueología de la Administración Civil añade decenas anualmente.

En 2024, el Gabinete de Israel extendió el control de la Administración Civil al Área B de la Cisjordania ocupada, mientras que informes señalan que los colonos gestionan informalmente sitios adicionales bajo custodia del ejército.

El 10 de agosto de 2025, la Administración Civil designó 63 nuevos “sitios patrimoniales israelíes”: 59 en Nablus, tres en Ramallah y uno en Salfit. Cerca de la mitad eran nuevos, mientras que el resto habían sido registrados anteriormente pero aún no declarados. Una vez oficializados, estos sitios permiten a la unidad de arqueología congelar construcciones, imponer multas, trazar fronteras e incluso demoler hogares, convirtiendo la jurisdicción arqueológica en una pieza clave de la anexión ilegal de Israel.

Una elección violenta

La excavación es inherentemente destructiva. Para revelar la historia, los arqueólogos borran las capas posteriores —es decir, la vida palestina se borra de forma irreversible— dejando únicamente un pasado elegido o manipulado. Lo que se preserva es siempre selectivo.

Emek Shaveh, una ONG que se dedica a vigilar excavaciones arqueológicas y hechos referentes a la disciplina, señala que la Ley de Antigüedades de Israel limita la protección a artefactos hechos antes de 1700 d.C., excluyendo las eras otomana y posteriores, dejando la historia moderna desprotegida.

Khirbet el-Marjame, uno de los 63 sitios declarados en agosto de 2025, se alza en la cima de una colina cerca de Ramallah, en el Área C de Cisjordania ocupada. Documentado desde la década de 1970, alberga fortificaciones de la Edad del Hierro con capas más profundas del Bronce Medio. Esta zona declarada recientemente como de interés arqueológico se extiende sobre todas las viviendas del área, por lo que los residentes palestinos han enfrentado acoso y agresiones de colonos.

“En el momento en que el ejército o los colonos vienen con sus arqueólogos, nos ponen en la mira", dijo Basel, de 45 años, de la aldea cercana de Al-Mughayer. "Sabemos que los ataques seguirán, y los soldados se harán a un lado hasta que nos rindamos y nos vayamos”.

Las milicias de colonos aseguran tanto sitios declarados como no declarados. En Ibsiq, en el norte del Valle del Jordán, hombres armados enmascarados agredieron a un activista israelí, quien tuvo que ser hospitalizado, y obligaron a ancianos palestinos, que lo habían recibido, a arrodillarse, amenazando con quemarlos en un plazo de 48 horas.

“Pregunté si eran criminales”, recordó el activista. “Uno respondió “sí”, y luego me pateó de nuevo”.

Patrimonio bajo custodia

El impulso para apoderarse del patrimonio palestino depende de grupos de presión de colonos, donantes extranjeros, protección del Ejército de Israel y ministerios estatales.

Grupos como Regavim—cofundado por Smotrich—y proyectos como Beshvilei Shomron realizan recorridos turísticos, excavaciones y campañas que presentan los sitios de la Cisjordania ocupada como patrimonio israelí. Estos grupos abogan por reivindicaciones exclusivamente judías sobre el patrimonio y a menudo operan bajo protección militar.

En la década de 1980, el arqueólogo colono Adam Zertal afirmó que el Monte Ebal, cerca de Nablus, contenía el “Altar de Josué”, lo que dio lugar a excavaciones que muchos expertos calificaron de falsas. Su estudiante Ze'ev Erlich dirigió recorridos de las fuerzas israelíes y excavaciones civiles en la Cisjordania ocupada hasta su muerte en 2024 en Líbano, donde fue asesinado por Hezbollah mientras perseguía lo que consideraba un sitio judío que se encontraba fuera de las fronteras de Israel.

En Al-Karmil, una ciudad de 17.000 habitantes en el Área A, una zona patrimonial declarada cubre una antigua piscina de la era romana tardía. Actualmente está cercada y con portones, con el acceso bloqueado a los palestinos mediante carreteras exclusivas para colonos y cierres militares.

Mahmoud Nawaja tiene una licencia del Consejo para operar la piscina como sitio de entretenimiento: “Tres viernes seguidos vinieron, abrieron el portón, apostaron guardias durante una hora. Ahora hay cuatro o cinco portones”.

Los lugareños pagan modestamente por la piscina y las atracciones. Pero en las festividades judías, grupos organizados de sionistas irrumpen bajo custodia del ejército para realizar rituales. “Aunque alguien intente detenerlos, simplemente entran”, dijo Nawaja.

“Una vez sabotearon las atracciones a propósito”, contó. “Alguien claramente las manipuló, porque no se rompen solas”.

Cuando se le preguntó por qué no cobra a los colonos igual que a los palestinos en su parque de diversiones, Nawaja explicó que una vez lo intentó. Recordó que le dijeron que preguntara al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. Pero desde entonces, el ministro Smotrich ha recortado la financiación a la AP. 

La arqueología al servicio de la anexión

Detrás de escena, los ministerios israelíes han librado ofensivas territoriales por el control de las antigüedades de la Cisjordania ocupada. Bajo el acuerdo de coalición de Smotrich de 2022, la Autoridad de Antigüedades de Israel fue trasladada del Ministerio de Cultura al nuevo Ministerio de Patrimonio, dirigido por Amichai Eliyahu, del Partido Sionista Religioso.

Un intento de incorporar la unidad de arqueología de la Administración Civil de las fuerzas israelíes (KAMAT) a la Autoridad de Antigüedades fracasó, por lo que el personal fue rebautizado como funcionarios del Ministerio de Patrimonio y en 2024 apareció en una conferencia de arqueología en la Cisjordania ocupada, que fue denunciada por excluir a los palestinos. Una nueva propuesta del Likud colocaría luego a KAMAT bajo un organismo dedicado del Ministerio de Patrimonio.

El presidente del consejo local de Al-Karmil, Zuhair Abu Taha, dijo que su ciudad está sellada en días festivos en lo que denominó un "asalto de colonos" desde 2023, con acceso “enteramente reservado para colonos bajo fuerte protección militar”. Señaló una nueva carretera de colonos cortada directamente hacia arriba por la colina arqueológica de Tel Ma'in en el Área B desde el cercano puesto avanzado de Avigail.

“Sin ninguna advertencia previa, hace dos o tres semanas vino el ministro israelí de Seguridad Interna, Itamar Ben Gvir”, dijo Abu Taha. “Días después, los colonos comenzaron a abrir la carretera que lleva a la cima arqueológica, totalmente sin previo aviso”.

Las ruinas en la cima de la colina se encuentran entre hogares palestinos y una granja de abejas. La ausencia de Tel Ma‘in en las listas oficiales sugiere que las obras viales son extrajudiciales: toleradas, no sancionadas. El ejército retiene una lista completa de sitios, y Emek Shaveh dice que las solicitudes de información de arqueólogos y grupos de derechos humanos han quedado sin respuesta.

El alcalde dijo a TRT World que no subiera la colina, advirtiendo que convocaría a soldados y colonos.

“Cuando los confrontamos el primer día, los colonos dijeron que ya había sido declarada zona arqueológica y nos dijeron que nos comunicáramos con el Ministerio de Antigüedades israelí”, agregó el alcalde. “Pero cuando nuestros residentes fueron a presentar denuncias en la estación de policía de Kiryat Arba (asentamiento), se les impidió hacerlo”.

Al otro lado de la carretera, en A-Tuwani, los residentes obtuvieron la aprobación, largamente demorada, para construir tuberías de agua. Pero la Administración Civil congeló el proyecto y declaró un sitio arqueológico sobre lo que supuestamente era una sinagoga, en medio de ruinas romano-islámicas. El jefe del consejo, Muhammed Rabai, mostró a TRT World estudios académicos que cuestionan esta información. Aunque posteriormente fue eximido de nuevas excavaciones, el centro de la aldea sigue siendo escenario de peregrinaciones armadas de colonos que repetidamente cierran la zona.

El residente Juma'a Rabai contó en diálogo con TRT World que en el primer día de inspección un funcionario le dijo: “Si un auto no tiene conductor, es mío”.

Excavando entre vacíos legales

Los Acuerdos de Oslo II, firmados en 1995, proponían un comité conjunto de arqueología que nunca se formó, y por el que solo unos pocos sitios religiosos de la Cisjordania ocupada recibieron condiciones especiales. Así, la mayoría de los sitios permanecieron bajo control israelí unilateral.

El derecho internacional —las Regulaciones de La Haya de 1907 y la Convención de La Haya de 1954 con sus protocolos— obliga a Israel como ocupante a proteger la propiedad cultural y mantener la ley local. Las excavaciones están permitidas solo como “excavaciones de rescate” para sitios en peligro inminente. Después del colapso de los Acuerdos de Oslo, grupos de derecha hicieron campaña para “salvar” sitios del supuesto saqueo, dando al ejército poder para custodiar excavaciones realizadas sin ningún tipo de participación palestina.

“Se supone que el derecho internacional protege estos sitios, pero también lo facilita porque puedes llamar amenaza a cualquier cosa”, dijo un portavoz de Emek Shaveh. “Y una vez que es una amenaza, puedes hacer lo que quieras, como excavar y ubicar soldados allí”.

Algunos describen la arqueología de Israel como epistemicidio —borrando la historia palestina. En 2013, el genetista Eran Elhaik dijo al periódico en hebreo Globes que Israel descansa sobre “uno de los cementerios más antiguos y concurridos del mundo”, donde el ADN podría poner a prueba las afirmaciones de patrimonio de los colonos. Tales estudios, dijo, son silenciados porque los restos coincidirían más con los palestinos que con los israelíes.

“Hoy, la idea es simple”, dice Emek Shaveh. “Si un palestino vive cerca de un sitio arqueológico, él es la amenaza”.

Esta limpieza étnica a menudo se encubre con un barniz bíblico y mesiánico. En 2010, el Proyecto de Sitios de Patrimonio Nacional de Israel invirtió 400 millones de shekels en 150 sitios, 37 de ellos arqueológicos, incluidos seis en la Cisjordania ocupada. El sitio web de la Autoridad de Antigüedades solo enumera proyectos arqueológicos judíos.

Tel Shiloh, al norte de Ramallah, surgió como el sitio insignia del Proyecto de Patrimonio. El primer “parque bíblico” de la Cisjordania ocupada es dirigido por la Asociación de Colonos Shiloh y promovido por la Administración Civil y el Ministerio de Patrimonio como una “atracción nacional” con ruinas supuestamente vinculadas al Tabernáculo bíblico, exhibiciones multimedia y rituales reconstruidos.

Los palestinos están excluidos de la planificación o los ingresos y tienen restricciones de viaje durante las festividades judías, mientras que parques similares surgen en Sebastia —un sitio palestino de la UNESCO— y más allá.

“En Tel Shiloh tienes iglesias y mezquitas construidas una encima de la otra; restos cananeos documentados por Israel Finkelstein. Ahora, novillas rojas desfilan allí como símbolos del retorno mesiánico”, dijo el portavoz de Emek Shaveh. Los grupos de colonos afirman que los nombres bíblicos prueban el destino judío y la continuidad genealógica.

Emek Shaveh señala que entre los siglos II y III, los judíos se agruparon en aldeas, mientras que los romanos y posteriormente los cristianos gobernaron las ciudades palestinas. Los nombres bíblicos fueron reimpuestos a sitios rurales, a menudo desatendiendo el uso previo, y luego preservados en árabe por las comunidades musulmanas. “La razón por la que tantos nombres bíblicos sobreviven en árabe hoy es porque después [del proceso de reatribución de la era romana tardía y posterior apropiación islámica] los musulmanes siguieron usándolos”, dice.

Con todas las universidades israelíes excavando en la Cisjordania ocupada bajo protección militar, Emek Shaveh considera que las órdenes judiciales contra excavaciones ilegales son en su mayoría simbólicas y cada vez más escasas.

“Es la esencia del colonialismo”, subrayó. “Estos son sitios multicapa. ¿Por qué debería ser poco importante la capa actual? Tal vez en mil años, la gente querrá estudiar la capa palestina”.

Este artículo fue producido en colaboración con Egab.