¿Por qué Colombia está en una posición compleja ante despliegue militar de EE.UU. cerca a Venezuela?
La postura del presidente de Colombia, Gustavo Petro, frente a Venezuela se ha distanciado de la que asumieron mandatarios anteriores, quienes apoyaron los intentos de EE.UU. por aislar al Gobierno de Maduro. Así, Bogotá quedó en la mira de Trump.
Washington, DC — El creciente despliegue militar de Estados Unidos en el sur del Caribe –que ahora también incluye al mayor portaaviones del mundo, el USS Gerald R. Ford– puede tratarse tanto de una incursión armada en Venezuela como de una fachada para presionar a Caracas. Pero, cualquiera que sea el caso, ha puesto a la vecina Colombia en una posición compleja.
Este país, que comparte una frontera de más de 2.000 km con Venezuela, restableció sus relaciones diplomáticas con Caracas en 2022, y ha recibido a más de 2,5 millones de migrantes venezolanos.
Como el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, Gustavo Petro llegó al poder impulsando una plataforma de cambios sociales y económicos significativos, que permitiera abordar problemas profundamente arraigados de desigualdad, pobreza y crisis climática. Y en ese cambio que representó su llegada al Palacio de Nariño, Petro ha rechazado "un desmantelamiento violento del Estado venezolano", incluso cuando Bogotá, históricamente, ha sido un cercano aliado de Washington, al punto de albergar varias bases militares estadounidenses.
Expertos y observadores de América Latina sugieren que, si bien Estados Unidos podría necesitar a Colombia para cualquier acción militar exitosa contra Venezuela, también está haciendo un esfuerzo considerable para elaborar un caso contra Petro de manera individual.
Lo que ha sucedido dentro del Gobierno del presidente de EE.UU., Donald Trump, “es realmente una disputa política entre dos jefes de Estado: Trump y Petro, este último en el lado opuesto de los argumentos sobre política migratoria, sobre la ofensiva en Gaza... y ahora, por supuesto, los ataques en el Caribe”, señala a TRT World Elizabeth Dickinson, directora adjunta interina para América Latina del International Crisis Group.
Entonces, “lo que ha sido la política estadounidense hacia Colombia consiste esencialmente en sancionar a Petro personalmente, directamente... incluyéndolo en la lista Clinton, en la lista de sanciones de la OFAC, pero enviando un mensaje claro de que Estados Unidos no tiene un problema con las instituciones colombianas, las autoridades regionales, el sector privado, etc.”, añade la experta.
En esta explicación, Dickinson se refiere a la Lista de Nacionales Especialmente Designados y Personas Bloqueadas, conocida popularmente como la “lista Clinton”, que está a cargo de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro.
La política de Colombia frente a las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela ha evolucionado significativamente bajo Petro, quien asumió el cargo en 2022. El mandatario se enfocó en el restablecimiento de lazos diplomáticos con el Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dándole un papel relevante al diálogo y la cooperación regional por encima de la confrontación.
Petro, en la mira de Estados Unidos
La postura de Petro difiere diametralmente de la que asumieron los gobiernos anteriores de Colombia, los cuales apoyaron los intentos de Washington por aislar a Maduro, incluyendo el hecho de que Bogotá reconociera en 2019 al opositor venezolano Juan Guiadó como presidente de Venezuela.
Sin embargo, ahora, en la disputa que protagonizan Estados Unidos y Venezuela durante el segundo mandato de Trump, Colombia se ha posicionado como mediador, oponiéndose a la escalada militar de la Casa Blanca.
Aunque muchos países de Latinoamérica–incluyendo a Brasil, México, Chile y Nicaragua– han criticado los ataques de Estados Unidos en el Caribe contra supuestas embarcaciones de narcotráfico, que han matado a más de 80 personas, Petro ha condenado la acumulación militar estadounidense cerca de Venezuela. Al punto de que la ha considerado una falta de respeto hacia América Latina y ha suspendido la cooperación de inteligencia específica con Washington.
Un rechazo que, a su vez, llevó al Departamento del Tesoro de Estados Unidos a sancionar a Petro y a su “red de apoyo”, mientras que Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio, lo han llamado “lunático”. Declaraciones que reflejan en Petro su retórica agresiva contra Maduro.
Ahora bien, el mandatario colombiano ha planteado conversaciones multilaterales para reducir las tensiones entre Washington y Caracas, que cuenten con la participación de China, México, Ecuador, Chile, Australia y Estados Unidos, y se realicen potencialmente en Pearl Harbor, exponiendo un malestar regional más amplio, secundado por organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
De hecho, la semana pasada, Petro pidió trabajar en un acuerdo de reparto de poder entre el Gobierno de Maduro y la oposición para una salida pacífica a la crisis de la nación que, según dijo, podría “abrir caminos hacia la democracia, sin presiones indebidas”.
“Me opongo a las soluciones que no sean negociadas y que intenten lograr la victoria de un sector mediante el exterminio del otro”, añadió el líder colombiano.
Pero ¿por qué Washington ha puesto la lupa sobre Bogotá en medio de las crecientes tensiones con Venezuela, aunque Colombia no fue el único país que se opuso a los ataques estadounidenses en el Caribe?
“Colombia se sitúa en el centro de esa operación [contra Venezuela]. Estados Unidos no puede llevar a cabo una agresión sostenida contra Venezuela sin la frontera colombiana, sin el espacio aéreo colombiano y sin la cooperación militar colombiana”, resalta en conversación con TRT World Jenaro Abraham, politólogo y profesor de política latinoamericana en la Universidad de Gonzaga.
Abraham sugiere que Washington busca distanciar a Colombia de su presidente, un análisis similar al de Dickinson.
“La repentina reducción de aranceles sobre las principales exportaciones colombianas señala un apoyo continuo al Estado colombiano, mientras que la escalada simultánea de sanciones específicas contra el presidente Gustavo Petro muestra castigo y aislamiento para el presidente en sí mismo”, añade Abraham.
“La intención no es disciplinar a Colombia, sino separar a Colombia de Petro en el momento preciso en que Estados Unidos se moviliza contra Venezuela”, completa.
En concreto, desestabilizar la economía colombiana sería catastrófico para los planes de Washington respecto a Venezuela, ya que ese país sirve como columna vertebral de sus operaciones contrainsurgentes, comenta Abraham. Por lo que añade que Estados Unidos decidió encontrar esta solución alternativa para atacar al presidente Petro en lugar de Colombia en su conjunto.
“Estados Unidos ha elegido una solución alternativa: proteger al Estado colombiano y su élite económica, mientras asfixia al jefe de Gobierno”, explica Abraham.
Entra “El Tigre”
Aunque Estados Unidos no ha buscado sacar a Petro del poder tan incisivamente como lo hace con Maduro, los sueños del Gobierno de Trump para Colombia podrían hacerse realidad en la forma gracias a un aspirante presidencial de extrema derecha: el abogado Abelardo de la Espriella.
De la Espriella, quien se hace llamar “El Tigre”, está entre los tres candidatos principales que compiten por la presidencia del país en las elecciones de mayo de 2026. La Constitución de Colombia prohíbe la reelección, por lo que Petro no puede postularse a un segundo mandato.
“El Tigre” ya ha declarado su simpatía por el presidente derechista de Argentina, Javier Milei, y está a favor de restaurar los lazos con Israel, que Petro cortó debido al genocidio de Tel Aviv en Gaza.
De la Espriella también se ha alineado estrechamente con el presidente de Estados Unidos. En semanas recientes, declaró: “Defiendo los mismos valores que Trump”.
“De la Espriella —una personalidad mediática de extrema derecha convertida en candidato político— ha construido su campaña sobre la admiración abierta por Trump, promesas de militarizar la frontera, y apoyo explícito a la intervención estadounidense en Venezuela”, señala Abraham.
“Ha declarado repetidamente que Colombia debería cooperar plenamente con la agenda de Washington, revertir las políticas de paz de Petro y 'restablecer el orden' en la región mediante la fuerza en lugar de la diplomacia”, añade el experto.
Abraham enfatiza que si este político de extrema derecha llegara a ser elegido, Colombia podría convertirse “en el ancla operativa de la agresión estadounidense contra Venezuela”.
“Al aislar a Petro durante la crisis venezolana, Washington acelera las condiciones políticas para un sucesor que no cuestionará la intervención, que no bloqueará movimientos de tropas o sobrevuelos, y que no pedirá negociaciones de paz cuando Estados Unidos quiera la guerra. La crisis venezolana es el motor; el aislamiento de Petro y la elevación de Abelardo De la Espriella son los mecanismos”, resalta Abraham.
Preocupaciones en la región
La oposición de Colombia a las acciones de Washington en el Caribe es notable. Los expertos dicen que existe una preocupación regional sobre la renovada interferencia militar de la Casa Blanca en la política de Latinoamérica.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha rechazado la idea de una invasión terrestre estadounidense, afirmando que los asuntos políticos deberían resolverse mediante el diálogo en lugar de las armas, mientras defiende a América Latina como una “zona de paz”.
Por su parte, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha reiterado la postura histórica de su país contra la intervención extranjera, expresando oposición a las invasiones y favoreciendo negociaciones pacíficas entre Washington y Caracas.
El presidente Gabriel Boric de Chile también ha expresado preocupaciones sobre los despliegues militares de EE.UU. en el Caribe, rechazando cualquier acción armada que amenace la estabilidad regional y abogando para que América Latina permanezca como una región pacífica.
En contraste, gobiernos de derecha como el Argentina y El Salvador han expresado apoyo a las acciones estadounidenses.
“La presión estadounidense en el Caribe contra Venezuela ha generado mucha preocupación, no solo en Colombia, sino en toda la región más amplia, sobre el regreso de la interferencia militar directa de EE.UU. en la política regional”, dice Dickinson del Crisis Group.
“Ya sea que estés en la derecha o en la izquierda, ya sea que te alinees con las políticas de Trump o no, eso es algo a lo que creo que muchos países latinoamericanos son bastante alérgicos, dada la larga historia de interferencia estadounidense en la política regional”, concluye.