Cómo las operaciones militares de Trump en América Latina disparan el sentimiento antiestadounidense

Los ataques y el despliegue militar en el Caribe que ha ordenado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pueden ayudar a China a incrementar su influencia en las Américas, señalan los expertos.

By Murat Sofuoglu
Nicolás Maduro señala un mapa de las Américas durante una conferencia de prensa en Caracas, Venezuela, el 15 de septiembre de 2025. Foto: Jesús Vargas / AP

La diplomacia de ataques militares que ejecuta el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el Caribe –cuyo objetivo han sido presuntas embarcaciones de narcotráfico operadas supuestamente por organizaciones criminales de América Latina– ha recordado las anteriores intervenciones polémicas de Washington en la región, desde México hasta Cuba, Nicaragua, Haití, República Dominicana y la más reciente Panamá.

Aunque la Casa Blanca confirmó inicialmente que las operaciones estadounidenses estaban dirigidas principalmente a cárteles de narcotráfico supuestamente vinculados con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, los ataques aéreos de Trump contra barcos en el mar Caribe han matado a decenas de personas no solo de Venezuela sino también de Ecuador, Colombia y Trinidad y Tobago.

Trump, además, amenazó a Maduro y al presidente de Colombia, Gustavo Petro, acusando sin pruebas a este último de ser un “líder ilegal de las drogas”, y advirtiendo sobre recortes en la ayuda de EE.UU. a menos de que Petro cierre las áreas de producción de drogas.

A través de sus operaciones en el Caribe, el Gobierno de Trump ha declarado que su objetivo es atacar al Cartel de los Soles y al Tren de Aragua, dos organizaciones criminales de narcotráfico originarias de Venezuela , las cuales ha designado como grupos terroristas.

Las autoridades de EE.UU. acusan a Maduro sin evidencia de controlar ambos cárteles.

Sin embargo, muchos creen que los ataques de Trump en el Caribe están difuminando los límites entre apuntar contra los cárteles de drogas y buscar un cambio de régimen, al expandir la influencia estadounidense en una región vital para los intereses de Washington.

Algunos altos funcionarios de EE.UU. se han referido a los últimos movimientos de Trump en América Latina como la “Doctrina Donroe” una adaptación moderna de la Doctrina Monroe de 1823, nombrada en honor al expresidente James Monroe, un firme defensor del dominio estadounidense en el Hemisferio Occidental.

Al igual que la Doctrina Monroe –que está fuertemente vinculada a la ideología expansionista del Destino manifiesto estadounidense, esta “Doctrina Donroe” tiene como objetivo restaurar la hegemonía de Washington en toda América Latina, según expertos.

“Si la administración de Trump realmente considera su estrategia regional como una ‘Doctrina Donroe’, entonces es esencialmente un intento deliberado por reafirmar el dominio estadounidense en América Latina, pero a través de una perspectiva que es mucho más nacionalista, unilateral y transaccional que antes”, explicó a TRT World Lorena Erazo Patiño, profesora de Estudios Globales en la Universidad de La Salle.

“Si Trump busca revivir la Doctrina Monroe, podría señalar el regreso de un legado polémico a la región, alineado con su agenda de ‘Estados Unidos Primero’”, añadió la experta. 

A pesar de las amenazas de Trump contra Venezuela y Colombia, América Latina responderá principalmente de manera negativa a esta doctrina, según la profesora radicada en Colombia.

“Desde una perspectiva geopolítica, esta estrategia podría resultar contraproducente. En lugar de reforzar la influencia estadounidense, corre el riesgo de revivir el sentimiento antiestadounidense y alentar a los países latinoamericanos a diversificar sus alianzas, especialmente hacia China, que promueve el compromiso económico sin condicionamientos políticos”, indicó Erazo.

El impulso de Beijing para proteger la soberanía y el respeto mutuo contrasta marcadamente con el tono coercitivo de Washington, haciendo que el modelo de China sea cada vez más atractivo para muchos estados latinoamericanos como el Gobierno de Maduro, continuó la profesora, señalando que la administración de Xi Jinping se opuso públicamente a las operaciones militares de EE.UU. en el Caribe.

China posee más del 90% de las exportaciones de petróleo venezolano, realizando inversiones significativas en el país a través de acuerdos bilaterales a largo plazo. Rusia, un aliado clave de China, también tiene fuertes conexiones militares y económicas con Venezuela, dueña de las mayores reservas de petróleo del mundo.

Pero las relaciones entre América Latina y China van más allá de la conexión de Venezuela con Beijing. La mayoría de los países de América del Sur comercian con China en lugar de EE.UU., haciendo que la influencia de la nación asiática sea un factor real en el llamado antiguo “patio trasero” de Estados Unidos.

“Es bastante plausible que las acciones de Trump puedan expandir la influencia de China en América Latina. Al adoptar un enfoque confrontacional de sanciones, recortes de ayuda y amenazas de intervención, Washington corre el riesgo de alienar a sus socios regionales y crear un vacío político y económico que Beijing está bien posicionado para llenar", analizó Erazo.

Fan Hongda, profesor chino de la Universidad de Shaoxing y experto en la diplomacia de Beijing, también ve varias consecuencias regionales negativas para la política de Trump hacia Venezuela y Colombia.

Los países latinoamericanos, cuyas preocupaciones sobre la represión estadounidense solo aumentarán debido a los ataques de Trump en el Caribe, probablemente “buscarán o profundizarán sus relaciones con países amigos como China”, explicó.

“Si China, que defiende la no injerencia, gana influencia en esta región, las amenazas estadounidenses deberían ser un factor motivador para esto”, sostuvo en conversación con TRT World.

El profesor señaló que EE.UU. –que se considera a sí mismo como una fuerza suprema sobre otros países en “una manifestación del imperialismo estadounidense”– no puede tolerar que algunas naciones latinoamericanas como Venezuela profundicen sus relaciones con Rusia, China e Irán.

Pero advirtió que “el llamado 'patio trasero’ de una gran potencia ya no está en línea con el mundo de hoy”.

Creciente sentimiento antiestadounidense

Los expertos creen que la “Doctrina Donroe” probablemente alimentará el sentimiento antiestadounidense en toda América Latina. Esta región ha soportado numerosas intervenciones de Washington durante los últimos 200 años, las cuales a menudo resultaron en inestabilidad política, desigualdad económica y divisiones sociales.

James E. Mahon, Jr., profesor de ciencias políticas en Williams College, evaluó que, si bien el rechazo al régimen de Maduro es "generalizado" en la región, los ataques caribeños de Trump probablemente "resultarán contraproducentes", empujando a muchos gobiernos a oponerse a la política estadounidense.

Para Mahon, la “Doctrina Donroe”, que describe como "absurda", podría encontrar una “solidaridad latinoamericana latente”, aunque existan muchos desacuerdos ideológicos y prácticos en la región.

En ese sentido, señaló que el liderazgo estadounidense a finales de la década de 1920 y en la década de 1930 descubrió que "bombardear a los insurgentes en Nicaragua afectaba negativamente las fortunas de las empresas estadounidenses que intentaban invertir y comerciar con todo el hemisferio”.

“Trump obviamente está buscando provocar a Maduro para que haga algo que pueda servir como casus belli (una frase en latín que denota un acto usado para justificar una guerra). A pesar de toda su retórica anterior, quiere ser un presidente en guerra, para ganar el reconocimiento y el apoyo reflejo de la población nacional”, agregó el profesor.

Unidad o discordia

Mientras que los ataques del Gobierno de Trump en el Caribe alimentan el sentimiento popular antiestadounidense en toda América Latina, la región sufre varias divisiones, ya que ningún estado latinoamericano ha manifestado un apoyo claro a Venezuela o Colombia contra EE.UU., según Erazo, la profesora radicada en Colombia.

El liderazgo derechista en Ecuador bajo Daniel Noboa, recién reelecto, ya tomó medidas para permitir el acceso militar estadounidense a su territorio, mientras que Paraguay, Argentina y Chile han designado al Cartel de los Soles y al Tren de Aragua como organizaciones terroristas. El Salvador, que ha aceptado muchos migrantes deportados desde EE.UU., también tiene un presidente pro-Trump.

Trinidad y Tobago, una pequeña nación caribeña insular con una proximidad estratégica a Venezuela, ha ido incluso más allá, participando en los ejercicios militares liderados por EE.UU. en el mar Caribe.

Por otro lado, el bloque antiestadounidense del ALBA –liderado por países como Cuba, Bolivia y Nicaragua– ha condenado las operaciones de Washington como una violación de la soberanía nacional.

México y Brasil han emergido como los principales defensores del principio de no intervención, manteniéndose consistentes con sus tradiciones de política exterior de larga data.

“Esto refleja una falta más amplia de unidad regional, ya que cada país prioriza sus propios intereses nacionales, mientras se aleja de los mecanismos multilaterales tradicionales como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)”, dijo Erazo.

Mientras Cuba y Nicaragua continúan respaldando a Venezuela, Colombia enfrenta un riesgo creciente de ser una víctima colateral del enfrentamiento regional entre EE.UU. y sus adversarios, debido a la postura combativa del presidente Petro, según la profesora.

“América Latina hoy está profundamente dividida y políticamente polarizada, una fragmentación que aumenta la inestabilidad e incrementa el riesgo de confrontación regional”, concluyó.


SOURCE: TRT Español y agencias