Trump anunció en Navidad bombardeos de EE.UU. contra supuestos objetivos de ISIS en el norte de Nigeria, presentándolos como una operación para “proteger a los cristianos”. Pero el contexto va mucho más allá de ese relato.
El ataque llega justo después de que varios países del Sahel anunciaran una fuerza militar conjunta y consolidaran su ruptura con la influencia occidental, acercándose cada vez más a Rusia y China. Nigeria, el país más poblado de África, clave en petróleo y recursos estratégicos, es hoy un actor central en esa disputa.En el terreno, la violencia no responde a un “genocidio cristiano”, como sugiere Trump.
Las víctimas de los grupos armados son en su mayoría musulmanas y los conflictos tienen raíces territoriales y políticas.Más que religión, lo que está en juego es poder, recursos y control de influencia en África.

