“Estamos en una carrera por salvar vidas”. Con esa frase, cargada de urgencia y desgarro, la portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, Abeer Etefa, describió desde El Cairo la tragedia que se cierne sobre Gaza.
Sus palabras, breves pero contundentes, resonaron como un eco de la desesperación que atraviesa un territorio donde cada minuto cuenta, y donde el acceso a la ayuda humanitaria sigue siendo un desafío monumental por las restricciones israelíes y pese al alto el fuego que entró en vigor el pasado 10 de octubre.
“Luego de tres semanas y media de tregua, hemos logrado atender a cerca de un millón de personas en toda Gaza”, explicó Etefa. Sin embargo, advirtió que esta ayuda es “lamentablemente insuficiente”. “Necesitamos más acceso: más pasos abiertos y libertad para transitar por las principales carreteras del territorio”, denunció.
El alto el fuego acordado entre Israel y Hamás ha permitido la entrega limitada de ayuda, pero las organizaciones humanitarias afirman que el volumen sigue estando muy por debajo de lo necesario.
Mientras tanto, en los hospitales, la situación es incluso más trágica. Los médicos operan sin recursos, con generadores al borde del colapso y medicamentos que se agotan. Más de 16.500 pacientes –entre ellos 3.800 niños– esperan por una atención especializada que no llega, bloqueada por las restricciones israelíes a las evacuaciones médicas.
La cifra duele por sí sola: solo cuatro de los 3.203 camiones de ayuda que han ingresado en Gaza desde el alto el fuego transportaban suministros médicos, según denunció el político y médico palestino Mustafa Barghouti.
Puntos de distribución limitados
El Programa Mundial de Alimentos, la agencia de Naciones Unidas que lidera los esfuerzos contra el hambre en contextos de emergencia, se ha propuesto asistir a 1,6 millones de personas con paquetes que cubran las necesidades alimentarias de una familia durante 10 días. Sin embargo, la realidad es otra: hasta ahora solo ha logrado abrir 44 de los 145 puntos de distribución planificados, y reparte pan fresco a diario a unas 700.000 personas a través de 17 panaderías que aún resisten entre los escombros.
Aun así, el consumo de alimentos continúa “muy por debajo” de los niveles previos a la ofensiva. Las familias sobreviven con cereales y legumbres, mientras que la carne, los huevos y las verduras se han vuelto “extremadamente escasos”.
Dentro de Gaza, los precios de los alimentos se han disparado hasta límites impensables. “Una sola manzana cuesta ahora lo mismo que un kilo de manzanas antes de la ofensiva”, lamentó Nour Hammad, portavoz del PMA.
La agencia solo ha conseguido ingresar la mitad de lo necesario para cubrir las demandas alimentarias del enclave. Los camiones de ayuda entran únicamente por los pasos de Karem Abu Salem y Kissufim, generando un cuello de botella que estrangula la distribución hacia el norte devastado.
“No hemos recibido explicaciones claras sobre por qué los pasos del norte siguen cerrados”, lamentó Etefa. “Las necesidades son abrumadoras. Estamos en una carrera por salvar vidas”, insistió.
Refugios desbordados
Por otro lado, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) informó este martes que más de 75.000 palestinos desplazados se encuentran refugiados en un centenar de sus edificios en Gaza, debido a la devastación de todo tipo de infraestructuras por parte de Israel.
A pesar del deterioro, la UNRWA aseguró que sus equipos trabajan “incansablemente para mantener los refugios seguros y dignos, garantizando agua, saneamiento, recolección de residuos y apoyo higiénico cada día”.
La situación humanitaria, sin embargo, es crítica. De acuerdo con la Oficina de Medios del Gobierno Palestino en Gaza, alrededor de dos millones de los 2,4 millones de habitantes del enclave han sido desplazados durante los dos años de ofensiva genocida emprendida por Tel Aviv.
Casi 288.000 familias palestinas han quedado sin hogar, mientras los civiles desplazados luchan por sobrevivir en zonas pequeñas y saturadas, sin acceso a necesidades básicas como agua potable, alimentos o atención médica. En medio de la devastación, la esperanza se ha vuelto un bien tan escaso como el pan.
Violaciones reiteradas del alto el fuego
Mientras tanto, las violaciones al alto al fuego continúan sucediendo por parte de Tel Aviv. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó este martes su “profunda preocupación” añadiendo que “todas las partes deben respetar las decisiones de la primera fase del acuerdo de paz”.
Horas antes, la Oficina de Prensa del Gobierno de Gaza denunció que el ejército israelí ha cometido 194 violaciones del acuerdo de alto el fuego que entró en vigor el pasado 10 de octubre.
Ismail al-Thawabteh, director de la oficina, declaró a Anadolu que las violaciones incluían incursiones israelíes más allá de la denominada “línea amarilla” –establecida arbitrariamente por Tel Aviv–, el bloqueo de suministros médicos, medicamentos, tiendas de campaña y casas móviles, así como disparos, bombardeos e incursiones militares.
En estos ataques, Israel ha matado al menos a 238 palestinos, y herido a otros 600, según el ministerio de Salud del enclave.











