“Mi testamento. Si me convierto en mártir o me muero, por favor no lloren por mí, porque sus lágrimas me duelen. Espero que mi ropa sea entregada a quienes la necesiten, y mis accesorios repartidos entre Rahab, Sara, Lana y Batu. Mi asignación mensual de 50 shekels: 25 para Rahab y 25 para Ahmed. Mis cuentos y cuadernos para Rahab, mis juguetes para Batu. Y, por favor, no le griten a mi hermano Ahmed. Les ruego que cumplan estos deseos”.
Estas palabras, trazadas con la letra temblorosa de Rasha, una niña palestina de solo 10 años que tenía leucemia, son su testamento: un reflejo desgarrador de la infancia rota en Gaza por cuenta del genocidio que Israel perpetra desde hace casi dos años.
Rodeada de misiles, un miedo incesante, Rasha vivía junto a su hermano Ahmed, de 11 años. El 10 de junio de 2025, dos misiles lanzados por las fuerzas israelíes impactaron su hogar, matando a familiares y vecinos, y destruyendo lo que era su mundo. Rasha sobrevivió al primer ataque y, en medio del terror, escribió este testamento. Tres meses después, otra bomba apagó su vida.
Historias como la de Rasha se repiten día tras día. En Gaza y en Cisjordania ocupada, los niños palestinos ven cómo se les despoja de su futuro: cuerpos mutilados por los ataques, estómagos vacíos por el hambre y la destrucción total de su futuro.
Infanticidio deliberado
“Quiero ser claro: hay una ofensiva contra los niños. Existe una política para eliminar la capacidad de los niños, niños palestinos, de desarrollarse, prosperar, crecer, florecer”, advirtió el doctor Thaer Ahmad, médico de urgencias palestino-estadounidense- vinculado a la Universidad de Illinois, durante su intervención en la ONU. “Cada día vemos cómo la próxima generación de palestinos ve que les arrebatan su futuro”.
Ahmad, que ha prestado voluntariado extensivo en Gaza con Médicos Sin Fronteras y la Asociación Médica Palestina Estadounidense, compartió relatos que hielan la sangre: padres desplomados en las salas de emergencia con los cuerpos de sus hijos en brazos, niños con enfermedades que podrían haberse tratado y familias destruidas por la violencia sistemática.
Gaza: récord global en amputaciones
A estos testimonios, les acompañan cifras igual de aterradoras. El jefe de la Agencia de la ONU para los Palestinos Refugiados (UNRWA), Philippe Lazzarini, reveló que desde que comenzó la ofensiva israelí en octubre de 2023 se han registrado hasta 4.000 amputaciones de niños en Gaza, lo que convierte al enclave en el lugar con mayor número de menores amputados per cápita en el mundo.
“El costo para los niños va mucho más allá de las heridas físicas y del hambre que se expande”, afirmó Lazzarini. “Las cicatrices son profundas e invisibles: ansiedad, pesadillas, agresividad, miedo. Muchos están siendo empujados a mendigar, robar o trabajar. Se trata de una infancia que perdieron”.
El Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés) ha alertado de un aumento del 48% en los casos de menores que requieren protección en las últimas semanas, con un repunte alarmante de heridas graves, en su mayoría provocadas por metralla israelí.
Según el informe, el 70% de los niños en Gaza tiene problemas para dormir, y casi uno de cada cinco se muestra retraído o en silencio, un reflejo de la profunda huella psicológica que deja la ofensiva israelí.
“Son niños que han perdido miembros, que se despiertan gritando por las pesadillas, que ya no se sienten seguros ni siquiera dentro de sus propias familias”, advirtió Ciarán Donnelly, vicepresidente sénior del IRC para Respuesta, Recuperación y Desarrollo.
“Nuestros equipos hacen todo lo posible por apoyarlos, pero sin acceso seguro y suministros básicos, su recuperación corre el riesgo de detenerse por completo”, advierte.
Mientras tanto, las prótesis y los servicios de rehabilitación escasean, la terapia psicológica es casi inexistente y la ayuda humanitaria sigue bloqueada por el férreo cerco israelí. Más allá de los cuerpos mutilados, los niños cargan heridas invisibles: han perdido a familiares, sufren ansiedad, terrores nocturnos y un miedo persistente al abandono.
Una hambruna catastrófica
La situación se agrava con la hambruna. Al menos 44.000 niños han sido diagnosticados con desnutrición aguda desde enero, de los cuales 8.000 se encuentran en estado grave, según Hadja Lahbib, comisaria europea de Igualdad, Preparación y Gestión de Crisis. Las proyecciones son aún más sombrías: más de 130.000 menores de cinco años podrían estar en riesgo hacia mediados de 2026.
“Los niños están muriendo de hambre, y quienes logran sobrevivir corren el riesgo de arrastrar discapacidades permanentes”, advirtió Lahbib, instando a la comunidad internacional a actuar “con valentía y determinación” en lugar de limitarse a la compasión.
Una evaluación reciente del IRC a 469 familias desplazadas en Ciudad de Gaza, Deir al-Balah y Jan Yunis reveló que uno de cada tres niños menores de tres años no había comido nada en las 24 horas anteriores. Casi tres cuartas partes de las familias con hijos pequeños mostraban signos visibles de desnutrición, y apenas un 1% de los hogares podía considerarse seguro en términos alimentarios. El resto sobrevivía reduciendo raciones y comiendo lo mínimo indispensable.
Educación devastada: niños sin futuro
La destrucción no se limita al cuerpo o al estómago: la educación también ha colapsado. Casi 660.000 estudiantes han perdido dos cursos escolares completos, mientras que el 97% de las escuelas han sufrido daños, y más de 430 fueron alcanzadas directamente por bombardeos desde octubre de 2023.
En Cisjordania ocupada, 75 centros educativos han sido destruidos o vandalizados, y otros 84 enfrentan órdenes de demolición. La infancia, incluso en sus aulas, queda atrapada entre los escombros.
Las masacres continúan
En paralelo, la invasión terrestre de Israel sobre la Ciudad de Gaza para recuperar el control continúa, y en las últimas 24 horas al menos 83 personas han muerto y 216 han resultado heridas, según fuentes locales, mientras los ataques aéreos y las operaciones terrestres del ejército israelí se intensifican en distintas zonas del enclave.
El ejército israelí afirmó que 700.000 palestinos han huido hacia el sur desde la Ciudad de Gaza desde finales de agosto. La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) reportó que desde mediados de agosto se han registrado 388.400 desplazamientos, la mayoría desde la ciudad.
A finales de agosto, la ONU estimaba que alrededor de un millón de personas vivían en la Ciudad de Gaza y sus alrededores, donde se ha declarado oficialmente la hambruna, bajo la advertencia de que puede extenderse al resto del enclave.
Según OCHA, los ataques en la ciudad han sido especialmente intensos durante la última semana, incluyendo bombardeos contra tiendas de desplazados, edificios residenciales e infraestructuras públicas, provocando un alto número de víctimas.
Desde octubre de 2023, el ejército israelí ha matado a más de 65.400 palestinos en Gaza, la mayoría mujeres y niños. Sin embargo, la relatora de la ONU para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, advirtió a mediados de septiembre que el número real de víctimas podría ser hasta 10 veces mayor, según diversas fuentes. “Deberíamos empezar a pensar en 680.000, porque este es el número que algunos académicos y científicos señalan como la cifra real de muertos en Gaza”, declaró.