La llegada del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, este viernes a la Asamblea General de la ONU provocó la salida de numerosos delegados en señal de protesta. Los organizadores tuvieron que pedir silencio en varias ocasiones para restablecer el orden antes de que pudiera comenzar su intervención.
Netanyahu, bajo fuerte presión internacional por el genocidio en Gaza, que ha dejado decenas miles de muertos, demoró en iniciar su discurso debido a estas protestas. Incluso mientras hablaba, se escucharon murmullos de desaprobación en la sala.
Fuera del edificio, una multitud de manifestantes increpaba a las delegaciones que ingresaban: “¿Por qué van a escuchar a Netanyahu?”, cuestionaban.
En su intervención, el primer ministro defendió sus ataques en Gaza, Líbano, Yemen y Siria. Buscó justificar su ofensiva contra Gaza, y también negó la hambruna que ya ha matado a cientos de palestinos y que mantiene al borde de la muerte a miles más.
Ataques a Irán y acusaciones
Como parte de su exposición, Netanyahu trajo consigo mapas, entre ellos uno titulado “The Curse” —“La maldición”— en el que señaló en rojo a Irán, Siria, Iraq, Yemen y Gaza, países y territorios que calificó como amenaza directa a la paz regional.
Aseguró que a lo largo del último año Israel ha golpeado a los hutíes en Yemen y a Hezbollah en Líbano.
Luego, afirmó que, gracias a sus acciones, forzó la caída del régimen de Bashar Al-Assad en Siria, y que acabó con el programa nuclear iraní.
En este contexto, agradeció explícitamente el respaldo de Estados Unidos y del presidente Donald Trump.
El primer ministro acusó a Teherán de estar desarrollando misiles balísticos y capacidad nuclear— pese a las informaciones que apuntan que Israel posee también un arsenal nuclear no declarado—. Aseguró que Irán constituye una amenaza para todo el mundo, buscando así justificar sus ataques contra ese país. En respuesta, la delegación iraní abandonó la sala y dejó sobre la mesa fotografías de civiles muertos en los bombardeos israelíes contra su país.