Desde el primer momento, se sabía que las negociaciones en Belém, Brasil, serían complejas y tensas. Y, efectivamente, la conferencia de la ONU sobre cambio climático, la COP30, cerró este sábado sin lograr un compromiso claro para eliminar los combustibles fósiles. Esto desató protestas inmediatas de decenas de países, que advirtieron que el borrador final de la cumbre socava la lucha global para limitar el calentamiento a 1,5°C.
El texto final se limita a abogar por acelerar la acción climática de manera "voluntaria" y a triplicar la financiación para la adaptación climática de los países en desarrollo de aquí a 2035.
Más de 80 naciones, incluyendo actores clave como Colombia, Francia y España, se habían movilizado durante las dos semanas de la cumbre, que se llevó a cabo del 6 al 21 de noviembre y se extendió por un día más, para asegurar una hoja de ruta clara rumbo a abandonar los combustibles fósiles.
No obstante, tras varios cambios en los borradores propuestos por el anfitrión, Brasil, debido a la fuerte resistencia de grandes productores de petróleo y de algunas economías emergentes, la versión final no mencionó específicamente la eliminación de los combustibles fósiles. En cambio, el texto solo compromete a los países firmantes a acelerar la acción climática de manera "voluntaria".
El descontento de Colombia, Uruguay y otros países provocó momentáneamente la interrupción de la sesión de clausura, celebrada bajo el estruendo de la lluvia tropical característica de Belém, ciudad en el medio del Amazonas. El presidente de la COP30, André Correa do Lago, suspendió temporalmente la reunión después de que delegaciones de la Unión Europea, Panamá y Suiza expresaran abiertamente su protesta y levantaran banderas objetando el texto.
Cuando se reanudó la sesión, Correa do Lago confirmó la aprobación del texto a pesar de las objeciones.
¿Cuáles fueron los puntos adoptados en la declaración final?
En primer lugar, la COP30 adoptó el lanzamiento de una "iniciativa voluntaria" para los países que deseen colaborar con una mayor reducción de su contaminación por carbono con el fin de limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles del siglo XIX.
Esta debe "tener en cuenta" el compromiso asumido en la COP28 de 2023 de abandonar gradualmente los combustibles fósiles, aunque sin utilizar este término tan delicado, que amenazaba con descarrilar las negociaciones. Un informe sobre estos esfuerzos, que incluye dos "sesiones informativas" en junio y noviembre de 2026, debe ser presentado en la COP31.
Por otra parte, el documento, llamado Mutirão, pide "esfuerzos para al menos triplicar" en diez años la ayuda financiera para la adaptación de los países en desarrollo, en comparación con el objetivo de 40.000 millones al año para 2025. Esta ayuda es responsabilidad de los países desarrollados, que sin embargo no lograron incluir que el objetivo también implique las contribuciones voluntarias de países emergentes.
En tercer lugar, las tensiones comerciales mundiales serán objeto de un "diálogo" durante tres años en el marco de las negociaciones climáticas. Esta novedad es la victoria política que buscaba China, que desde hace tiempo, junto con otros países emergentes exportadores como India, intentaba cuestionar en las COP las barreras comerciales ambientales, en particular el impuesto al carbono en las fronteras de la Unión Europea.
Iniciativas fuera de la declaración
Fuera de las decisiones oficiales de la COP, Brasil lanzó un fondo de nueva generación para proteger los bosques: se invertirá en los mercados y las ganancias se utilizarán para compensar a los contribuyentes y a los países en desarrollo, según la cantidad de hectáreas de bosques efectivamente protegidas.
Ha recaudado aproximadamente 5.500 millones de dólares en compromisos iniciales de contribuciones, distribuidos en los próximos años y con condiciones diversas según los países: Brasil (1.000 millones de dólares), Noruega (3.000 millones de dólares), Alemania (1.000 millones de euros), Indonesia (1.000 millones de dólares), Francia (hasta 500 millones de euros), Portugal (un millón de euros). A largo plazo, Brasil desea recaudar 125.000 millones de dólares.
Por otra parte, han surgido varios compromisos voluntarios de países respecto al metano –el segundo gas de efecto invernadero más importante después del dióxido de carbono–, a cuadruplicar los "combustibles sostenibles", o incluso el carbón, con el anuncio de Corea del Sur de su eliminación progresiva en sus centrales eléctricas.
Rechazo y protestas
No obstante, ante la declaración final, Colombia fue particularmente crítica. La ministra de Ambiente, Irene Vélez, acusó a la cumbre de fallar en su misión principal. "Colombia no aceptará un texto que niegue la ciencia, que impida alcanzar la meta de 1,5°C y que le dé la espalda a la gente y a la vida", dijo.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, afirmó en redes sociales que se oponía al documento final: "No acepto que la declaración de la COP30 no indique claramente, como nos dice la ciencia, que la causa de la crisis climática son los combustibles fósiles usados por el capital", escribió.
La Unión Europea admitió su decepción: "Nos hubiese gustado más ambición", dijo el comisario europeo para el Clima, Wopke Hoekstra. "Pero vamos a apoyar lo que está sobre la mesa", agregó.
Por otro lado, hubo países que mostraron desinterés, no solo por los acuerdos, sino por la conferencia en general: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no asistió a la cumbre de líderes y no envió una delegación significativa. Algo similar hizo Argentina: el Gobierno de Javier Milei mostró reticencia a participar, minimizando la importancia del cambio climático y enviando pocos representantes. El sábado, presentó reservas sobre el documento final, argumentando que este debe interpretarse según la legislación nacional y que toda la parte conocida como "género y clima" es confusa y no se sienten vinculados por su lenguaje.
A pesar de la controversia, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que había elevado las expectativas llamando una "hoja de ruta" para la eliminación de las energías responsables del calentamiento global, calificó positivamente el evento, indicando que "la ciencia prevaleció y el multilateralismo ganó".
El presidente de la COP30, André Correa do Lago, anunció que Brasil trabajará en los próximos meses para elaborar una hoja a la que puedan sumarse los países interesados, y hará lo mismo con la deforestación. En paralelo, Colombia y Holanda anunciaron una conferencia internacional contra las energías fósiles en abril de 2026, en la ciudad colombiana de Santa Marta.
La siguiente COP, en Türkiye
Brasil se ha comprometido a trabajar dentro del marco voluntario adoptado hasta entregar la presidencia de la cumbre a Türkiye, que fue confirmada como la sede para la COP31, después de que Australia retirara su candidatura.
En este marco, el sábado, el presidente de Türkiye, Recep Tayyip Erdogan, destacó el compromiso del país con el cambio climático. Señaló que la proporción de energías renovables en la matriz energética del país ya superó el 60% este año, y que Ankara busca cuadruplicar su capacidad de energía solar y eólica para 2035.















