En medio de la turbulencia que sacude a Latinoamérica por cuenta de los ataques militares de Estados Unidos en el Caribe y en el Pacífico, ahora una amenaza oscurece el panorama con la posibilidad de que Washington abra en México un nuevo frente de disputa en lo que ha enmarcado como su lucha irreductible frente al narcotráfico. Eso es lo que se desprende del reporte de la cadena estadounidense NBC News que acaba de revelar que el Gobierno del presidente Donald Trump planea una misión encubierta dentro del país latinoamericano para apuntar contra a los cárteles de la droga con la participación de tropas y oficiales de inteligencia.
Citando a funcionarios actuales y anteriores con conocimiento de los planes, NBC News detalló que la Casa Blanca evalúa ejecutar ataques selectivos contra líderes y centros operativos del narcotráfico en el país vecino, lo que implicaría una expansión de su actual campaña militar en Latinoamérica. Las fuentes detallaron que se sopesan operaciones terrestres limitadas y ofensivas con drones contra líderes de cárteles y laboratorios de drogas.
Según el reporte, el plan incluiría el despliegue de unidades de élite y agentes de inteligencia en operaciones coordinadas desde Washington. Aunque el entrenamiento de las tropas ya habría comenzado, su traslado a México aún no sería inminente, aclararon los funcionarios. Las fuerzas estadounidenses utilizarían drones de vigilancia y ataques para rastrear laboratorios, seguir cargamentos y eliminar a líderes criminales, añadió el reporte. No obstante, algunos de estos sistemas requieren operadores en tierra, lo que implicaría —aunque sea discretamente— la presencia de personal estadounidense dentro de territorio mexicano.
La publicación de NBC señaló que las unidades involucradas pertenecerían al Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC), encargado de las misiones secretas del ejército estadounidense. Estas acciones se desarrollarían bajo el llamado “Título 50”, el marco legal que regula las operaciones encubiertas fuera del sistema militar tradicional.
Además, la posible participación de la CIA refuerza el carácter secreto de la iniciativa, que seguiría el modelo de las recientes acciones estadounidenses en el Caribe y el Pacífico.
Aunque la preparación preliminar de las tropas ya está en marcha, los funcionarios enfatizaron que, por el momento, no se planea ningún despliegue en México. Las conversaciones sobre el alcance y el cronograma de la misión continúan, y aún no se ha tomado una decisión final. La Casa Blanca todavía no se ha pronunciado sobre el informe.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ya ha expresado su oposición a cualquier posible intervención estadounidense en su territorio, afirmando que su país “rechaza cualquier forma de intervención o injerencia”. También ha reiterado que “México coordina y colabora, pero no se subordina”.
El informe de NBC News también apunta a que la preferencia de Washington es llevar a cabo la operación en coordinación con el Gobierno de México, pero los funcionarios no han descartado proceder sin dicha cooperación.
¿Militarizar la lucha contra los cárteles del narcotráfico?
Ahora bien, si este nuevo frente llega a abrirse, representaría un giro drástico en la política de seguridad estadounidense. Hasta ahora, la cooperación con México se había limitado al intercambio de inteligencia y apoyo técnico, sin contemplar la presencia de tropas en suelo extranjero.
Pero, como parte de su retórica para justificar la lucha desplegada en el Caribe, Trump ha insistido en que el narcotráfico no es solo un problema de seguridad, sino una amenaza directa a la seguridad nacional de Estados Unidos. Entonces su administración, de acuerdo a este razonamiento, busca militarizar este combate a los cárteles, tratándolos como si fueran organizaciones terroristas internacionales.
En esa línea, un alto funcionario estadounidense declaró: “El Gobierno de Trump está comprometido con un enfoque integral para abordar las amenazas que los cárteles representan para los ciudadanos estadounidenses”.
Cabe recordar que, en febrero pasado, el Departamento de Estado dio un paso decisivo al designar a varios cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas extranjeras”. Esta decisión le permite a la Casa Blanca autorizar operaciones encubiertas y ataques selectivos fuera del país sin necesidad de aprobación del Congreso, amparándose en la doctrina de la “amenaza externa”.
Algo que, además, en la práctica, abre la puerta a un escenario inédito: la intervención militar directa en territorio mexicano bajo el pretexto de la seguridad nacional.
Durante lo que ya son más de dos meses, Trump ha expandido las operaciones militares estadounidenses en Latinoamérica, desplegando infantes de marina, buques de guerra, aviones de combate y bombarderos, submarinos y drones. También se reporta que el portaaviones USS Gerald Ford se dirige al Caribe como parte de este despliegue.
Según fuentes oficiales, al menos 15 ataques se han realizado desde principios de septiembre, principalmente en el mar Caribe y el Pacífico oriental, con un saldo de más de 65 muertos.
Organizaciones de derechos humanos y expertos legales han puesto en duda la legalidad de este tipo de operativos, argumentando que los ataques contra presuntas embarcaciones de narcotráfico violan el derecho internacional. Justamente, el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Turk, calificó las acciones como “inaceptables” y pidió una investigación independiente, describiéndolas como posibles ejecuciones extrajudiciales.







