GENOCIDIO EN GAZA
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Nos trataron como animales: un padre palestino relata su sufrimiento dentro de una prisión israelí
Tras pasar 20 meses bajo detención israelí, Mohammed Abu Mussa regresó a casa, pero su familia ya no estaba completa: su madre, su hermana y otros seres queridas habían sido asesinados en un ataque israelí.
Nos trataron como animales: un padre palestino relata su sufrimiento dentro de una prisión israelí
Mohammed Abu Mussa, de 45 años, posa con sus hijos en Gaza, el sábado 18 de octubre de 2025, tras ser liberado de prisión en Israel. / AP
20 de octubre de 2025

En medio de la alegría por recuperar su libertad después de 20 meses de sufrimiento en prisiones israelíes, Mohammed Abu Mussa supo que algo no estaba bien. 

Al bajar del autobús en el que llegó a Gaza, junto a otros prisioneros palestinos liberados la semana pasada, este técnico médico de 45 años se reunió con su esposa y sus dos hijos pequeños.

Pero cuando preguntó por su madre, su hermano no lo pudo mirar a los ojos.

Finalmente, lo sentaron y le contaron: su madre, su hermana menor Aya, los hijos de Aya y su tía y tío habían sido asesinados por un ataque aéreo israelí que impactó el lugar en el que se refugiaban en el centro de Gaza durante julio pasado.

Más de 1.800 palestinos detenidos en Gaza por tropas israelíes durante estos dos años de ofensiva genocida fueron liberados esta semana, bajo el acuerdo de alto el fuego que logró la entrega por parte de Hamás de los últimos rehenes israelíes con vida.

Tel Aviv también liberó alrededor de 250 prisioneros palestinos condenados durante las últimas décadas, quienes regresaron principalmente a Cisjordania ocupada o fueron exiliados al extranjero, aunque algunos fueron enviados a Gaza.

Aquellos liberados y devueltos a Gaza se encontraron con la conmoción de cómo su patria había sido destruida y familias enteras destrozadas por los bombardeos israelíes mientras estaban encerrados, con pocas noticias de la ofensiva.

Al relatar su regreso, Abu Mussa dijo que el dolor lo golpeó incluso antes de que los detenidos liberados bajaran del autobús el lunes. Algunos gritaban por las ventanas del autobús a personas que conocían en la multitud que los aclamaba, dándoles la bienvenida y preguntando por hermanos, madres y padres.

A menudo, dijo, su respuesta era escueta: "Que Dios tenga sus almas en paz".

Detenido por Israel mientras su familia huía, Abu Mussa sufrió su primera pérdida poco después de que Tel Aviv lanzara su campaña genocida en Gaza el 7 de octubre de 2023.

Ocho días después, un ataque aéreo impactó la casa de su familia en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza, mientras él estaba de servicio en el Hospital Nasser, donde trabajaba como técnico de radiología.

Un video que circulaba en línea en aquel momento lo mostraba a él y a su esposa, Rawan Salha, corriendo por el hospital en busca de su hijo, Youssef, entre las víctimas. "Tiene 7 años, cabello rizado, piel clara y es hermoso", gritaba Salha.

El niño había llegadi sin vida. En el ataque también murieron la esposa de uno de los hermanos de Abu Mussa y sus dos hijos.

En los meses siguientes, Abu Mussa trabajó constantemente mientras los heridos llegaban al hospital, donde Salha y sus dos hijos sobrevivientes también se refugiaban junto con cientos de otras personas expulsadas de sus hogares.

En febrero de 2024, las fuerzas israelíes rodearon el hospital, preparándose para asaltar las instalaciones en busca de supuestos miembros de Hamás. Exigieron que todos se fueran, excepto el personal y los pacientes demasiado graves para ser trasladados.

Pero Salha se negó a irse sin Abu Mussa, dijo él.

Así que salieron caminando con sus hijos. En un puesto de control militar israelí cercano, Abu Mussa fue llamado aparte junto con otros para ser interrogado en un estadio cercano.

Fue el comienzo de una larga separación de su familia.

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Abuso en las prisiones


Abu Mussa relata que sus meses en prisiones israelíes estuvieron llenos de abusos. Al igual que los otros detenidos liberados y devueltos a Gaza el lunes, nunca fue acusado formalmente.

Comenzó en el estadio, donde dijo que lo golpearon con palos y a puños durante el interrogatorio.

A todos los que fueron llevados desde el puesto de control les amarraron las manos atadas con bridas de plástico durante tres días, sin recibir agua y sin permiso para usar el baño.

"Casi todos nos ensuciamos encima", dijo Abu Mussa.

Fue llevado a Sde Teiman, un campo de prisión militar dentro de Israel, donde sería retenido durante dos meses.

Todos los días, dijo, los prisioneros palestinos eran obligados a arrodillarse durante horas sin moverse. “Es agotador, sientes que tu espalda está rota", dijo.

Los guardias apartaban a algunos para golpearlos, dijo Abu Mussa, añadiendo que le rompieron una costilla en una de las palizas.

Posteriormente, fue trasladado a la prisión de Négev, que es administrada por autoridades civiles. Allí, dijo, las palizas eran menos frecuentes, ocurriendo principalmente cuando los guardias realizaban registros semanales de las celdas, dijo.

Pero las condiciones eran duras.

Casi todos los detenidos tenían sarna, una infestación de ácaros que se introducen en la piel. "La gente se frotaba contra las paredes tratando de aliviar la picazón", recordó.

A pesar de las solicitudes, los funcionarios de la prisión no les dieron cremas a los detenidos para tratar esta condición hasta unas semanas antes de su liberación, dijo.

La ropa de cama estaba sucia, y a los detenidos no se les permitía cambiarse de ropa. Los cortes a menudo se infectaban, dijo.

Cuando lavaban la única ropa que tenían, debían desnudarse completamente y envolverse en una manta, pero si los guardias los veían, les “quitaban la manta y te obligaban a dormir sin ella", dijo.

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“Nos trataron como animales”


Los detenidos enfermos o aquellos con condiciones crónicas pedían medicinas, pero eran rechazados, dijo.

Un hombre, Mohammed al-Astal, sufrió una obstrucción de colon que empeoró y finalmente murió, dijo Abu Mussa.

"Nos trataron como animales", sostuvo.

El Servicio de Prisiones de Israel, que opera la cárcel de Négev, dijo que no tenía conocimiento del caso cuando se le consultó sobre el relato de Abu Mussa. Añadieron que el servicio opera de acuerdo con la ley, y que se respetan los derechos de los prisioneros a atención médica y condiciones de vida adecuadas.

También en respuesta, el ejército negó que haya un abuso sistemático en sus instalaciones, y dijo que actúa de acuerdo con la ley israelí e internacional y que investiga cualquier denuncia concreta.

Pero el relato de Abu Mussa es igual al de muchos palestinos que fueron liberados antes.

Al menos 75 palestinos han muerto en prisiones e instalaciones de detención israelíes durante la ofensiva, dijo la ONU en un informe el mes pasado, afirmando que las condiciones en las instalaciones equivalían a tortura, lo que contribuyó a los fallecimientos.

Un joven palestino de 17 años que perdió la vida en prisión en marzo fue encontrado consumido por inanición, y tenía inflamación de colon y sarna, según un médico israelí que observó la autopsia.

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Regreso a la devastación


Al cruzar la frontera de Israel a Gaza después de la liberación, "el primer shock fue la destrucción", dijo Abu Mussa.

Su ciudad natal de Jan Yunis era irreconocible. Barrios enteros habían sido arrasados. Él y sus compañeros de viaje buscaban puntos de referencia entre los edificios destrozados.

Los autobuses llegaron al Hospital Nasser, donde la multitud los esperaba. Presa del pánico al no ver a su esposa e hijos entre la multitud, Abu Mussa le preguntó a un compañero de trabajo del hospital dónde estaban. Él le aseguró que estaban adentro, esperando.

Le preguntó a uno de sus hermanos por su madre. El hermano no podía mirar a Abu Mussa a los ojos, diciendo solamente: "Ya viene".

"No me estaba diciendo la verdad", dijo Abu Mussa. Después de reunirse con su esposa e hijos, preguntó de nuevo por su madre y su hermana, Aya. Finalmente, se lo dijeron.

Al relatar lo que sucedió, Abu Mussa guardó silencio durante largos momentos, abrumado por la emoción. Con la voz quebrada por las lágrimas, recordó cómo su madre siempre había sido fuerte, negándose a llorar después de que uno de sus hermanos fuera asesinado durante la ofensiva de Israel de 2009.

"Ella siempre se mantenía firme, para que los demás no nos derrumbáramos", dijo.

Se preguntaba si la alegría habría quebrado la reserva de su madre si hubiera podido verlo regresar de su encarcelamiento.

"La extraño. Quiero verla", lamentó entre lágrimas. "Quiero besar su mano, su cabeza".


FUENTE:TRT World