Desde hace más de un mes, no ha parado de crecer la expectativa ante si Estados Unidos cumpliría una de sus amenazas: el envío de su mayor portaaviones, el USS Gerald R. Ford, al Caribe. Y, finalmente, este martes la embarcación arribó, avivando más las tensiones con Venezuela, tras los múltiples ataques letales de Washington contra botes cerca de sus costas. En medio de la creciente alarma, Caracas ordenó una movilización militar sin precedentes, afirmando que busca frenar lo que calificó de “amenazas imperiales” y resistir una “agresión colonial”.
Ahora bien, la llegada del portaaviones –que viajó desde Croacia, donde se encontraba cuando el presidente de EE.UU., Donald Trump, ordenó su movilización el pasado 24 de octubre– es significativa. La embarcación cuenta con un reactor nuclear y capacidad para albergar más de 75 aeronaves, incluidos los cazas F-18 Super Hornet y el avión de alerta temprana E-2 Hawkey. Y, a bordo, van más de 5.000 tripulantes. Según la Marina estadounidense, “es la plataforma de combate más capaz, adaptable y letal del mundo, y mantiene la capacidad de la Armada de proyectar poder a escala global a través de operaciones en el mar”.
“Estas fuerzas mejorarán y aumentarán las capacidades existentes para interrumpir el tráfico de narcóticos, y degradar y desmantelar las organizaciones criminales transnacionales”, declaró el portavoz del Departamento de Defensa, Sean Parnell, en un comunicado, luego de que el Pentágono confirmó el arribo del portaaviones.
Pero su llegada no es un hecho aislado: se suma a otros ocho buques de guerra, un submarino nuclear y aviones F-35 ya desplegados en el mar Caribe.
El ejército estadounidense ha realizado al menos 19 ataques contra supuestas embarcaciones vinculadas al narcotráfico en el Caribe y frente a las costas del Pacífico latinoamericano, que dejaron al menos 76 muertos. El ataque más reciente ocurrió este domingo, según fuentes de defensa estadounidenses, donde seis personas fueron asesinadas.
Todo esto ocurre en el marco de lo que Washington define como una operación contra el narcotráfico, acusando sin pruebas al Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de vínculos con carteles. Sin embargo, el despliegue parece apuntar a algo más que interceptar pequeños barcos y lanchas: el propio Maduro ha reiterado que el aumento de la presencia militar de EE.UU. y los ataques buscan, en realidad, forzar un cambio de gobierno.

Venezuela ordena despliegue militar a gran escala
Caracas, en medio, no se ha quedado de brazos cruzados. Este martes anunció un operativo militar masivo, que abarca medios terrestres, aéreos, navales, fluviales y con misiles, así como sistemas de armas, unidades militares, civiles, entre otros. En un comunicado, el Ministerio de Defensa describió la maniobra como un ejercicio de “defensa integral” con la misión de enfrentar las “amenazas imperiales”.
Estos operativos, que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ya puso en marcha, se enmarcan en una fase superior del llamado Plan Independencia 200, que comenzó en septiembre bajo el concepto de “resistencia activa y defensiva permanente”. Además del despliegue de diversos sistemas de armas, la fase de lucha armada incluye el alistamiento de la Milicia Bolivariana.
En este marco, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, detalló que la movilización responde directamente a “la amenaza militar emplazada en el Caribe, que no solo amenaza a Venezuela, sino a toda la región latinoamericana”, reportó Telesur. En esa línea, acusó a Estados Unidos de utilizar a sus fuerzas armadas para cometer asesinatos y ejecuciones sin debido proceso durante sus ataques a las lanchas y botes, una denuncia respaldada por múltiples organizaciones internacionales de derechos humanos.
En paralelo, el presidente Maduro promulgó la Ley del Comando para la Defensa Integral de la Nación, iniciativa sancionada previamente por el poder legislativo. Esta busca profundizar la doctrina cívico-militar y garantizar la paz y soberanía nacional, en un contexto de presión externa impulsada por “actores imperialistas”. La ley fortalece la estructura de defensa del Estado, integrando capacidades civiles y militares para responder a amenazas en todos los ámbitos.
Maduro afirmó que Venezuela “tiene la verdad y la razón” de su lado, y que está “del lado correcto de la historia”. “Defendemos la causa más sagrada que jamás se haya defendido. Estamos en nuestra ley, estamos en nuestra tierra, y nada ni nadie debe pretender perturbar la paz y tranquilidad”, completó.
¿Una respuesta militar “estilo guerrilla”?
Según un informe de la agencia de noticias Reuters, Venezuela está desplegando armas —incluido equipo ruso de décadas de antigüedad— en su territorio, con el plan de montar una resistencia al “estilo guerrillero” o sembrar el caos en caso de un ataque aéreo o terrestre de EE.UU.
La agencia, citando fuentes y documentos de planificación a los que tuvo acceso, argumentó que las fuerzas militares de Washington son muy superiores a las de Caracas. Esa realidad habría llevado al Gobierno de Maduro a apostar por dos estrategias posibles: la primera sería una respuesta de estilo guerrillero –que altos funcionarios han mencionado públicamente sin dar detalles– y otra de tipo “anárquico” –que los funcionarios no han reconocido–.
La defensa de estilo guerrillero, que el gobierno ha denominado “resistencia prolongada” y que ha mencionado en transmisiones de la televisión estatal, implicaría pequeñas unidades militares en más de 280 lugares para realizar actos de sabotaje y otras tácticas guerrilleras, según las fuentes y documentos de planificación de varios años vistos por Reuters.
La segunda estrategia, referente a una “anarquía”, usaría los servicios de inteligencia y a civiles armados para crear desorden en las calles de la capital, y bloquear así cualquier posibilidad de que fuerzas extranjeras puedan gobernar el país, dijo a la agencia una fuente con conocimiento de los esfuerzos de defensa y otra cercana a la oposición.
Sin embargo, no está claro cuándo se podría implementar alguna de estas tácticas. Maduro ha afirmado que hay ocho millones de civiles entrenando en las milicias para defender al país. Mientras tanto, hay unos 60.000 miembros del Ejército y la Guardia Nacional que el gobierno desplegaría para su “guerra de resistencia” de estilo guerrillero, dijo la fuente a Reuters.

Colombia suspende intercambio de inteligencia con EE.UU.
La alarma no solo crece dentro de Venezuela, sino que sus posibles implicaciones en otros países de América Latina han generado reacciones e incluso medidas.
De hecho, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ordenó este martes a las fuerzas de seguridad del país suspender el intercambio de inteligencia con las agencias estadounidenses hasta que Washington detenga los ataques contra embarcaciones en el Caribe.
“Se da orden a todos los niveles de la inteligencia de la fuerza pública suspender envío de comunicaciones y otros tratos con agencias de seguridad estadounidenses”, dijo Petro en una publicación en la red social X.
Y agregó: “Tal medida se mantendrá mientras se mantenga el ataque con misiles a lanchas en el Caribe. La lucha contra las drogas debe subordinarse a los derechos humanos del pueblo caribeño”.
La decisión del mandatario se produjo en paralelo a un informe del medio CNN que reveló que el Reino Unido ya había suspendido el intercambio de inteligencia con EE.UU. por preocupaciones de que su información se estaba usando para llevar a cabo ataques letales contra presuntos narcotraficantes. Ese reporte indicó que las autoridades británicas consideran que los ataques violan la ley internacional.
Rusia critica ataques “inaceptables” de EE.UU.
En paralelo, Rusia reiteró su rechazo a los ataques de EE.UU. cerca de Venezuela.
“Así actúan, en general, los países fuera de la ley, así como aquellos que se creen por encima de la ley”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergey Lavrov
En declaraciones televisadas este martes, Lavrov cuestionó lo que llamó el “pretexto de luchar contra las drogas” de Washington.
Agregó que Estados Unidos ha estado “destruyendo (los barcos) sin juicio ni investigación, y no solo sin juicio ni investigación, sino sin presentar hechos a nadie”.
















