La competencia tecnológica entre Estados Unidos y China se ha intensificado en los últimos años, convirtiéndose en un componente clave de su rivalidad estratégica. Desde redes 5G hasta inteligencia artificial y semiconductores, esta confrontación refleja un esfuerzo por controlar sectores esenciales para la economía y la seguridad global.
Una investigación publicada este mes en The Chinese Journal of International Politics examina el origen, evolución e impacto de esta “guerra tecnológica”. El estudio resalta cómo las políticas de ambos países buscan asegurar el liderazgo en industrias avanzadas, configurando un escenario de competencia prolongada con efectos globales.
Dinámicas globales y respuestas en la guerra tecnológica
Este contexto estratégico revela la determinación de China por consolidar su posición tecnológica frente a la competencia global.
Desde 2015, China impulsa el plan “Made in China 2025” con el objetivo de avanzar en el desarrollo tecnológico y productivo en 10 sectores industriales estratégicos, que incluyen tecnologías y equipamiento de nueva generación en campos como información, computación y robótica, energías renovables, transporte aéreo, marítimo, ferroviario y electromovilidad.
Su éxito fue reconocido en mayo de 2025 por analistas del periódico Financial Times. Actualmente, Beijing trabaja en la elaboración de un nuevo plan industrial, que, según la agencia Bloomberg, sería presentado hacia marzo de 2026, coincidiendo o no con el Congreso Nacional del Pueblo.
EE.UU., por su parte, busca frenar el ascenso de China a toda costa. La preocupación se advierte desde inicios de este siglo XXI, y se expresó abiertamente ya con la guerra económica lanzada por el presidente Donald Trump en 2018, durante su primer mandato. Con su regreso a la Casa Blanca en enero de este año, para un segundo período, Trump ha retomado con fuerza esta estrategia, buscando desacoplar la economía occidental de la industria tecnológica china.
En marzo de este año, el Gobierno de Estados Unidos añadió unas 70 empresas chinas a su lista negra de exportaciones. Con esa medida, buscó restringir el acceso de Beijing a tecnología clave desarrollada en EE.UU., especialmente en sectores estratégicos como la inteligencia artificial, la computación cuántica y las armas hipersónicas, considerados fundamentales para la hegemonía tecnológica y militar en las próximas décadas.
Aranceles y minerales estratégicos
Washington impuso inicialmente aranceles superiores al 100% a productos chinos, después de que Trump anunciara en abril una fuerte escalada de su guerra comercial global. Sin embargo, postergó la entrada en vigor de esas medidas hasta el 12 de agosto, con el objetivo de dar tiempo a que ambas potencias cierren el acuerdo comercial anunciado en junio y así eviten su aplicación
China respondió limitando la exportación a EE.UU. de tierras raras, elementos esenciales para la producción de dispositivos avanzados en las industrias bélica, aeroespacial, automotriz y electrónica. El gigante asiático es el principal controlador de la extracción y/o el procesamiento de estos elementos químicos, así como de un gran número de minerales críticos para la transición energética y la actual revolución tecnológica, como el cobalto, el grafito, el silicio o el litio.
Al mismo tiempo, la respuesta de China se basa en una estrategia doble: fortalecer sus lazos internacionales y su economía doméstica, con el objetivo de autoabastecerse en áreas estratégicas. Esto implica reforzar su autonomía tecnológica mediante desarrollos propios. Un ejemplo ilustrativo es el primer superordenador diseñado completamente con tecnología nacional, el Central Intelligent Computing Center, creado para procesar modelos de lenguaje de inteligencia artificial a gran escala.
DeepSeek y la batalla por la IA
A principios de 2025, la aparición del nuevo modelo de inteligencia artificial de la startup china DeepSeek provocó un gran cimbronazo, conocido como “lunes negro” en Wall Street. Las acciones de las grandes tecnológicas como Microsoft, Meta y Nvidia cayeron en conjunto cerca de 600.000 millones de dólares. DeepSeek alcanzó un desempeño comparable a los principales modelos estadounidenses, como ChatGPT, pero con un costo de desarrollo de aproximadamente el 5% del que tuvieron estos últimos. Además, produce cada token (unidad de datos utilizada para procesar información) a un costo 27 veces menor, consumiendo mucha menos energía y utilizando muchos menos componentes para lograr resultados similares
Otro aspecto clave de DeepSeek es que su código es abierto, lo que permite a la comunidad global acceder, mejorar y adaptar la tecnología. Esto representa una democratización del acceso y uso de la inteligencia artificial a nivel social e internacional. Paradójicamente, China convirtió una debilidad en fortaleza: sin acceso al hardware más avanzado debido al bloqueo tecnológico de Estados Unidos, optaron por usar equipos menos potentes, pero innovaron para desarrollar tecnología de punta con mucho menos dinero y menor consumo de energía.
EE.UU. sigue dominando en áreas clave: tiene 10 veces más centros de datos que China, y sus grandes tecnológicas invierten seis veces más que sus competidores chinos. Sin embargo, los avances de China son notables y vertiginosos. Por ejemplo, la inversión privada en inteligencia artificial generativa se multiplicó por cinco entre 2023 y 2024.
A la vez, el poder financiero tiene sus límites. Muchos en la industria china de IA, como Joe Tsai, presidente de Alibaba, consideran que Estados Unidos está gastando en exceso y que el ritmo de construcción de centros de datos podría superar la demanda inicial de servicios de IA.
Revolución tecnoproductiva y ascenso chino
Por otro lado, China ha logrado avances significativos en sectores tecnológicos clave para el presente y el futuro. Lidera en la producción de energías renovables, como la eólica, solar, hidroeléctrica y nuclear. Además, empresas chinas como BYD y Huawei se han consolidado como líderes en la fabricación de autos eléctricos y en tecnología 5G y teléfonos inteligentes, respectivamente.
De hecho, el informe del Instituto Australiano de Política Estratégica de agosto de 2024 revela un cambio significativo en el liderazgo tecnológico global. El estudio, que monitorea 64 tecnologías críticas, indica que entre 2003 y 2007 EE.UU. lideraba en 60 de ellas, mientras China apenas lo hacía en tres. Sin embargo, entre 2019 y 2023, Washington lideró solo siete, y Beijing tomó la delantera en 57.
Así, China lidera en áreas como el diseño y la fabricación de circuitos integrados avanzados (chips semiconductores), sensores gravitacionales y cuánticos, computación de alto rendimiento y tecnología de lanzamiento espacial. En tanto, EE.UU. mantiene su liderazgo en relojes atómicos, ingeniería genética, medicina nuclear y radioterapia, informática cuántica, satélites pequeños, y vacunas y contramedidas médicas.
Made in China y poderío tecnoproductivo
Hasta comienzos de este siglo, la etiqueta Made in China, o “hecho en China” en español, se asociaba con productos baratos y de baja calidad. La economía china muestra una expansión significativa en sectores intensivos en capital y una fuerte absorción de tecnologías avanzadas, sustentada en un importante desarrollo científico y tecnológico propio (CyT). Desde hace años, China lidera en solicitudes de patentes y publicaciones científicas. Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, el país supera a EE.UU. en cantidad de clusters CyT (concentraciones geográficas de empresas e instituciones interrelacionadas en un mismo rubro) en el top 50, con 15 chinos frente a 11 estadounidenses.
A fines de 2023, el presidente chino Xi Jinping propuso el concepto de “nuevas fuerzas productivas”, una idea que ha cobrado relevancia en los debates y planes estratégicos del país, con amplias implicaciones para la modernización de China en los próximos años. “La creación de nuevas fuerzas productivas es un paso decisivo en el desarrollo de alta calidad de la economía, en el contexto de la transición económica de China y la revolución tecnológica radical”, afirmó Guo Guoping, diputado de la Asamblea Popular Nacional y científico jefe de la empresa de computación cuántica Origin Quantum.
El surgimiento de nuevos polos de poder en un mundo multipolar
Hoy, con su estrategia contundente, China busca dejar en claro que, frente a los intentos de Estados Unidos por frenar su ascenso, no dará marcha atrás. Por el contrario, apunta a seguir avanzando con más fuerza.
Este escenario presenta tanto desafíos como oportunidades para terceros países. Por un lado, se observan claras presiones de Estados Unidos para cortar vínculos con China, una tendencia que se advierte en todo el mundo, con especial fuerza en América Latina y el Caribe —región considerada su principal esfera de influencia—, así como entre sus aliados europeos y del Norte Global. Estas presiones se enfocan, en particular, en la compra, importación, cooperación tecnológica y proyectos conjuntos en áreas consideradas estratégicas en el marco de la disputa tecnológica del siglo XXI. El peligro que esto conlleva es el freno o la parálisis de proyectos que impulsan el desarrollo socioeconómico y tecnológico a nivel doméstico.
Por otro lado, se presenta una oportunidad para beneficiarse de esta disputa en el caso de países o regiones que no aceptan alinearse ni elegir un bloque, sino que buscan convertirse en nuevos polos de poder en un mundo cada vez más multipolar. Ejemplos actuales como Türkiye, India, y Brasil muestran rasgos en este sentido, y reflejan los beneficios que puede otorgar negociar y cooperar con distintos actores en diversas áreas y agendas globales, desde una posición autónoma y consciente del interés nacional y regional.