GENOCIDIO EN GAZA
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“Pronto moriremos de hambre”: la tragedia de una familia desplazada más de 10 veces en Gaza
Los Abu Jard han huido una y otra vez en Gaza, cargando con miedo, hambre y la amenaza constante de los bombardeos de Israel. Cada mudanza agota sus fuerzas y sus recursos, mientras los ataques no dan respiro en el enclave.
“Pronto moriremos de hambre”: la tragedia de una familia desplazada más de 10 veces en Gaza
“Es una renovación de la tortura. No estamos siendo desplazados, estamos muriendo”, dijo Ne’man. / AP
hace 5 horas

Empacando sus pertenencias y tiendas de campaña en la Ciudad de Gaza, Ne’man Abu Jarad y su familia se encuentran agotados, desesperados y enfadados. Juntos, han tenido que desplazarse por undécima vez en el enclave, escapando de los bombardeos de Israel, cada vez más intensos, y en medio de la invasión de su ejército.

“Es una renovación de la tortura. No estamos siendo desplazados, estamos muriendo”, dijo Ne’man. Al día siguiente, desempacaron en el sur de Gaza en un terreno agrícola estéril de la ciudad de Jan Yunis, sin saber dónde o cuándo encontrarían comida y agua.

Así ha sido la vida de los Abu Jarad durante casi dos años, desde que huyeron de su hogar en el norte de Gaza, días después que Israel lanzara su ofensiva en octubre de 2023. Como innumerables familias palestinas, han huido a lo largo de Gaza y de regreso, obligados a moverse cada pocos meses mientras Israel ataca cada nuevo refugio. La agencia de noticias AP ha documentado gran parte de su viaje.

Durante el alto el fuego que comenzó en enero, la familia pudo regresar a su vivienda, dañada pero aún en pie. No obstante, en menos de dos meses Israel rompió el alto el fuego y los Abu Jarad tuvieron que volver a marcharse. 

Con cada mudanza, Ne’man y su esposa Majida intentan mantener cierta estabilidad para sus seis hijas y su nieta de dos años: la menor, Lana, tiene ocho años; la mayor, Balsam, tiene 20 y es casada. 

El desaliento pesa sobre ellos y la sensación de que la situación puede empeorar no les da respiro. “Lo que viene es oscuro”, dijo Ne’man. “Podríamos ser expulsados (de Gaza). Podríamos morir... Sientes que la muerte te rodea. Sólo corremos de un lugar a otro, huyendo de la muerte”.

“Pronto moriremos de hambre”


Esta última mudanza agotó el poco dinero que tenían: gastaron cientos de dólares para comprar una nueva tienda y alquilar un camión para llevar sus pertenencias.

Al llegar al nuevo terreno, la familia pasó el día limpiando y armando sus dos tiendas: una para ellos, otra para la hermana de Ne’man. Cuando trabajaban, un ataque israelí resonó en la distancia. Vieron el humo negro elevarse sobre Jan Yunis. Exhausto al final del día, Ne’man aún tuvo que cavar una letrina y montar el baño.

Pero el desplazamiento también los despojó de todo lo que hacía la vida soportable. El nuevo campamento no tiene un mercado cerca, ni escuelas. Tienen que caminar dos kilómetros para obtener conexión a internet, y están rodeados de extraños.

“Estamos viviendo en un desierto”, dijo Ne’man. En una ocasión, sus hijas caminaron más de un kilómetro para alcanzar un camión de agua que pasaba, aunque se vació antes de poder llenar todas sus garrafas de plástico. 

Majida, por su parte, trató de centrarse en las cuestiones prácticas. Si algún día los camiones de agua comienzan a acercarse, dijo, las niñas no tendrán que caminar tanto y se quejarán menos. Una vez que aparten un rincón para una cocina, donde puedan cocinar y lavar, eso comenzará a crear una rutina diaria. “Cuantos más detalles de la vida diaria estén resueltos, más cómodos nos sentiremos”, dijo Majida.

“Las cosas mejorarán”, dijo una y otra vez, aunque sin un rastro de optimismo en su voz.

El área había sido una zona militar cerrada israelí hasta hace unas semanas, cuando Israel anunció que los desplazados podían mudarse allí. Pero hay puestos militares israelíes cerca, y pueden ver tanques moviéndose dentro y fuera de este. “No es seguro aquí”, dijo Ne’man, quien entiende que es posible que tengan que afrontar, otra vez, un desplazamiento.

Los días pasaron y Ne’man se comunicó de nuevo con AP. “Estamos aquí sentados sin poder comer”, dijo. Prácticamente sin dinero para comprar comida, tampoco les llega ayuda.

Peor aún, un hombre que afirmaba ser el dueño del terreno llegó, respaldado por hombres armados, y exigió que pagaran alquiler o se fueran. No obstante, Ne’man no puede pagar el alquiler. No puede costear los gastos de mudanza, pero puede que no tenga otra opción.

“Pronto moriremos de hambre”, lamentó. “Dos años, toda nuestra energía se ha agotado, física, mental y económicamente. No podemos soportar más que esto”.

Un nuevo desarraigo


Cada traslado pesa más para las hijas de Majida: “Es difícil para ellas cambiar cada vez que se acostumbran a algo”, lamenta. 

Durante meses, la familia sobrevivió en una tienda de campaña en Ciudad de Gaza. La rutina era dura, pero habían logrado cierta estabilidad: conocían el vecindario, tenían acceso a agua y asistencia médica, y las niñas podían reencontrarse con amigas que también estaban desplazadas. Sarah, una de sus hijas, incluso pudo estudiar gracias al internet que les prestó una familia vecina. Entre descargas de libros en los teléfonos y tareas escolares, hallaban pequeños espacios para ocupar el tiempo.

La comida, sin embargo, se volvió el desafío más peligroso. Con la ayuda restringida y la ciudad sumida en el hambre, Ne’man se unía a largas filas para esperar la entrada de camiones desde Israel. “Las tropas disparaban contra las multitudes. Ne’man vio morir y herir a personas”, relató Majida. Aun así, en ocasiones volvía con algo de comida.

En medio de todo, surgió un rayo de esperanza: Lana, la menor, fue inscrita en una escuela. “Estaba muy emocionada. Su vida tendría algo de regularidad”, recuerda su madre. Pero la ilusión apenas duró tres días. Una nueva orden de evacuación se extendió en la ciudad, mientras los bombardeos se intensificaban. Una torre de apartamentos fue derribada a una cuadra de distancia y la metralla atravesó la tienda de campaña. Otro ataque destruyó una casa frente a la suya, causando la muerte de varios familiares que estaban sentados afuera, contó Ne’man.

Lana apenas había asistido a tres días de clases. Pero era hora de irse. Sin más opción, tuvieron que unirse al flujo de palestinos que huían desde Ciudad de Gaza hacia el sur. 

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Crecer en medio del horror


Vestida con pijamas rosas y apoyada contra su padre en su nuevo campamento, Lana describió cómo sus mejores amigas Sila y Joudi se despidieron de ella cuando dejaron la Ciudad de Gaza. La abrazaron y le dijeron que la amaban, y estaban llorando, dijo Lana.

“Pero yo no lloré”, agregó firmemente. “No lloraré en absoluto. No estaré triste”.

La niña tenía seis años cuando comenzó la ofensiva israelí que cambió sus vidas. A diferencia de sus hermanas, que crecieron en un ambiente más estable, Lana está formando su carácter entre bombardeos y desplazamientos. “Está ganando conciencia en medio de la guerra, el bombardeo y la vida en las tiendas de campaña”, explica Majida.

Ese aprendizaje forzado también la hace impaciente. “Hay cosas que mis hermanas soportan que yo no soporto”, reconoce Lana. Las incomodidades de la vida en el campamento la exasperan, desde el baño improvisado hasta la dificultad de concentrarse al leer.

El peso de la rutina diaria —cargar agua, recoger leña, buscar comida, limpiar la tienda— se suma a un temor constante: que esa precariedad se vuelva permanente o que un ataque termine con todo. La falta de espacio y privacidad provoca además discusiones entre las niñas.

“Éramos una familia modelo, comprensiva y amorosa”, indicó Ne’man. “Nunca imaginé que llegaríamos a este punto. Me da miedo que la familia se fragmente por toda la presión”.

Los bombardeos continúan en toda Gaza


Mientras algunas familias, como los Abu Jarad, huyen hacia el sur, muchos otros palestinos se encuentran atrapados bajo el fuego israelí en Ciudad de Gaza.

Tan solo durante la madrugada del lunes, el ejército israelí mató al menos a 20 palestinos en todo el enclave, renovando además las advertencias a los residentes para evacuar la ciudad y desplazarse hacia el sur, según testigos y fuentes médicas citadas por la agencia de noticias Anadolu. 

En el suroeste de la Ciudad de Gaza, dos palestinos murieron cuando un dron disparó contra una reunión de civiles en Tel al-Hawa. Otro ataque alcanzó una vivienda habitada en el barrio de al-Sabra, causando muertos y heridos. Al oeste de la ciudad, intensos bombardeos de “cinturón de fuego” atacaron zonas al norte de la Universidad Abierta de Al-Quds.

En el este de la ciudad, un palestino fue asesinado por disparos del ejército israelí, sin que se dispusiera de más detalles de inmediato. El cuerpo fue trasladado al Hospital Bautista. Otros seis palestinos murieron en ataques israelíes contra varios barrios de la ciudad, a la espera de más información.

Se lanzaron panfletos sobre la calle al-Wehda y cerca del Hospital Árabe Al-Ahli, exigiendo la evacuación inmediata hacia el sur. Durante la noche, drones israelíes llevaron a cabo explosiones de demolición en barrios del noroeste, mientras que cuadricópteros sobrevolaban a baja altura y disparaban contra viviendas en Tel al-Hawa y otras zonas.

En agosto, Israel aprobó el plan del primer ministro Benjamín Netanyahu para reocupar gradualmente Gaza, comenzando por la Ciudad de Gaza, donde viven alrededor de un millón de personas.

En el centro de Gaza, dos palestinos murieron y otros resultaron heridos cuando un ataque israelí alcanzó una carpa que albergaba a familias desplazadas en el área de al-Sawarkeh, cerca del campamento de al-Nuseirat. Otra persona murió cuando un vehículo civil fue alcanzado en el barrio de al-Farouq, cerca de la localidad de al-Zawaida.

Solo el domingo anterior, Tel Aviv asesinó a, al menos, 32 palestinos en todo el enclave.

Casi dos años después del 7 de octubre de 2023, Israel ha asesinado a al menos 65.283 palestinos, aunque expertos estiman que esta cifra podría superar los 600.000.

En noviembre pasado, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el exministro de Defensa Yoav Gallant, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en Gaza. Israel enfrenta, además, un proceso en la Corte Internacional de Justicia acusado de genocidio.

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FUENTE:AP, AA
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