“No quería que otra mujer viviera lo mismo que yo”: así apoyan parteras en México a madres migrantes
AMÉRICA LATINA
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“No quería que otra mujer viviera lo mismo que yo”: así apoyan parteras en México a madres migrantesEn la frontera norte de México, un colectivo de parteras acompaña a mujeres migrantes con cuidados respetuosos y prácticas ancestrales para reducir la violencia obstétrica y la mortalidad materna.
Ximena Rojas, directora de la Asociación Partería y Medicinas Ancestrales / TRT Español
hace 12 horas

Cuando Ximena Rojas se convirtió en madre tenía tan solo 17 años, era una adolescente que vivía en la Ciudad de México y soñaba con estudiar medicina, pero la llegada de su hijo cambió sus planes. 

Su parto en el Instituto Nacional de Perinatología fue una experiencia traumática marcada por la violencia obstétrica, con intervenciones médicas innecesarias y malos tratos. “Me hicieron una episiotomía innecesaria, empujaron de regreso a mi bebé cuando iba a nacer y luego usaron fórceps para sacarlo. Cuando llegué a casa tenía taquicardia, intranquilidad y miedo”, relata la mujer a TRT Español. 

Sin embargo, la joven madre recuerda que gracias a los saberes ancestrales de su familia y al cuidado de su madre, que le preparó un baño con plantas medicinales, logró sanar y abrazar la maternidad. Impulsada por esa experiencia, decidió dedicarse a la partería, una alternativa ancestral al parto hospitalario muy común en el país. “No quería que ninguna mujer viviera lo mismo que yo”, sentencia Ximena.

Así nació Partería y Medicinas Ancestrales, un colectivo que desde 2012 ofrece servicios gratuitos y accesibles de salud integral y reproductiva con un enfoque en la recuperación y respeto de la medicina ancestral. “Buscamos disminuir la violencia obstétrica y las cesáreas”, explica Ximena, quien funge como directora de la asociación. “Uno de los objetivos más importantes que tenemos es reducir la muerte materna y la neonatal”.

La labor con la comunidad migrante

En 2016, el camino profesional de Ximena la llevó a Tijuana, ciudad fronteriza y punto de paso para miles de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos. Fue entonces cuando se enfrentó a la dura realidad de las largas filas que forman mujeres en situación de movilidad, muchas embarazadas o recién paridas, que carecen de acceso a atención médica digna.

Y es que aunque la Constitución Mexicana garantiza el derecho a la salud reproductiva para todas las personas en territorio nacional, en la práctica, las mujeres migrantes en condición irregular enfrentan barreras como la falta de insumos, recursos y personal capacitado, según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) y de distintas investigaciones independientes.

Ante esto, Ximena no tardó en adaptar la parte trasera de su carro para convertirla en una clínica móvil, donde empezó a brindar atención a las mamás migrantes con ayuda del traductor de Google, pues muchas eran de Haití, de Brasil o del Congo. Su trabajo atrajo a voluntarias y activistas que, con donaciones de ropa, vitaminas y otros apoyos, crearon una red solidaria para ampliar la atención a personas migrantes, refugiadas y vulnerables en Tijuana, 

La labor de la organización creció de manera orgánica, y frente a su carro se comenzaron a formar filas de 12, 15 y hasta 20 personas que buscaban consultas. Debido a esto, la atención se trasladó a la sala de la casa de Ximena, que se convirtió en espacio de nacimientos para mujeres que muchas veces no tenían un hogar fijo. 

“Las personas en contextos de movilidad —ya sean deportados, migrantes, refugiados o quienes están atrapados entre fronteras porque no pueden avanzar hacia Estados Unidos ni regresar a sus países— experimentan una vulnerabilidad especialmente marcada”, explica Ximena. 

“Muchas veces enfrentan barreras para comunicarse por el idioma, carecen de documentos porque se los robaron en el camino y deben lidiar con la extorsión”, añade. “Pero sus vidas y las de sus bebés importan y sus historias también”.

Una red de apoyo y sostenibilidad

La organización cuenta con una red de 23 parteras en México, siete de ellas activas en Tijuana. Prioritariamente atienden partos, pero cuando no hay ofrecen consultas prenatales en albergues, dividiéndose en grupos para llegar a más zonas. 

Desde hace seis años y medio operan una casa de nacimientos en Playas de Tijuana y recientemente inauguraron otra en Ensenada en donde combinan cuidados médicos con saberes ancestrales.

“Usamos rituales que nos han dado nuestras abuelas, como baños de plantas, cerradas con rebozos (envolver y sostener el cuerpo de la persona recién parida con un tejido artesanal), terapias de fuego y hierbas para relajar y cuidar. Por ejemplo, para los partos usamos manzanilla para tranquilizar el corazón del bebé y chocolate con canela y pimienta, que es delicioso y ayuda a calmar”, explica Ximena.

En casi 10 años han atendido cerca de 1.500 partos sin muertes maternas y con solo una muerte neonatal en 2020. La directora de la organización recuerda: “He visto muchas historias bonitas, pero también difíciles. Algunas mamás necesitaban cesárea y fueron rechazadas en varios hospitales. Cuando logramos que las admitieran ya era tarde y sus bebés fallecieron”.

Estas parteras se mantienen con donaciones, campañas de recaudación de fondos, venta de camisetas y partos pagados por personas con mayor poder adquisitivo. "No dependemos de ningún vínculo con el gobierno; tenemos una postura de autonomía y de no tener compromisos que puedan limitar nuestro trabajo", puntualiza Ximena.

Cuidado, contención y tradición

A las 3 de la mañana de un día de agosto, María, una inmigrante rusa de 34 años, sintió las primeras contracciones y supo que su hijo estaba por llegar. Su fuente se rompió y caminó hasta la casa de Ximena en Tijuana para prepararse. Nueve horas después comenzaron las contracciones fuertes y, tras siete horas de esfuerzo, fue colocada en una tina de agua tibia donde finalmente dio a luz.

La madre primeriza recuerda a Ximena y la asociación Partería y Medicinas Ancestrales como un refugio de calidez y respeto. Ante las negativas y trabas burocráticas que enfrentó en hospitales de Tijuana, encontró en las parteras un acompañamiento humano, basado en la empatía y la medicina tradicional.

“No fue fácil, fueron muchas horas de dolor. El parto es una experiencia fuerte y poderosa, pero al mismo tiempo abrumadora. Sin embargo, la labor de mujeres como Ximena es fundamental para que no te des por vencida”, señala María. Además de mucha contención, recuerda que durante su parto se usaron plantas como manzanilla, tinturas homeopáticas y que el cordón umbilical no fue cortado de inmediato, sino hasta tres horas después, para apoyar el sistema inmunológico de su bebé.

Orgullosa de no haber recurrido a la epidural, María afirma que, si es posible, el parto natural es la mejor decisión. “Dar a luz de manera natural es reencontrarte con tu fuerza y tu esencia más profunda”, asegura.

La partería en México 

Según el Informe Semanal Notificación Inmediata de Muerte Materna de la Secretaría de Salud, al 11 de agosto de 2025 la tasa preliminar de mortalidad materna fue de 26,1 muertes por cada 100.000 nacimientos, apenas 3,3% menor que el año anterior. Las principales causas son hemorragias y enfermedades hipertensivas del embarazo, ambas prevenibles.

En este contexto, la partería se presenta como una estrategia segura y culturalmente cercana para reducir muertes evitables y garantizar partos dignos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) ampliar su cobertura podría prevenir hasta un 60% de muertes maternas y neonatales a nivel mundial para 2035.

En México, hasta 2023 existían más de 21.000 parteras tradicionales, según el Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar. Estas parteras son a menudo el primer y único punto de atención en comunidades vulnerables —como las de migrantes o las rurales— ofreciendo cuidados en salud reproductiva, ginecología y planificación familiar, así como educación y acompañamiento durante todas las etapas reproductivas.

El 4 de marzo de 2025 se publicó la NOM-020-SSA-2025, que entró en vigor el 31 de agosto, marcando un avance legal histórico al reconocer formalmente la partería tradicional dentro del sistema de salud. La norma impulsa la creación de casas de parto de bajo riesgo, la habilitación de un Registro Nacional para Parteras y promueve un enfoque intercultural respetuoso entre parteras y personal institucional.

Ximena reflexiona sobre la importancia de la labor que miles de parteras como ella realizan: “Esta es nuestra manera de transformar el mundo; de usar la ternura radical, el cuidado y la digna rabia como una fuente de esperanza y luz para las generaciones que están llegando a pesar de la guerra, de la migración, a pesar de todo”.

FUENTE:TRT Español