Una línea simbólica, establecida en el acuerdo de alto el fuego respaldado por Estados Unidos como inicio de la retirada parcial del ejército israelí, se ha convertido en una frontera mortal para los palestinos en Gaza. Y eso no es algo simbólico: el propio ministro de Defensa israelí, Israel Katz, advirtió que “cualquiera que se acerque o permanezca en la zona será considerado un objetivo militar sin previo aviso”.
Conocida como “la línea amarilla”, marca los límites de las zonas que Israel aún mantiene bajo ocupación, abarcando más de la mitad del territorio y extendiéndose desde el norte, devastado durante meses por los bombardeos, hasta las afueras de Rafah, en el extremo sur.
“Ordené a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que transmitieran un mensaje claro a los dirigentes de Hamás en la Gaza ocupada a través del mecanismo de supervisión estadounidense: todo militante de Hamás que se encuentre más allá de la línea amarilla, en territorio bajo control israelí, debe retirarse de inmediato. Quien permanezca en el área será objetivo de un ataque sin más advertencia y los dirigentes de Hamás asumirán la responsabilidad de cualquier incidente” expresó Katz en una publicación con X.
Las muertes sobre esta línea ya han sido denunciadas y documentadas. La Defensa Civil palestina informó que cualquier palestino que cruce o incluso se acerque a esa línea es recibido con fuego directo, sin previo aviso. Un día antes, el ejército israelí ya había emitido una orden similar, instando a los palestinos a abandonar esas áreas, según informó TRT World.
Por otro lado, aunque un mapa del plan de alto el fuego de 20 puntos del presidente de EE.UU., Donald Trump, señalaba la intención de colocar bloques de hormigón amarillos para marcar este límite imaginario, los hechos sobre el terreno —junto con las continuas muertes de civiles— muestran que la realidad es otra. Además, las toneladas de escombros que dejaron los bombardeos han hecho cada vez más difícil para los palestinos identificar o mantenerse alejados de esta línea.
Según cifras del propio ejército israelí, alrededor del 53% de Gaza sigue bajo control militar directo. Además, las fuerzas israelíes permanecen desplegadas en Shejaiya, partes de Al-Tuffah y Zeitoun, en la ciudad de Gaza, así como en Beit Hanoun, Beit Lahia, Rafah y a lo largo de la costa. Por tanto, la vida cotidiana de la población civil transcurre bajo la constante amenaza de la ocupación y del fuego abierto.
Violaciones israelíes
Asimismo, la Oficina de Medios de Gaza informó el domingo que Israel ha cometido al menos 80 violaciones del acuerdo de alto el fuego desde el 10 de octubre, lo que ha resultado en la muerte de 97 palestinos, heridas a 230 más y la detención de decenas de civiles.
De acuerdo con la oficina, estos ataques fueron perpetrados por vehículos militares y tanques apostados en las afueras de barrios residenciales, así como por grúas electrónicas equipadas con sistemas de detección remota y de apuntado. Además, los aviones de combate y drones continúan sobrevolando diariamente las zonas pobladas, disparando y atacando directamente a civiles.
Solo el domingo pasado se registraron 21 violaciones, cuando Israel bombardeó zonas al oeste de la línea amarilla —que supuestamente eran seguras—, provocando la muerte de 44 palestinos, según informó a la agencia de noticias Anadolu Ismail Al-Thawabta, director de la Oficina de Medios.
Por su parte, el movimiento de resistencia palestino Hamás denunció que los ataques israelíes también incluyen artillería y drones contra civiles que intentaban regresar a sus hogares. En este sentido, calificaron las acciones como “crímenes en toda regla que revelan la intención premeditada de la ocupación (israelí) de atacar a civiles desarmados sin justificación alguna”.
También, el grupo hizo un llamado Trump y a los mediadores internacionales para que den seguimiento a las violaciones israelíes y obliguen a Tel Aviv a respetar el acuerdo de alto el fuego, dejando de poner en peligro la vida de los palestinos.
Cabe recordar que Israel y Hamás acordaron la primera fase del pacto, que entró en vigor el 10 de octubre de 2023, mediado con la ayuda de Estados Unidos, Türkiye, Qatar y Egipto. Sin embargo, desde entonces, la brutal ofensiva ha dejado cifras devastadoras: más de 68.000 palestinos muertos y 170.000 heridos, según las autoridades sanitarias, mientras casi el 90% de la infraestructura de Gaza ha sido destruida.
En consecuencia, la línea amarilla no es solo un límite geográfico; se ha convertido en un símbolo de ocupación, impunidad y muerte, que divide la vida de los palestinos de la muerte, dejando a la población civil atrapada en un territorio sitiado y asediado.









