Mientras la ofensiva de Israel en la Ciudad de Gaza avanza, Estados Unidos frena, una vez más, las posibilidades de alto el fuego. Este jueves, por sexta vez, Washington ejerció su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir una resolución que exigía un “alto el fuego inmediato, incondicional y permanente” en el enclave. La votación coincidió con el incumplimiento, por parte de Israel, del plazo para poner fin a su ocupación ilegal de territorio palestino y con bombardeos que no cesan.
El texto recibió 14 votos a favor y solo se topó con el bloqueo de Washington. La resolución, impulsada por Dinamarca en nombre de 10 miembros electos del Consejo, expresaba su “profunda preocupación” por el sufrimiento de los civiles y reclamaba que Israel levantara de inmediato las restricciones a la entrada y distribución de ayuda humanitaria. Además, rechazaba “cualquier intento de cambio demográfico o territorial” en el enclave, en relación con los planes de desplazamiento forzado de Tel Aviv.
Estados Unidos niega la hambruna
Sin embargo, Estados Unidos se opuso a la resolución, y Morgan Ortagus, enviada adjunta de la Casa Blanca para Oriente Medio, defendió además a Israel, negando también los informes de la ONU que confirman hambruna en Gaza. Afirmó que la postura de Washington no es ninguna sorpresa y argumentó que el documento “no refleja la realidad sobre el terreno”, incluso justificó que “ha habido un aumento significativo en el flujo de ayuda humanitaria”.
El texto cuestionado por Ortagus hacía referencia a un informe avalado por Naciones Unidas que confirma que la hambruna que ya azota partes del enclave y que amenaza con expandirse aún más. Condenaba, asimismo, “el uso del hambre como método de guerra” y reiteraba la exigencia de liberar a todos los rehenes retenidos por Hamás.
Israel ignora el plazo de la ONU sobre la ocupación
La votación en Nueva York coincidió con el vencimiento del plazo de un año que la Asamblea General de la ONU había fijado en septiembre de 2024 para que Israel pusiera fin a su ocupación de la Cisjordania ocupada y de Gaza. Aquella resolución obtuvo 124 votos a favor y 14 en contra, calificando la ocupación de “acto ilícito continuado” bajo el derecho internacional y reafirmando el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.
La misión palestina ante la ONU denunció que, contrario a la resolución, Israel ha “profundizado su ocupación ilegal y su presencia en Palestina mediante genocidio, apartheid y limpieza étnica”. La misión recordó que esa postura desafía abiertamente la Carta de la ONU, la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia emitida en julio de 2024 —que declaró ilegal la ocupación y urgió a ponerle fin “lo antes posible”— y la resolución de la Asamblea General.
“Este es el resultado de la impunidad permanente”, concluyó la misión palestina.
Argelia advierte de "fracaso" similar a genocidios Ruanda y Bosnia
Tras la votación, Argelia advirtió al Consejo de Seguridad de la ONU que corre el riesgo de repetir fracasos pasados a la hora de frenar el genocidio. El enviado de ese país ante la ONU, Amar Bendjama, inició sus comentarios con una disculpa a los palestinos: “Perdónanos, porque el mundo habla de derechos y a vosotros os los niega”. Y afirmó: "Israel mata todos los días y no pasa nada”.
Refiriéndose a lo ocurrido en Ruanda en 1994 y también Bosnia en 1995, Bendjama dijo: “Este consejo ya ha fracasado dos veces en la prevención del genocidio. Hoy, parece que estamos a punto de presenciar un tercer fracaso. Y en este momento, no puede haber ambigüedad: cada uno de nosotros debe elegir entre actuar para detener el genocidio o ser contado entre los cómplices”.
En la misma línea, el enviado de Pakistán, Asim Iftikhar Ahmad, dijo que el veto bloqueaba la acción ante un desastre humanitario en curso. "Fue una oportunidad para actuar frente a una brutalidad y devastación sin precedentes y al desplazamiento masivo en Gaza", lamentó.
China y Rusia critican el veto
Por su parte, el embajador ruso ante la ONU, Vassily Nebenzia, calificó el veto como un “simbolismo trágico”, subrayando que se produjo justamente en la sesión número 10.000 del Consejo de Seguridad. Acusó a Washington de paralizar la diplomacia internacional: “Mientras Estados Unidos no cambie la lente con la que observa la crisis en Gaza, este Consejo seguirá siendo testigo impotente de la catástrofe”.
El representante chino, Fu Cong, también expresó la “profunda decepción” de Beijing por el bloqueo estadounidense y lanzó una pregunta que resonó en la sala: “¿Cuántas vidas inocentes más deben perderse antes de que sea posible un alto el fuego en Gaza?”.
Un genocidio a vista de todos
Mientras tanto, tanques y aviones de combate israelíes siguieron bombardeando este jueves la Ciudad de Gaza, obligando a sus habitantes a huir en masa hacia el sur del territorio palestino, sumido en la destrucción tras casi dos años de ofensiva.
El éxodo avanza como una marea humana interminable: familias enteras caminan bajo el estruendo de las bombas, empujando carretas improvisadas, arrastrando maletas, cargando niños en brazos. Algunos se desplazan en viejas carretas tiradas por burros, otros a pie, con las pocas pertenencias que lograron salvar. Es la imagen de un pueblo despojado, relatada por periodistas de la agencia de noticias AFP.
El ejército israelí anunció la apertura de un corredor “temporal” a lo largo de la carretera Salah al Din, la arteria que conecta el norte con el sur de la Franja. Pero esa ruta de escape tiene fecha de caducidad: este viernes.
A finales de agosto, según la ONU, cerca de un millón de personas habitaban aún en Ciudad de Gaza y sus alrededores, hoy sometidos a un desplazamiento masivo.
En el último año, la ofensiva israelí ha acelerado la devastación: barrios completos reducidos a escombros, una población empujada al borde de la hambruna y, en paralelo, en la Cisjordania ocupada, la expansión de asentamientos ilegales y el aumento de desalojos forzosos.
Desde el 7 de octubre de 2023, el ejército israelí ha asesinado a más de 65.000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, mientras se estima que al menos 11.000 han muerto, pero continúan bajo los escombros. Expertos advierten que la cifra real podría alcanzar las 200.000 víctimas. Israel enfrenta, además, un proceso en la Corte Internacional de Justicia acusado de genocidio.