Mientras los palestinos de Gaza respiran durante el frágil alto al fuego que se mantiene tras más de dos años de devastación, otro frente de agresión israelí permanece abierto: Cisjordania ocupada. Allí, la maquinaria militar de Tel Aviv no se detiene. Aldeas enteras, pozos y olivares son sistemáticamente destruidos, mientras la política de ocupación avanza a golpe de demoliciones, confiscaciones y violencia constante.
Desde el inicio de la ofensiva israelí sobre Gaza, más de 1.050 palestinos han perdido la vida en Cisjordania ocupada, alrededor de 10.300 han resultado heridos y más de 20.000 han sido arrestados, incluidos 1.600 niños. Cada cifra no solo representa estadísticas: son historias de miedo, sufrimiento y represión sistemática que evidencian la escalada militar y la estrategia de control absoluto sobre la población palestina.
La violencia de los colonos durante la cosecha
Con la llegada de la temporada de recolección de aceitunas, los palestinos enfrentan una vez más el riesgo de la violencia de colonos israelíes. Así, quienes salen a los campos para obtener su sustento se exponen no solo a la ocupación militar, sino también a ataques diseñados para intimidarlos y expulsarlos de sus tierras.
El pasado domingo, por ejemplo, un colono ilegal atacó brutalmente a Afaf Saleh Abu Alia, una mujer de 50 años, mientras recogía aceitunas al este de Ramala. Un video difundido en redes sociales mostró al agresor enmascarado golpeándola repetidamente en la cabeza con un palo hasta que se desplomó, antes de atacar a dos activistas extranjeros presentes entre los olivos.
Un activista de esa zona, Awad Abu Samra, relató: “Los colonos nos atacaron mientras recogíamos aceitunas y nos persiguieron. Una mujer se quedó atrás y un colono la golpeó hasta que se desmayó. Luego, atacó a dos activistas extranjeros, fracturándoles un brazo”. La víctima fue trasladada al Hospital Consultivo de Ramala, donde, según los últimos reportes, se encontraba estable.
En este contexto, la relatora especial de la ONU, Francesca Albanese, condenó el ataque y señaló que, durante dos años, el mundo ha presenciado escenas como esta en Cisjordania ocupada. “Me pregunto dónde están los israelíes decentes, los que protestan en Tel Aviv. El odio a Hamás es una cosa, pero ¿no sienten la obligación de actuar para impedir que sus conciudadanos se comporten como criminales sueltos?”, afirmó.
Por otra parte, el Ministerio de Salud palestino informó que un residente resultó gravemente herido y otro sufrió lesiones leves por disparos israelíes en el campo de refugiados de Jalazone, en Ramala. En total, la Comisión de Colonización y Resistencia al Muro ha documentado que en dos años los colonos ilegales perpetraron 7.154 ataques contra palestinos y sus propiedades, causando la muerte de 34 personas y forzando la migración de 33 comunidades beduinas. Cada agresión deja una huella de miedo, desplazamiento y destrucción.
Órdenes de demolición: vivir bajo amenaza constante
En paralelo, las demoliciones continúan amenazando la vida de los palestinos. Según la Comisión de Colonización y Resistencia al Muro, organismo palestino que denuncia esta política sistemática, el ejército ha ejecutado más de 1.014 demoliciones en Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Este ocupada. En total, se han afectado 3.679 estructuras, de las cuales 1.288 son viviendas habitadas y 244 deshabitadas, y se emitieron 1.667 avisos de demolición. Estos números reflejan un patrón de destrucción que se repite año tras año.
En la aldea de Asfi, al sur de Hebrón, los habitantes viven al borde del desastre. Este lunes, el ejército israelí entregó al menos seis avisos de demolición que afectaban viviendas, pozos de agua e instalaciones agrícolas, según relató Nidal Younis, jefe del consejo local de Masafer Yatta. Las órdenes incluían “seis tiendas de campaña y casas compuestas por una o varias habitaciones, cinco pozos de agua y una choza de hojalata utilizada para almacenar alimento para animales y albergar ganado”.
Los residentes viven bajo un miedo constante, conscientes de que las demoliciones pueden llegar en cualquier momento.
Más asentamientos ilegales
Ese mismo día, excavadoras israelíes avanzaron sobre unos 70 dunams —aproximadamente 17 acres— de tierras de cultivo en Beit Ummar, al sur de Hebrón, arrasando campos fértiles para expandir el asentamiento de Beit Al-Baraka. Yousef Abu Maria, del Comité Popular contra el Muro, denunció que “las fuerzas israelíes destruyeron y confiscaron granjas y tierras agrícolas de propiedad palestina en la zona”.
Además, la Comisión Palestina de Colonización y Resistencia al Muro informó que Israel se había apoderado de otros 70 dunams en la gobernación de Nablus, mediante una “orden de confiscación militar y de seguridad” destinada a varias aldeas, con el objetivo de crear una zona de amortiguación alrededor del asentamiento de Eli. La orden se publicó después de que expirara el breve período de objeción de solo una semana, dejando a los palestinos sin margen de defensa.
Solo este lunes, el ejército entregó seis avisos de demolición y confiscó al menos 140 dunams —unos 140.000 metros cuadrados— de tierras palestinas en Beit Ummar y Nablus. Y, como si fuera poco, los colonos ilegales, respaldados por Israel, continúan atacando impunemente a la población. Desde principios de 2025, Israel ha emitido 53 órdenes de confiscación militar de tierras palestinas en Cisjordania ocupada. Y en los últimos dos años, desde el inicio del genocidio en Gaza, las autoridades israelíes han arrebatado 55.000 dunams —más de 5400 hectáreas— y establecido 25 zonas de amortiguación alrededor de sus asentamientos.
Desde 1967, Israel ha construido al menos 710 asentamientos y puestos militares en Cisjordania ocupada, aproximadamente uno cada ocho kilómetros cuadrados, consolidando su dominio ilegal sobre la tierra.
La ONU ha reiterado que estos asentamientos son ilegales según el derecho internacional, y la Corte Internacional de Justicia reafirmó en julio pasado la ilegalidad de la ocupación y exigió la evacuación de todos los asentamientos, advirtiendo que su expansión destruye cualquier posibilidad de una solución de dos Estados.










