“No conozco el sonido de las bombas ni la sensación del hambre. Me avergonzaría saberlo y no actuar en consecuencia”, reflexiona Fedzilla, artista latina que ha llevado su música y activismo desde los escenarios underground de Londres hasta Palestina, y que usa su arte para expresar solidaridad con Gaza, en diálogo con TRT Español.
La rapera chileno-alemana debutó hace dos años con un EP y, desde entonces, ha publicado varios sencillos, construyendo un camino propio en la escena musical. Ha participado en algunos de los festivales más importantes del Reino Unido, incluyendo cuatro presentaciones en Glastonbury y un show ante 20.000 personas en Africa Oye, el encuentro de música y cultura africana más grande del país.
Fedzilla ha colaborado con bandas de estilos muy diversos, explorando desde electrónica hasta pop y fusiones con metal. Pasó más de cinco años en Wara, grupo latino radicado en Londres, y tres en Full Attack Band, proyecto internacional del saxofonista argentino Alejandro Toledo que mezcla sonidos balcánicos, latinos y electrónica en directo.
Y durante este camino se ha consolidado como una figura dentro del underground londinense, usando su arte y sus redes para visibilizar la situación en Palestina. Su tema Border Ctrl, en colaboración con la banda palestina de música electrónica 47SOUL y la rapera británico-palestina Shadia Mansour, ha superado 1,5 millones de visualizaciones en YouTube, llevando un mensaje de resiliencia y solidaridad a oyentes de todo el mundo.
Lejos de los caminos comerciales que apoyen a Israel
La defensa de los derechos palestinos ha dejado de ser solo una postura política para Fedzilla: se ha convertido en uno de los ejes principales de su carrera, alejándola de los circuitos comerciales convencionales. En conversación con TRT Español, sostiene que, de seguir por esos caminos, “inevitablemente, sería cómplice de un sistema que contradice mis principios”.
Por eso, evita presentarse en recintos como el O2 Arena de Londres y el Teatro Sadler's Wells, financiados por Barclays, banco criticado repetidamente por financiar a empresas que suministran armas a Israel.
"No hay lugar en nuestro panorama musical para un financiamiento vinculado al comercio de armas, la industria de la defensa, la guerra o los bancos que lo sustentan", sostiene la artista. "En Sadler’s Wells estaba optando a un puesto para enseñar rap a jóvenes y, al enterarme durante la entrevista de sus fuentes de financiación, no tuve más remedio que retirarme”.
Es que varios actores de la industria musical han sido criticados por su influencia sionista. Por ejemplo, el director ejecutivo de Universal Music Group, Lucian Grainge, ha apoyado organizaciones proisraelíes tales como Amigos de las Fuerzas de Defensa de Israel, que recauda fondos para el ejército israelí. En este sentido, afirma: “Simplemente no hay excusa para ser cómplice o permanecer en silencio”.
Una amistad que inició una causa
Su compromiso con Palestina comenzó en sus veintitantos, en un centro de arte en Londres, tras conocer a un colega israelí antisionista que cambió su manera de ver la causa palestina.
“Un día, una amiga me sentó y, con amabilidad y honestidad, me dijo que había muchas cosas que no sabía, y se ofreció a enseñarme”, añade. Lo que siguió fueron meses de aprendizaje sobre la ocupación israelí, la resistencia diaria del pueblo palestino y la maquinaria propagandística de Tel Aviv.
Documentales como Stone Cold Justice y Visit Palestine, junto con proyecciones del Festival Anual de Cine Palestino de Londres marcaron un periodo de acercamiento a la causa palestina.
Testigo de primera mano de Palestina
Su vínculo con la diáspora la impulsó a ver la realidad sobre el terreno. Viajó a Palestina cuatro veces, la última a principios de 2022. En ocasiones anteriores recorrió Ramala, Jerusalén ocupada y los Altos del Golán ocupados, siendo testigo de primera mano sobre la dura situación del pueblo palestino.
En los Altos del Golán ocupados, se sorprendió por el alto grado de militarización de la zona ocupada, en lo que describió como un contundente llamado de atención. “Es impactante la cantidad de patrimonio y de lugares, tan profundamente conectados con la tierra, que han sido destruidos”, afirmó. Recordó cómo los cactus suelen ser todo lo que hoy señala las aldeas palestinas destruidas desde 1948.
Durante sus viajes conoció a palestinos de pequeñas aldeas que le relataron décadas de acoso: reconstrucción de huertos tras la destrucción causada por excavadoras israelíes, el pago de multas y juicios, la limpieza étnica que implicó la pérdida de hectáreas de tierras cultivables y animales, y la constante lucha por el acceso al agua.
“Conocí a abuelas más antiguas que el estado de Israel, piedras en muros más antiguas que el propio sionismo”, cuenta.
De los escenarios a las calles
Su activismo trasciende la música. Se ha conectado con una red global de artistas y activistas que usan la expresión creativa para confrontar la injusticia y construir solidaridad en medio de la devastación en Gaza.
En Londres, imparte talleres de escritura creativa con Bosla Arts, donde los participantes encuentran un espacio para procesar el duelo y canalizar la ira. Previamente, estuvo al frente de un taller en el centro cultural Palestine House bajo el lema “No estoy bien”.
Y también ha creado cánticos de protesta. Durante manifestaciones que ocurrieron para protestar contra la feria de armas DSEI de 2021, donde participaba Israel, sintió que las frases utilizadas eran demasiado vagas, por lo que decidió crear consignas más contundentes, dirigidas a gobiernos, al ejército israelí y a instituciones cómplices, involucrando a transeúntes y movilizando a las multitudes. Y continuó creando cánticos desde entonces.
Su canción “Border Ctrl” refleja este enfoque: establece paralelismos entre los muros en Palestina y la frontera entre Estados Unidos y México, y se ha escuchado desde cafés de Haifa, en Cisjordania ocupada, hasta marchas de protesta alrededor del mundo.
La letra destaca las experiencias palestinas y latinas en la lucha por la justicia: “Documento estampado, permiso rechazado, juntos enfrentamos injusticias del Estado, Palestino, Latino Andino no será callado”. El ritmo refuerza el llamado a la acción y a la justicia social. “Demostró cómo una canción puede funcionar tanto en la pista de baile como en una protesta callejera”, señala la artista.
Chile, Alemania y la represión
Sin dudas, su doble ascendencia ha moldeado su postura: desde su lado alemán, percibe “una complicidad repugnante, un apoyo incondicional del Estado alemán a Israel, niveles fascistas de criminalización de la protesta y la vigilancia del movimiento BDS”. Considera que el lema alemán “nunca más” se siente como palabras vacías.
Y su herencia chilena le da otra perspectiva. Conoce la historia latinoamericana de genocidio indígena, dictaduras y explotación corporativa estadounidense. Y está vinculada de cerca con la comunidad palestina de Chile, que es la más grande de América Latina, con aproximadamente 500.000 personas de ascendencia palestina. Allí, la solidaridad hacia Palestina se manifiesta tanto en manifestaciones públicas como en la cultura, incluso en el fútbol.
Fedzilla cuenta que, en sus viajes allí, se emocionaba al ver grafitis pro-Palestina: "Desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños; las paredes hablaban con fuerza".
“Desde que empecé a aprender sobre Palestina, la historia de Chile comenzó a tener mucho más sentido, y viceversa, "especialmente en lo que concierne a la represión estatal contra los pueblos indígenas y a su inevitable resistencia en la lucha por la autodeterminación y la defensa de su tierra", añadió.
Un mensaje para otros artistas
Ante el actual sufrimiento de los palestinos en Gaza, Fedzilla insta a sus colegas artistas a tomar posición: “Aprendan la historia, exijan compromiso a sus gobiernos, formen parte del boycott, llamen a la acción, informen a quienes los rodean y apoyen a las voces marginadas”.
“Cuanto más se sabe, mejor se actúa”, concluyó. “Puede resultar incómodo o molesto, pero comparado con la injusticia que sufren los palestinos, llamar “difícil” a cualquier cosa que debamos hacer es un insulto”.