El mundo de la diplomacia está viviendo un cambio trascendental con respecto al reconocimiento de Palestina como Estado, en un camino abierto por muchos países a los que tradicionalmente han marginado las potencias occidentales. Son ellos los que ahora pueden reclamar una instancia moral suprema.
El 21 de septiembre, Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal reconocieron formalmente el Estado palestino, uniéndose a países como Irlanda, Noruega y España, que el año pasado cambiaron de postura sobre este asunto.
Pero los esfuerzos para asegurarle la condición de Estado a Palestina en la ONU no comenzó en 2025. Países del Sur Global –entre ellos, Türkiye, Malasia, Pakistán, Sudáfrica y muchos más– allanaron hace décadas la vía para su reconocimiento, pese a la presión de EE.UU. e Israel.
Su reconocimiento de Palestina –en muchos casos desde 1988– no solo fortaleció la causa de los palestinos, sino que también inclinó la balanza global, obligando a las grandes potencias a rendir cuentas en los últimos años.
Actualmente, 151 de los 193 miembros de la ONU –principalmente de África, Asia y América Latina– han reconocido a Palestina. Con el reciente cambio de postura de Reino Unido y Francia, Estados Unidos sigue siendo el único miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU que rechaza un Estado palestino.
De hecho, Washington utilizó su poder de veto el año pasado para bloquear la admisión de Palestina como miembro pleno del organismo mundial. Palestina mantiene actualmente un estatus de observador no miembro en la ONU.
Mustafa Yetim, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Eskisehir Osmangazi de Türkiye, explicó a TRT World que los estados africanos, latinoamericanos, asiáticos y de Oriente Medio desempeñaron un papel fundamental al crear conciencia global sobre la “realidad israelí”, que carece de “legitimidad moral, legal y humanitaria”.
“Estos Estados han ejercido presión sobre países que apoyan firmemente los crímenes de guerra de Israel, sus prácticas genocidas y políticas de hambre”, afirmó. También agregó que la estrategia que emplearon de “nombrar y avergonzar” movilizó apoyo diplomático, lo que llevó a muchos países a reconocer formalmente a Palestina como Estado.
El papel de vanguardia del Sur Global en la cuestión del Estado palestina se remonta a la década de 1980.
Türkiye reconoció al Estado palestino en 1988, seguida rápidamente por numerosos países del mundo en desarrollo, que siguen considerando la causa palestina como una prueba de hipocresía occidental.
El apoyo constante de estos “países pequeños” a lo largo de las décadas ha reforzado la causa palestina, fortaleciendo los argumentos a favor de cese del fuego y de una solución de dos Estados, en la que Israel y Palestina coexistan como iguales.
Este activismo del bloque de países en desarrollo dio frutos en la ONU en 2012, cuando la Asamblea General votó abrumadoramente – 138 contra nueve – para otorgar a Palestina el estatus de Estado observador no miembro.
Esta acción se considera un hito en la lucha palestina por la estadidad, ya que permitió a Palestina acceder a organismos como la Corte Penal Internacional (CPI).
Y fue justamente la CPI la que en 2024 emitió órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su exministro de Defensa Yoav Gallant, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en Gaza, donde Israel ha matado a más de 65.400 palestinos en casi dos años.
Una señal de determinación
Helin Sari Ertem, profesora de relaciones internacionales en la Universidad Medeniyet de Estambul, considera que el reconocimiento de un Estado palestino por parte de numerosos países en la década de 1980 fue una “señal de determinación” contra un sistema desigual.
“Para ellos, Palestina ha sido un asunto de injusticia e inequidad del sistema internacional liderado por Occidente”, afirmó en conversación con TRT World.
Aunque los primeros reconocimientos tuvieron un efecto limitado sobre los grandes países occidentales debido a sus estrechos lazos con Israel, la académica afirmó que su postura diplomática temprana sembró las semillas para la actual rendición de cuentas.
Pero su desafío tuvo un alto costo. Buscar el reconocimiento del Estado palestino expuso a estas naciones a una feroz presión de EE.UU. e Israel. Yetim explicó que la dupla Tel Aviv-Washington ejerce presión económica y sanciones sobre los países que apoyan los derechos palestinos, mientras que EE.UU. usa su poder de veto para paralizar al Consejo de Seguridad de la ONU.
“Con pleno respaldo de Estados Unidos, Israel también recurre a la violencia directa, lo que agrava la inestabilidad e inseguridad, como se ha demostrado en sus enfrentamientos con Irán, amenazas a otros actores regionales y campañas militares como las vistas en Gaza”, afirmó Yetim.
Las naciones del Sur Global navegan los desafíos creados por la alianza EE.UU.-Israel apoyándose en la Asamblea General de la ONU, un foro no vinculante pero útil para crear conciencia, y forjando alianzas con la sociedad civil, explicó Ertem.
En ese sentido, han convertido a la Asamblea General en una plataforma para presionar a Washington y otros aliados de Israel a reconsiderar su apoyo incondicional a Tel Aviv, añadió.
La vacilación de países que llegaron tarde, como Gran Bretaña, Francia, Canadá y Australia, animó a Tel Aviv a expandir los asentamientos y causar estragos en la vida de los palestinos durante décadas. Pero la situación está cambiando, señaló Ertem, ya que personas en todo el mundo ya no están dispuestas a dar a Israel un pase libre, sin importar las relaciones diplomáticas de sus gobiernos con Tel Aviv.
“El Sur Global se está levantando contra la hipocresía del orden internacional liderado por Occidente”, concluyó.