El alto el fuego en Gaza ha terminado por convertirse en una promesa que Israel sólo quebranta y bajo la que sigue matando a palestinos. Desde que el acuerdo de tregua entre Tel Aviv y el grupo de resistencia palestino Hamás entró en vigor el pasado 10 de octubre, el ejército israelí ha perpetrado 393 violaciones que le han arrebatado la vida a por lo menos 290 palestinos y herido a otros 700, según autoridades del enclave.
Y entre este miércoles y jueves, Gaza ha sufrido uno de sus episodios más sangrientos. En menos de 24 horas, varios ataques de Israel asesinaron a por lo menos 30 personas y dejaron heridas a otras 92. En medio, la ayuda humanitaria destinada a los más de dos millones de palestinos en el enclave sigue siendo insuficiente, en un contexto agravado por las frías lluvias que profundizan la desesperación.
La Defensa Civil Palestina informó que, en la mañana de este jueves, al menos tres palestinos fueron asesinados y otros 15 resultaron heridos en un ataque aéreo contra una vivienda en Rafah, en el sur de Gaza. A lo que se suma que apenas horas antes, en el miércoles, los bombardeos contra la Ciudad de Gaza y Jan Yunis habían matado a 27 personas y lesionado a 77, según la entidad.
Testigos y medios palestinos señalaron que los ataques se lanzaron más allá de la denominada “ línea amarilla”, que marca los límites de las zonas que Israel aún mantiene bajo ocupación, abarcando más de la mitad de Gaza, y extendiéndose desde el norte, hasta las afueras de Rafah, en el extremo sur del enclave.
También se indicó que los bombardeos impactaron a familias desplazadas que se alojaban en estructura de viviendas familiares, y un espacio administrado por Naciones Unidas. Según la agencia de noticias palestina WAFA, “los equipos de emergencia continúan buscando supervivientes y evacuando a los heridos, mientras es probable que el número de víctimas siga aumentando”.
Por su parte, el grupo de resistencia palestino Hamás denunció los ataques como una “escalada peligrosa” que pone en riesgo un frágil alto el fuego. “Consideramos que esto es una escalada peligrosa” a través de la cual primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, “un criminal de guerra busca reanudar el genocidio contra nuestro pueblo”, señaló el movimiento en un comunicado.
En la misma línea, Qatar, uno de los garantes del alto el fuego, también condenó “los brutales ataques de la ocupación israelí en Gaza”, afirmando que representan “una peligrosa escalada que amenaza con socavar el alto el fuego”, según un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Doha también pidió "esfuerzos regionales e internacionales concertados para preservar y defender el acuerdo de alto el fuego".
Las tormentas convierten los campamentos de Gaza en ruinas heladas e inundadas
Al sufrimiento que se extiende por Gaza, se suma ahora otro golpe devastador: las recientes lluvias han arrasado las precarias tiendas de campaña donde se refugian miles de personas, inundando lo poco con lo que intentan sobrevivir.
Amontonados en frágiles campamentos a escasos metros de la costa, cientos de familias han visto cómo las tormentas se llevaban consigo esas escasas cosas que habían logrado conservar. La lluvia se filtró en los refugios improvisados, empapando colchones y mantas, mientras las marejadas golpeaban la orilla.
Las autoridades de Gaza estiman las pérdidas en torno a los 4,5 millones de dólares: 22.000 tiendas afectadas, alimentos y medicinas arruinados, y daños a la infraestructura más básica.
Casi todos los palestinos en el enclave fueron forzados a abandonar sus hogares durante los más de dos años de la ofensiva genocida de Israel, por lo que muchos ahora viven en tiendas de campaña y otros refugios básicos.
Amjad Al-Shawa, de la Red de ONG Palestinas, advirtió que 1,5 millones de personas necesitan urgentemente nuevas tiendas de campaña. “Las que hay ya están desgastadas: no protegerán a la gente de la lluvia”, afirmó con preocupación.
Para la familia de Abu Mohammed Al-Qarra, la lluvia y el frío han sido devastadores. Su refugio, una tienda apenas a 20 metros del mar, se convirtió en un escenario de desesperación mientras pasaban la noche intentando mover sus pertenencias empapadas. “Hace mucho frío. He estado despierto desde las cinco de la mañana, y ahora estoy en casa de mis vecinos para poder descansar y olvidar, aunque sea un poco, el frío y todo lo que estamos sufriendo”, relató Abu Mohammed.
Los Al-Qarra llegaron a los campamentos del sur de Gaza, en Al-Mawasi, después de que colapsara el alto el fuego anterior, a principios de año. Encontrar un lugar donde instalar su tienda fue una lucha difícil, y terminaron asentados cerca del mar, protegidos apenas por un pequeño muro de arena levantado por otras familias. “Estábamos allí en plena noche, moviendo y quitando nuestra ropa. Todo se mojó, al igual que nuestros colchones y almohadas”, recordó Abu Mohammed.
La precariedad es aún más evidente en las condiciones sanitarias. La mayoría de los campamentos carecen de instalaciones adecuadas y dependen de pozos negros que se desbordan con las lluvias. Cerca de vertederos no regulados, las aguas residuales amenazan con inundar las zonas más abarrotadas. Los grandes depósitos de agua, antes destinados a almacenar lluvia, se han llenado de desechos, y los sistemas de bombeo dañados aumentan el riesgo de desbordamientos sobre los campamentos.
En este contexto, los hospitales, ya saturados, advierten sobre el incremento de enfermedades gastrointestinales y cutáneas, agravadas por la desnutrición que debilita el sistema inmunológico, dejando a las familias atrapadas en un círculo de sufrimiento del que parece imposible escapar.
Desde que comenzó el genocidio de Israel en Gaza el 7 de octubre de 2023, el impacto ha sido devastador: más de 69.500 palestinos asesinado, en su mayoría mujeres y niños, más de 170.000 heridos, y el enclave reducido a escombros. Sin embargo, hay expertos que advierten que estas cifras podrían estar subestimadas, y que el verdadero número de víctimas podría acercarse a los 200.000.


















