Iñaki Williams, símbolo de una España multicultural que resiste al racismo y el odio
ESPAÑA
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Iñaki Williams, símbolo de una España multicultural que resiste al racismo y el odioFutbolistas españoles de distintos orígenes, como Iñaki Williams, desafían el racismo y el odio, convirtiéndose en símbolos de un país que resiste los discursos xenófobos impulsados por la ultraderecha. En cada uno de sus goles late la diversidad.
Inaki Williams / TRT Afrika English
14 de octubre de 2025

Madrid, España —El racismo sigue siendo una herida abierta en el fútbol europeo. Los últimos incidentes en las principales ligas del continente lo confirman. En Inglaterra, el delantero del Bournemouth, Antoine Semenyo, fue víctima de insultos racistas apenas iniciado un partido de la Premier League en septiembre. En Alemania, un partido fue suspendido tras los abusos contra Christopher Antwi-Adjei, del Schalke. En Italia, la Juventus condenó los gritos racistas dirigidos al estadounidense Weston McKennie en un juego de la Serie A.

España no es la excepción. A finales de agosto, La Liga denunció cánticos racistas contra Vinicius Junior y Kylian Mbappé durante un encuentro entre el Real Madrid y el Real Oviedo. Días después, un hombre fue condenado a un año de prisión por gestos racistas dirigidos a Iñaki Williams, delantero del Athletic Club, durante un partido ante el Espanyol en 2020.

Ante este contexto, Williams ha alzado su voz, convirtiéndose en un símbolo de resistencia. “Parece que la ultraderecha está de moda, así que los que tenemos voz intentaremos seguir trabajando para seguir callando bocas y tirando barreras”, dijo Williams, en referencia al auge de discursos de odio en el deporte y la sociedad.

Orgullo migrante, lucha cotidiana


Nacido en Bilbao de padres ghaneses que atravesaron el desierto africano para llegar a Europa, Williams se destacó como el primer capitán negro en los 126 años del Athletic Club, un equipo históricamente asociado con una identidad vasca muy cerrada.

Criado en Pamplona, Williams recuerda una infancia marcada por las dificultades económicas. “Un día llegué a casa y no había para comer, y ni siquiera funcionaba la luz”, contó en una entrevista, recordando cómo esa experiencia forjó su carácter y su deseo de salir adelante para apoyar a su familia.

Su ascenso hasta convertirse en figura del Athletic representa más que un éxito deportivo: simboliza el impacto de las familias migrantes en la sociedad española. “El destino es el destino, y si no fuese por mis padres, ni Nico ni yo estaríamos aquí”, dijo en rueda de prensa, aludiendo a su hermano menor, Nico Williams. 

En medio de la polarización política que atraviesa España, también resaltó el papel de futbolistas provenientes de familias con una rica herencia cultural: “Tenemos la suerte de poder representar a mucha gente que viene desde fuera para ganarse el pan de cada día, y de ser una referencia no solo en Euskadi, sino en toda España. Eso es importante para nosotros”.

La lucha contra el odio


Hoy, los hermanos Williams encarnan un nuevo rostro del fútbol español. Desde que Nico se unió a la cantera del Athletic en 2013 y luego al primer equipo en 2021, los hermanos han compartido campo, vestuario y convicciones. En 2024, Nico Williams también se pronunció públicamente sobre su papel en la lucha contra el racismo: “Es mi objetivo número uno. Como personaje público, no puedo despistarme, no puedo no tener los pies en el suelo”.

Juntos lograron transformar a la selección española y al Athletic en espacios donde la diversidad ya no es una excepción, sino parte de una nueva normalidad.

En octubre, el Athletic Club, con Iñaki Williams a la cabeza, se convirtió en el primer equipo de La Liga en denunciar la ofensiva genocida de Israel en Gaza, que ha dejado alrededor de 67.800 palestinos muertos, principalmente mujeres y niños. 

El estadio de San Mamés se iluminó con los colores de la bandera palestina y recibió a un grupo de refugiados palestinos, ovacionados por los jugadores y por toda la afición, mientras miles de banderas ondeaban en las gradas en una imagen histórica de solidaridad.

Los jugadores Iñaki Williams e Iñigo Lekue posaron junto a la activista y excapitana de la selección palestina, Honey Thaljieh, en una foto para denunciar el genocidio en Gaza. La deportista destacó: “El pueblo vasco sabe lo que significa luchar por la dignidad. Su solidaridad significa muchísimo para el pueblo palestino. El Athletic está en el lado correcto de la historia, en el lado de la humanidad”.

Así, en poco tiempo la presencia de los hermanos Williams desafía estereotipos y transmite un mensaje claro: España es plural, solidaria y resistente al odio.

“Soy negro, pero también soy de aquí”


Y hoy, la capitanía de Iñaki Williams tiene un significado profundo. Llevar el brazalete de capitán en un club que durante décadas fue símbolo de una identidad cerrada —vasca, blanca, masculina— tiene un peso histórico. Y él lo asume con firmeza: “Soy negro, pero también soy de aquí”, repitió en el documental de Amazon “Six Dreams”, desafiando la idea de que ser español o vasco responde a un único perfil. 

Su capitanía da visibilidad a lo que generaciones anteriores silenciaron, y recuerda todo lo que aún queda por decir. Esa afirmación, sencilla pero poderosa, interpela a una España que al parecer todavía arrastra prejuicios sobre qué significa “pertenecer”. Williams no solo ha derribado barreras deportivas, sino que ha obligado a cuestionar las barreras culturales e identitarias que aún persisten.

Lamine Yamal: presente y futuro


Con solo 17 años, el futbolista Lamine Yamal ya es un símbolo de esta nueva España. Hijo de un padre marroquí criado en Cataluña y de una madre ecuatoguineana, nació en Esplugues de Llobregat y creció en Rocafonda, un barrio obrero de Mataró.

Yamal lleva sus raíces con orgullo. Cada vez que anota un gol, forma con los dedos el número “304”, el código postal de su barrio. Durante la firma de su contrato profesional con el FC Barcelona, pidió retrasar el acto para que pudiera asistir su abuela, Fátima, quien emigró sola desde Marruecos en los años 90. Un gesto que resume quién es y de dónde viene.

Mientras una parte del país corea “Lamine Yamal, cada día te quiero más”, otra le exige justificar su españolidad. Su llegada a “La Roja” obliga al país a mirarse al espejo: ¿qué significa cuando el hijo de una limpiadora africana y un migrante marroquí se convierte en heredero natural de la selección nacional de fútbol?

Una generación que marca el camino


Historias como la de Ansu Fati, nacido en Guinea-Bisáu y criado en Andalucía, o la de Adama Traoré, hijo de malienses formado en las inferiores del Barcelona, conocida como La Masía, completan una narrativa de jóvenes que, con esfuerzo y talento, rompen techos de cristal en un país que aún duda en aceptar plenamente su diversidad.

No son casos aislados. Representan a una generación que ya está cambiando la cara del deporte, la cultura y la identidad española.

El racismo no se limita a los estadios


El deporte no está aislado de su entorno. El auge del racismo en el fútbol ocurre en paralelo a un discurso político que legitima la exclusión. En Torre Pacheco, Murcia, una agresión a un anciano, atribuida sin pruebas a migrantes, desató una ola de discriminación y violencia. Grupos de extrema derecha, incluidos sectores políticos como Vox, según medios, impulsaron una cacería contra migrantes, alimentada por bulos y desinformación.

Iñaki Williams ha sido blanco de esos ataques. En redes sociales, fue acusado de “defender la inmigración ilegal”, y desde cuentas vinculadas a la extrema derecha se recordó que sus padres “entraron violando la ley”. La intención: deslegitimar su historia, su ciudadanía y su derecho a alzar la voz.

Resistencia dentro y fuera del campo


No todos callan. Héctor Bellerín, jugador del Betis y anteriormente del Barcelona, ha defendido causas sociales desde dentro del fútbol. También ha alzado la voz durante las elecciones generales de 2023, llamó a votar “contra el odio y el fascismo”, y no dudó en denunciar la doble vara de medir de los medios al visibilizar cómo conflictos como Palestina o Yemen han sido silenciados en comparación con Ucrania. Su discurso ha convertido a Bellerín en un referente para jóvenes que buscan referentes políticos y éticos más allá de los partidos.

Frente a esta realidad, otras voces se levantan con fuerza. La actriz Hiba Abouk, madrileña de origen tunecino, rompe estereotipos en la ficción española y muestra solidaridad con jóvenes como Lamine Yamal, referentes de una España multicultural que ya no pide permiso para existir. Abouk participó el pasado 15 de septiembre en un emotivo homenaje a Palestina celebrado en Madrid, donde artistas españoles leyeron los nombres de los niños asesinados en Gaza. Su gesto, profundamente humano, reafirmó su compromiso con una causa que muchos prefieren silenciar.

Sus voces, junto con la de Williams y Yamal, forman un coro que denuncia el racismo estructural y exige una redefinición de lo que significa ser español.

Una España multicultural


Aunque el racismo no se derrota con goles, ni con canciones, ni con discursos, estas historias empujan los límites de lo posible. Desde el brazalete de Williams hasta los dedos de Yamal dibujando el “304”, hay una España que se reconoce diversa y orgullosa de sus orígenes.

Mientras algunos insisten en negar esa realidad, otros ya la viven, la celebran y la hacen avanzar. No lo hacen porque se les permita. Lo hacen porque les pertenece.


FUENTE:TRT Español y agencias
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