Triunfo de Mamdani revoluciona Nueva York: taxistas y trabajadores reclaman poder en la Gran Manzana
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Triunfo de Mamdani revoluciona Nueva York: taxistas y trabajadores reclaman poder en la Gran ManzanaLos taxistas reconquistan Nueva York con la victoria de Mamdani sobre Cuomo, quien tenía el respaldado de multimillonarios. Su triunfo convirtió los autos amarillos en antorchas de victoria y a la clase trabajadora en su nueva base de poder.
Triunfo de Mamdani revoluciona Nueva York: taxistas y trabajadores reclaman poder en la Gran Manzana
5 de noviembre de 2025

 

Ciudad de Nueva York — El zumbido de los taxis amarillos llenó Times Square como si se tratara de una reunión de viejos amigos, con los motores uniéndose al resplandor de las vallas publicitarias.

En su interior, conductores como Raj Patel agarraban los volantes desgastados por décadas de turnos dobles, con las radios crepitando los primeros resultados electorales en los cinco distritos de Nueva York. No eran números en una pantalla. Era el ritmo de las llantas sobre el asfalto.

Cuando se difundió la noticia de que Zohran Mamdani había ganado, los primeros vítores no vinieron de la sede del partido. Vinieron de las calles.

En el Teatro Paramount de Brooklyn, ubicado en Flatbush Avenue, los seguidores de Zohran abarrotaban la acera, esperando durante horas para escucharlo hablar; a las 10:30 p.m., hora local, la multitud aún seguía esperando.

A lo largo de Roosevelt Avenue, los taxis amarillos tocaban sus bocinas a modo de celebración, los conductores saludaban desde las ventanas, las luces delanteras parpadeaban como antorchas de victoria a través de la noche.

Para los trabajadores de taxi de Nueva York, esto era más que la elección de un alcalde.

Años atrás, habían visto cómo sus ingresos se desplomaban mientras las aplicaciones de transporte compartido devoraban la industria. Muchos se hundieron en deudas imposibles de pagar, algunos perdieron sus casas, otros perdieron la esperanza.

En 2021, Mamdani se plantó junto a ellos durante una huelga de hambre de 15 días en City Hall Park. Uno de los hombres que ayunaba a su lado, Richard Chow, lloraba la pérdida de su hermano, un conductor de taxi que se había quitado la vida bajo el peso de un préstamo mensual de 1.000 dólares.

Su protesta obligó al entonces alcalde Bill de Blasio a limitar las deudas y pagos de los permisos para operar taxis, un momento inusual en que la angustia de la clase trabajadora logró que la Alcaldía de Nueva York escuchara.

Esa lucha forjó un vínculo que ningún eslogan de campaña podría fabricar. Cuando Mamdani se lanzó como candidato, los taxistas se convirtieron en su ejército de base. Transformaron las aceras en centros de campaña, tocaron bocinas en mítines, transportaron votantes, y difundieron su mensaje una carrera a la vez.

El barrio de Mamdani responde con fuerza


Los conductores juntaban propinas en latas de café con la etiqueta “Para la Lucha”. No eran grandes donantes de fondos: eran los hombres y mujeres que conocían Nueva York desde el asiento delantero, recogiendo enfermeras después de sus turnos nocturnos.

Raj recordaba su primer cheque: cincuenta dólares de un martes lento, garabateado en un sobre arrugado. “Este tipo es uno de los nuestros”, le dijo a su despachador. “Él entiende que las calles no duermen, y nosotros tampoco”.

Al otro lado de Midtown, el cofre de Andrew Cuomo, principal rival de Mamdani en la contienda, resplandecía. Multimillonarios desde Wall Street hasta Silicon Alley abrieron sus billeteras de par en par, decenas de millones fluyendo como el Hudson en marea alta. 

Los patrocinadores de Cuomo —grandes nombres como Bloomberg, Ackman, Lauder, Diller y Loeb— vertieron más de 40 millones de dólares a través de organizaciones políticas llamadas super-PACs, que son grupos que pueden gastar dinero de manera independiente para apoyar a un candidato o atacar a otro, sin que ese dinero pase directamente por la campaña. Entre estos grupos figuraban  Fix the City y Defend NYC. Los multimillonarios veían a Mamdani como una amenaza a los impuestos bajos, el desarrollo sin restricciones y el control sobre el pulso financiero de la ciudad.

Cuomo llamó a su campaña “restaurar el orden”, pero para los taxistas sintonizando desde los garajes, sonaba como código para más tarifas en los permisos para operar, aplicaciones depredadoras y aumentos de alquiler, mientras las familias se hacinaban en edificios descascarados sin ascensor.

El contraste era marcado. Los mítines de Mamdani se desbordaban en las aceras de Queens y el Bronx, donde carritos de comida halal humeaban junto a mesas plegables repletas de volantes que prometían protecciones contra desalojos y un mínimo de 30 dólares para conductores de transporte compartido.


Sacudiendo las jaulas correctas


Hasta el momento, dos millones de votantes acudieron a las urnas en esta carrera por la alcaldía, una participación que no se veía desde 1969, según la Junta Electoral de Nueva York.

Los seguidores llegaron en metro, no en limusinas. Incluían maestros de Bed-Stuy, baristas de Bushwick, grupos de conductores en chalecos descoloridos de TLC coreando: “¡Del volante a la Alcaldía!”.

Se formaron largas filas serpenteantes afuera de Ayat, un restaurante palestino en Astoria, que ofreció una cena comunitaria gratuita en honor a Mamdani.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intervino con un respaldo de último minuto advirtiendo sobre recortes federales si el “socialista” tomaba las riendas.

Mamdani enmarcó el ataque por parte de los multimillonarios como prueba de que estaba sacudiendo las jaulas correctas. “Si tienen miedo”, dijo a sus seguidores, “entonces tal vez finalmente estemos cambiando a quién le pertenece esta ciudad”, sostuvo. 

Cuando cerraron las urnas, Brooklyn entregó una victoria aplastante: el barrio de Mamdani respondió con fuerza con votantes jóvenes y sindicatos, obteniendo mejores resultados en los vecindarios negros e hispanos que en junio, cuando había ganado las primarias demócratas. Incluso, logró voltear el Bronx.

A las 10:30, con el 90% de los distritos contabilizados, Mamdani mantenía el 50,5%, Cuomo el 41%, Curtis Sliwa arañando un 7%.

El aire denso de posibilidades


En las calles, el mañana ya había llegado. La noticia se propagó más rápido que un rumor: a través de chats grupales zumbantes, derramándose en bocinazos y gritos que reverberaban desde los puentes.

En Jackson Heights, Raj y una docena de conductores saltaron de sus taxis, con los motores encendidos, tocando bocinas. “Lo logramos”, sonrió Raj, chocando los cinco con un colega conductor somalí, Abdi Warsame.

Cerca, inquilinos y artistas se unieron, las risas cortaban el frío mientras una Nueva York azotada por el viento celebraba.

El modesto escenario de Mamdani en Flushing Meadows atrajo a miles en sudaderas con capucha y botas de trabajo, el aire denso de comida callejera y posibilidades.

“Esta no es mi victoria”, dijo. “Es nuestra –de los conductores, de las familias manteniendo la línea contra los aumentos de alquiler. Desde los permisos para operar taxis hasta las azoteas, estamos recuperando lo que siempre ha sido nuestro”.

Este miércoles, Nueva York despertará nuevamente con el retumbar de los motores. Los multimillonarios conservaron sus torres. Pero las calles reclamaron el volante.

Abdi Warsame, el taxista somalí, le dijo a TRT World: “Hemos estado conduciendo estas calles durante décadas, recogiendo a todos, pagando por todos. Esta noche, la ciudad finalmente nos devolvió el favor”.


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