Entre las ruinas y los sueños: una familia siria encuentra en el taekwondo “un faro de esperanza”
NUEVA SIRIA
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Entre las ruinas y los sueños: una familia siria encuentra en el taekwondo “un faro de esperanza”Abdulrahman Al-Masry, refugiado de Tal Rifaat, fundó una academia de taekwondo en un campo en Azaz, Siria. Allí entrena a sus hijos que sueñan con representar al país en los Juegos Olímpicos.
“Al principio no había un lugar designado para entrenar. Teníamos que usar el suelo de tierra del campamento".
24 de noviembre de 2025

“Cuando comenzó la guerra, nos vimos obligados a huir (del pueblo) de Tal Rifaat debido a los intensos bombardeos y los enfrentamientos provocados por las fuerzas del régimen de Bashar Al-Assad. Nos desplazamos hacia la frontera turca y nos establecimos en Azaz”, cuenta a TRT Español Abdulrahman Al-Masry, un padre sirio y entrenador de taekwondo, sobre la guerra civil en Siria que comenzó en 2011.

Rememora cómo al principio junto a sus tres hijos —Mohammad, Tamer y Yazan—, la familia fue desplazada a una nueva realidad en tiendas de campaña. Creían que la guerra sería temporal. “Pero con el paso de los días, quedó claro que esa nueva vida bajo las carpas continuaría, sin acceso a los servicios básicos”, lamenta Abdulrahman.

Después de un año de desplazamiento y al observar a los niños vivir en condiciones precarias, frente a la constante amenaza de la guerra, Abdulrahman admite que sintió la necesidad de “ofrecer algo significativo a los niños del campamento, algo que les diera esperanza y los ayudara a distraerse de la dureza del exilio”.

El taekwondo

Ese impulso unió a toda la familia con lo que más aman: el taekwondo. Aunque Abdulrahman nunca llegó a ser campeón nacional, durante su juventud entrenó con el equipo militar en Damasco y en otro club en Tal Rifaat. Años más tarde, introdujo a sus hijos en este deporte, que hoy ocupa un lugar fundamental en sus vidas. “Hablamos de ello durante el desayuno y la cena, incluso por las noches vemos combates en línea”, admite Abdulrahman.

Inspirado por estas vivencias, comenzó el proceso de abrir una pequeña academia de entrenamiento, de apenas seis metros de diámetro, aunque confiesa que “los desafíos fueron innumerables”.

En medio de lo que llama “la miseria de las tiendas de campaña”, recuerda la “lucha constante” debido a las condiciones climáticas, la falta de electricidad, los escasos recursos económicos y la ausencia de apoyo institucional.

“Al principio no había un lugar designado para entrenar. Teníamos que usar el suelo de tierra del campamento. Colocábamos viejos colchones de esponja o mantas para amortiguar las caídas durante los entrenamientos”, recuerda Abdulrahman. “No había uniformes ni equipo, así que empezamos con lo mínimo, dependiendo de pequeñas donaciones o iniciativas individuales”.

A pesar de las circunstancias, en poco tiempo la academia ganó popularidad. “Comencé a traer a niños del campamento —incluidos mis propios hijos— y descubrí que tenían un gran potencial. Así que empecé a trabajar con ellos paso a paso”, añade.

“Un faro de esperanza”

Para su hijo mayor, Mohammad Noor, fue algo especial. Asistir al club, llamado Baraem Al-Thawra, lo reconectaba con la nostalgia de su niñez, cuando acompañaba a su padre en su pueblo natal y observaban juntos las prácticas de taekwondo y sus movimientos. “Fue un faro de esperanza en medio de una realidad difícil”, admite.

Poco a poco, Mohammad se fue involucrando más en las sesiones de entrenamiento. Comenzó a dominar los movimientos y a aprender sobre la filosofía del taekwondo, basada en el respeto y la disciplina.

Esto lo llevó a reconocer que no era solo un entrenamiento físico, sino “una forma de construirse a uno mismo y superar las adversidades”. Agrega que “el taekwondo me dio una sensación de fortaleza y control sobre el miedo, especialmente en un entorno lleno de incertidumbre”.

Para Tamer, otro de los hijos de Abdulrahman, esa escapatoria no solo tuvo un efecto externo, sino también interno. “Aprendía y mejoraba con cada sesión, siempre pensando en mis metas, a pesar del desánimo. Algunos me decían que estaba perdiendo el tiempo, que la vida en el campamento no deja espacio para los sueños. Pero yo creía que el taekwondo podía abrirme puertas que nunca imaginé”, cuenta a TRT Español.

El club, que hoy entrena a más de 70 niños, se enfocó desde el inicio en el combate, el poomsae —una forma coreografiada de lucha sin contacto— y los movimientos musicales que se presentan durante las exhibiciones. “Con esfuerzo constante, construimos lo que hoy se considera el club número uno del norte de Siria”, afirma Abdulrahman.

Al principio, los hermanos entrenaban tres veces por semana, con sesiones de aproximadamente 90 minutos. Sin embargo, Abdulrahman sintió que no era suficiente para impulsar el desempeño de sus hijos y, a pesar de los enormes retos, soñaron con competir. Así, bajo su guía, comenzaron a entrenar durante tres horas, algo que considera clave en su progreso.

Entrega y disciplina

Ese esfuerzo tuvo un impacto positivo, recuerda Mohammad, quien al ingresar al club admite que “respiraba de nuevo”. Señala que “olvidaba las penurias, el frío y el miedo, y me concentraba únicamente en los movimientos y el entrenamiento. El taekwondo me dio confianza y me enseñó que puedo ser fuerte, incluso cuando todo a mi alrededor es difícil”.

Después de seguir los pasos de sus hermanos mayores, para Yazan el taekwondo se convirtió en su “gran sueño”. Este camino estuvo marcado por la determinación y la firmeza. No aceptaba días libres y practicaba en casa cuando el club no abría, siempre con la ilusión de llegar a un torneo. “Me da motivación cada día y me hace sentir que puedo lograr algo importante en mi vida, a pesar de todas las dificultades que me rodean”, dice a TRT Español.

Para todos, entrenar en familia ha sido una fuente de inspiración. Los hermanos han crecido con el apoyo y el aliento de su padre: Tamer superó sus miedos y ganó confianza, mientras que Yazan mejoró en las técnicas aéreas, como los saltos y giros en el aire.

Lazos con América Latina

Al principio, los hermanos competían entre sí, pero pronto comenzaron a participar en torneos y lograron puestos destacados en ciudades sirias como Afrin y Azaz. “Esos momentos aumentaron muchísimo mi confianza”, recuerda Mohammad.

Tamer rememora cómo “a nivel local logré el primer lugar en muchos torneos, incluyendo el Campeonato de Al-Bab 2024 y el Campeonato de Afrin 2023. Con mi equipo también ganamos el primer lugar en la categoría de poomsae grupal en el torneo de Afrin 2023, y ese fue un logro muy especial para mí”.

Aunque no todo fue fácil. La guerra civil implicaba diversas adversidades, especialmente las sanciones económicas, que limitaron las posibilidades de la familia para viajar al extranjero. Así, los hermanos comenzaron a competir en línea en torneos organizados desde Estados Unidos e India.

Estas restricciones, sin embargo, los llevaron a forjar un fuerte vínculo con América Latina, donde participaron en competencias digitales en México y Venezuela. Tamer ganó el primer lugar en Argentina y Chile, mientras que Yazan lo hizo en Argentina y Venezuela.

Soñar en grande

Hoy, Yazan afirma que no ha perdido la esperanza de competir en el extranjero. “Nuestro sueño es algún día participar en los Juegos Olímpicos y levantar la bandera de nuestro país frente a todos”, reflexiona. “Queremos demostrar que los niños del campamento pueden convertirse en campeones mundiales, y que los desafíos no significan detenerse, sino que solo requieren más determinación y más entrenamiento”.

A la vez, Abdulrahman sigue soñando con que sus hijos sigan los pasos de Ghada Shouaa, la heptatleta siria que ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. “Aún son jóvenes, pero con entrenamiento continuo, tienen el potencial de llegar a los niveles más altos”, afirma.

A pesar de la caída del régimen de Al-Assad en diciembre de 2024, las instituciones deportivas en Siria no han retomado el protagonismo que tuvieron antes de la guerra civil, y el país sigue en proceso de reconstrucción, concluye Abdulrahman. “Algunas familias han dejado sus tiendas y han regresado a sus pueblos, pero muchas –incluyéndonos a nosotros– seguimos viviendo en campos porque nuestras ciudades están destruidas”.

Este artículo fue redactado por Bala Chambers y reportado por Mohammad Bashir Aldaher.

FUENTE:TRT Español