Luego de atravesar décadas de gobierno autoritario y una guerra civil, Siria celebró sus primeras elecciones tras la caída del régimen de Bashar al-Assad el pasado 5 de octubre, en lo que marcó un momento crucial para la transición del país de la autocracia a una democracia naciente.
El Gobierno de Transición Sirio, bajo el liderazgo del presidente Ahmed Al-Sharaa, optó por elecciones indirectas, debido a que los registros electorales estaban incompletos y millones de personas no tenían documentos de identidad válidos.

Unos 6.000 miembros de los colegios electorales de toda Siria votaron por 1.578 candidatos preaprobados para casi dos tercios del parlamento de 210 miembros. En la siguiente fase de las elecciones, Al-Sharaa designará directamente al tercio restante de los congresistas.
La principal tarea de la recién elegida Asamblea Popular es redactar una nueva Constitución para 2028, un ejercicio que busca sentar las bases para elecciones directas y establecer un contrato social renovado en el país arrasado por la guerra civil.
Los analistas afirman que las elecciones deben considerarse un "logro significativo" para Siria a pesar de su naturaleza indirecta, a medida que el país intenta liberarse del oscuro legado del autoritarismo que dejó el régimen baazista.
"La transición política en Siria alcanzó un nuevo hito con las elecciones parlamentarias", señaló Recep T. Teke, experto en Estudios del Levante del Centro de Estudios de Oriente Medio (ORSAM), durante una conversación con TRT World.
"Por primera vez en décadas, los sirios ahora tienen una plataforma política a través de la cual pueden canalizar sus reclamos y demandas a las autoridades gubernamentales", afirmó el experto. Y añadió que las elecciones representan un paso significativo hacia la reconstrucción de la política participativa.
En ese sentido afirmó que el gobierno de transición tiene un claro interés en garantizar el funcionamiento eficaz de la nueva asamblea, ya que su propia legitimidad depende en gran medida del éxito y la credibilidad de los procesos parlamentarios.

“Un gobierno que busca tanto reconocimiento internacional como legitimidad nacional se verá obligado a empoderar a la Asamblea Popular, permitiéndole desempeñar un papel fundamental en la configuración del futuro político del país”, aseveró Teke.
Sin embargo, el nuevo Parlamento todavía enfrenta desafíos, que van desde reconciliar una sociedad profundamente fragmentada hasta consolidar el apoyo internacional. Por ejemplo, el panorama demográfico profundamente diverso de Siria plantea “dificultades inherentes”.
Conciliar los intereses de muchos grupos de interés divergentes será fundamental para crear un marco que fomente la unidad en lugar de la división, apuntó el experto.
El gobierno de transición de Al-Sharaa ha operado bajo una declaración constitucional temporal que abarca un período de cinco años, que empezó a contarse desde que las fuerzas de la oposición derrocaron al largo régimen de Assad en diciembre de 2024, tras una ofensiva ultrarrápida.
Según Teke, redactar una nueva Constitución que defina permanentemente el sistema político del país será una “tarea inmensamente compleja y delicada”. Esto se debe a que la composición étnica, religiosa y sectaria de Siria –formada por importantes grupos de población kurda, drusa y alauita– representa un obstáculo formidable para la construcción de consenso.
El aplazamiento indefinido de las elecciones en regiones como el noreste, controlado por las SDF, y Sweida, controlada por los drusos, complica aún más esta tarea.
De hecho, el experto advierte que excluir estas zonas del ejercicio electoral podría provocar inestabilidad e incluso un rechazo rotundo del resultado constitucional por parte de algunas comunidades.
Teke explica que Al-Sharaa, si bien designará directamente a 70 miembros para el Parlamento, probablemente priorizará a los representantes de las zonas donde se aplazaron las elecciones. "Se espera que Al-Sharaa utilice esta prerrogativa para reforzar la legitimidad de la asamblea seleccionando a representantes de las zonas excluidas", afirmó el experto.
Unidad a través de la diplomacia
La era de Assad se caracterizó por atrocidades generalizadas —crímenes de guerra, desapariciones forzadas y tortura— que dejaron profundas cicatrices en la sociedad siria.
Bajo este régimen, se realizaba la farsa de elecciones simuladas cada cuatro años, ya que el Partido Baaz siempre dominaba el Parlamento, con dos tercios del total de escaños reservados para los leales al partido.
El Parlamento, que le aprobaba todo al régimen baazista fue destituido cuando las fuerzas de la oposición derrocaron al régimen de Assad el año pasado.
Destacando la colaboración de Al-Sharaa con los líderes kurdos y drusos desde su llegada al poder a finales del año pasado, Teke afirma que el gobierno sirio mantiene su compromiso de restaurar la unidad política a través de la diplomacia.
Más allá de los desafíos territoriales, el Parlamento se enfrenta a la tarea de abordar las injusticias históricas e integrar las voces marginadas. En ese sentido, insta a “un mecanismo de justicia transicional específico, compuesto por juristas independientes”, para investigar estos abusos.
Así, el experto concibe una comisión nacional de verdad y reconciliación que documente las violaciones ocurridas y promueva la sanación, un paso que considera "esencial para fomentar una paz duradera".
Dichas medidas marcarían un punto de inflexión decisivo ante la impunidad que caracterizó al régimen de al-Assad, restaurando la confianza pública en el gobierno, insistió Teke.
Enfrentando las expectativas "poco realistas"
La representación de mujeres en el proceso electoral sirio deja mucho que desear. Solo seis legisladoras fueron elegidas en las votaciones del 5 de octubre, a pesar de que las mujeres representaban el 14% de los candidatos.
La magnitud de esta subrepresentación indica la necesidad de reformas estructurales a largo plazo. La participación de mujeres en la política ha sido una de las demandas centrales de la comunidad internacional. Teke insta a la nueva asamblea a introducir cuotas de género en los comités legislativos y en el proceso de redacción constitucional.
Por su parte, Omar Alhariri, periodista sirio independiente, declaró a TRT World que espera que Al-Sharaa corrija el desequilibrio de género nombrando directamente a mujeres para el Parlamento. Sin embargo, advierte contra las expectativas poco realistas en cuanto a la participación de esta población en la democracia parlamentaria.
"Sería poco realista esperar que Siria tenga un Parlamento comparable al de otros países en esta etapa", sostuvo. Y añadió que la nación siria sigue luchando por "reconstruirse, recuperarse y superar" la ruina que el régimen de Asad desató durante décadas.
Alhariri agregó que la formación de la asamblea en sí misma es una poderosa señal para el mundo, que demuestra que Siria está "recuperando rápidamente su vitalidad y fuerza". Por eso afirma que el Parlamento forma parte de la narrativa más amplia de que Siria está reconstruyéndose "para su pueblo primero, sus vecinos en segundo lugar y el mundo en general en tercer lugar".
Lograr obtener apoyo internacional
Analistas apuntan a que el éxito de la asamblea recién elegida dependerá de su capacidad para obtener apoyo internacional, especialmente de los gobiernos occidentales cuyas sanciones y políticas de ayuda podrían influir en la recuperación de Siria.
El gobierno de transición ya ha avanzado en su reconocimiento mundial, y funcionarios sirios fueron recibidos en la Asamblea General de la ONU en Nueva York el mes pasado. “Los gobiernos occidentales han acogido en gran medida a la nueva administración”, afirmó Teke, destacando su optimismo sobre las elecciones a pesar de sus imperfecciones.
Sin embargo, mantener este apoyo requiere avances tangibles.
Los Estados de Occidente, conscientes de los incidentes violentos en zonas como Sweida, han exigido investigaciones transparentes y rendición de cuentas.
“Esperan procedimientos judiciales justos y medidas concretas para prevenir la repetición de tales abusos”, destacó el experto.
Para el alivio de las sanciones y la entrada de ayuda, el Parlamento debe priorizar la inclusión política, la reforma institucional y los derechos humanos. “Solo demostrando un compromiso genuino y constante con estos principios podrá el liderazgo de transición preservar la confianza internacional y asegurar una legitimidad duradera”, concluyó.