La reunión del presidente Recep Tayyip Erdogan con el presidente estadounidense Donald Trump, celebrada el 25 de septiembre, tuvo lugar en un contexto de tensiones acumuladas bajo la anterior administración de Joe Biden.
El deterioro en las relaciones Türkiye-EE.UU. estuvo marcado por disputas en torno a la compra turca de sistemas de misiles rusos S-400, la política sobre Siria y las sanciones estadounidenses que limitaron el acceso de empresas turcas al mercado de EE.UU.
Pero en un breve intercambio con la prensa mientras despedía a Erdogan el 25 de septiembre, Trump calificó el encuentro como una “gran reunión” y elogió al líder turco, llamándolo “firme” y “muy respetado”.
Las conversaciones abordaron temas de defensa, comercio y energía, así como los conflictos en Oriente Medio, con Erdogan destacando después “avances significativos” en cuestiones clave.
Expresando un optimismo cauteloso, expertos señalan que la reunión en la Casa Blanca podría haber desbloqueado beneficios de largo plazo en defensa y economía para Ankara.
“El respaldo público de Trump a Erdogan marca un deshielo en las relaciones entre EE.UU. y Türkiye, y supone un giro notable respecto a la postura de la administración Biden”, afirmó Yasar Sari, director del Centro de Estudios Euroasiáticos Haydar Aliyev de la Universidad Ibn Haldun, en declaraciones a TRT World.
Sari señaló que ambos presidentes comparten su rechazo al llamado “orden internacional liberal” y prefieren el bilateralismo frente a las limitaciones de las alianzas. Sin embargo, advirtió que la retórica por sí sola no basta.
“Conociendo la personalidad de Trump, necesitamos tiempo para ver si las palabras se traducen en políticas”, dijo, calificando la reunión como un “paso prometedor”.
El analista advirtió también sobre las elecciones legislativas de noviembre en EE.UU., que podrían dar más poder a un Congreso más beligerante y limitar los gestos de Trump hacia Ankara. Las fracturas más profundas —como el apoyo de Washington a Israel, su respaldo a las milicias YPG/PYD y la cercanía de Ankara con Moscú— no desaparecerán de inmediato.
“Si bien esta diplomacia personal crea un ambiente positivo para logros a corto plazo, su capacidad para abordar los desacuerdos estructurales y reforzar la relación a largo plazo sigue siendo incierta”, agregó.
La visión es compartida por Ahmet Uysal, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Estambul. Destacando la óptica geoestratégica de las administraciones republicanas en EE.UU., calificó el acercamiento de Trump como “mayor” en comparación con el “carácter limitado” de la era Biden.
“En general, los líderes republicanos valoran más la importancia geoestratégica de Türkiye que las administraciones demócratas”, dijo a TRT World.
“La diplomacia personal entre Trump y Erdogan producirá resultados concretos, como ocurrió en la primera era Trump”, añadió, prediciendo un “revitalizamiento” de los lazos bajo la “particular perspectiva de política exterior” de Trump.
Reactivando los lazos de defensa
Pocos temas simbolizan tanto los altibajos de la relación Türkiye-EE.UU. como la cooperación en defensa.
La compra turca de los sistemas rusos S-400 en 2019 llevó a su exclusión del programa F-35 y a la imposición de sanciones bajo la ley CAATSA en 2020, debilitando la interoperabilidad con los aliados de la OTAN.
Las señales de progreso durante la visita de Erdogan a EE.UU. podrían redefinir el rol de Türkiye en la alianza, mientras busca consolidar su influencia en el Mar Negro y el Mediterráneo Oriental.
“Los avances en los acuerdos sobre F-16 y F-35 mejorarían enormemente la posición defensiva de Türkiye en la OTAN al cubrir vacíos críticos de capacidad, hasta que su industria militar pueda alcanzar el nivel deseado”, señaló Sari.
Recuperar el acceso al F-35 no solo devolvería a Türkiye capacidades de última generación, sino que también cerraría una “profunda fractura” con EE.UU. abierta en 2019, agregó.
Matthew Bryza, exembajador de EE.UU. en Azerbaiyán y experto en Eurasia radicado en Estambul, opinó que la mano de Trump fue “forzada” por el Congreso en 2020 para imponer las sanciones.
Considera que el levantamiento de estas sanciones sería más un bálsamo político que una panacea económica.
“Las sanciones CAATSA fueron percibidas como un insulto político por Türkiye, y con razón. Erdogan y el gobierno turco verán (el levantamiento de sanciones) como un gesto de buena voluntad”, dijo a TRT World.
Entre las ventajas para Türkiye estarían el acceso a financiamiento estadounidense para exportaciones de defensa y la reanudación de la producción de piezas del F-35 por parte de empresas locales.
En el ámbito civil, la compra de aviones Boeing impulsaría aún más a Turkish Airlines, ya la aerolínea con mayor alcance global, reforzando el poder blando de Ankara en el escenario internacional.
“Turkish Airlines se convertirá en un elemento aún más fuerte de la diplomacia turca”, sostuvo Bryza.
Añadió que cerrar acuerdos para nuevos F-16, kits de modernización y el regreso al programa F-35 “fortalecerá significativamente” la fuerza aérea turca.
No obstante, minimizó los efectos inmediatos en los puntos críticos de la región, como Siria o Palestina, donde Ankara no tiene previsto un involucramiento aéreo directo.
En su lugar, destacó el rol estabilizador de Türkiye en la región, subrayando que Trump reconoció públicamente la labor de Ankara en la caída del régimen baazista de Bashar al Assad en Damasco el año pasado y su apoyo posterior al nuevo liderazgo sirio de Ahmed al Sharaa.
Sari agregó que el levantamiento potencial de las sanciones CAATSA, junto con la compra de 225 aeronaves Boeing, reforzará la resiliencia económica de Ankara y generará un efecto multiplicador.
“Eliminar las sanciones CAATSA borraría de inmediato las penalizaciones legales que restringen la industria de defensa turca”, dijo, añadiendo que el cambio restauraría su capacidad de obtener licencias de exportación estadounidenses vitales para numerosas tecnologías militares y de doble uso.

Ankara como mediador regional
Expertos sostienen que la agenda de Oriente Medio en la reunión Erdogan-Trump consolidó el papel de Türkiye como mediador regional.
Las conversaciones sobre Palestina evidenciaron divergencias: Ankara califica la ofensiva israelí en Gaza, que ha dejado casi 66.000 muertos en los últimos dos años, de “genocidio”, mientras que Trump ha apoyado al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
Aun así, hubo señales de construcción de puentes. Uysal destacó que Gaza es el “aspecto más difícil y espinoso” en la relación Türkiye-EE.UU., con posturas “diametralmente opuestas”.
Sin embargo, el hecho de incluir el tema en los diálogos entre Trump y líderes musulmanes muestra la presión que enfrenta Washington para una reconciliación.
“Probablemente estas reuniones aumenten la presión sobre EE.UU. y tal vez empecemos a ver señales de una reconciliación en Gaza”, dijo Uysal.
Bryza también prevé un papel clave para Türkiye a través de su canal con Hamás, si Israel se abre a negociar seriamente.
“Siempre he creído que la capacidad de Türkiye para dialogar con Hamás podría ser clave si Israel se vuelve serio en negociar el fin de la guerra”, señaló.
Recordando el éxito pasado de Erdogan en asegurar la liberación de rehenes, consideró que Trump podría pedir al presidente turco que facilite la participación de Hamás en las negociaciones.
“Trump claramente admira a Erdogan. Tal vez recurra al presidente turco para que ayude a sumar a Hamás a las conversaciones”, dijo.
Las sinergias aparecen más claras en Siria, donde Assad ya no está y ambas partes respaldan al gobierno de Ahmed al Sharaa.
“Türkiye puede jugar un rol, y lo está jugando, en Siria… trabajando con EE.UU. para ayudar a al Sharaa a establecer un país unificado y estable”, concluyó Bryza.