Washington DC – Roba, graduada de una universidad en Gaza, Palestina, explica que vive "en una realidad que se siente como lo desconocido".
Estudió literatura inglesa y francesa en la Universidad Al-Azhar, pero hoy su lucha no es por encontrar entrevistas de trabajo.
Es por encontrar alimentos para comer una vez al día.
"Mis recuerdos se han borrado", comenta.
"Perdí mi hogar, perdí a muchos amigos, y la ciudad ya no se ve como lo que era antes. La vida ha muerto. No hay presente ni hay futuro", insiste.
Su relato, junto con el testimonio del personal de salud en el hospital Al-Shifa, el complejo médico más grande de Gaza, coincide con el deterioro de condiciones alertado por varias agencias de la ONU, que señalan que los últimos sustentos de vida en la Ciudad de Gaza están colapsando en medio de ofensivas militares israelíes intensificadas.
Las advertencias humanitarias incluyen un aumento en el desplazamiento forzado, desnutrición aguda y un sistema de salud que opera muy por encima de su capacidad, con escasez de suministros críticos que son bloqueados repetidamente o se retrasan por restricciones de acceso, de acuerdo a la ONU.
TRT World habló con varios palestinos que se encuentran en Gaza, a través de WhatsApp y correo electrónico.
"La única opción que tenemos es esperar"
Roba dice que ha estado sin trabajo desde las primeras semanas de la ofensiva israelí, lanzada en octubre de 2023, y que los continuos meses de búsqueda no han dado resultados bajo las condiciones actuales.
No ha evacuado porque quiere quedarse, enfatiza, pero esto se debe a que no hay más opciones.
"La sensación ahora es que el siguiente desplazamiento podría ser el último", dice. Y luego explica que no puede pagar una tienda de campaña, que según señala puede llegar a costar entre 1.000 y 1.500 dólares, además de que simplemente no queda espacio "para meter a la gente" en el centro y sur de Gaza.
Añade que el agua, la comida y la sanidad básica también son escasas en esas áreas, un espejo de las condiciones del norte.
Por ahora, está esperando "hasta el último momento" en una ciudad que ella ya no puede reconocer.
El testimonio de Roba coincide con la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés), que informó que 11 instalaciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) que eran utilizadas como refugios de emergencia para aproximadamente 11.000 personas en la Ciudad de Gaza sufrieron daños en cinco días, en medio de un patrón más amplio de desplazamientos forzados repetidos en todo el enclave.
Organizaciones y grupos de ayuda dicen que proporcionan varios cientos de miles de comidas calientes diariamente a través de cocinas comunitarias, pero también advierten que esto está muy por debajo de las necesidades a medida que las rutas de acceso se limitan y las reglas de inspección cambian, retrasando las entregas.
Los equipos humanitarios continúan evaluando a los niños para detectar casos de desnutrición y comenzar el tratamiento donde sea posible, sin embargo, se han registrado muertes relacionadas con la desnutrición y los sitios dedicados a la atención en salud han estado ellos mismos bajo órdenes de evacuación, según la ONU.
"No hay futuro para mis hijos"
En el norte de Gaza, Abdelkader Jamal, un maestro ahora desempleado, intenta alimentar a sus dos hijos –Yahya, de 4 años, y Omar, de 3– mientras calcula los riesgos y costos de otro desplazamiento más.
"No hay futuro para mis hijos", dice.
"No hay escuelas, no hay jardines de infancia".
La única educación que existe ahora, explica, son pequeñas iniciativas que antiguos maestros o graduados universitarios han puesto en marcha: "No están apoyadas por el Ministerio de Educación, y no se dan en un ambiente saludable o apropiado para los niños".
Su crisis diaria es la comida y el siguiente desplazamiento: "Todos los componentes de la vida han desaparecido en el norte de Gaza en este momento".
Dice que cuando intenta retirar efectivo de su cuenta bancaria, las comisiones para obtener liquidez pueden exceder el 40%.
Incluso cuando tiene efectivo en mano, los billetes a menudo están tan desgastados que complican las compras simples.
Sin un ingreso estable, busca comidas cocinadas o paquetes de alimentos básicos para mantener a sus hijos sin hambre.
Abdelkader se ha quedado en el norte, dice, porque no hay áreas seguras, ni en el norte ni en el sur, y porque los costos de transporte se han disparado.
Estima que mover sus pertenencias del norte al sur ahora costaría entre 1.000 y 2.000 dólares, una cifra que no tiene.
No posee una tienda de campaña y comprar una, dice, costaría alrededor de 1.000 dólares.
"Si me quedo, ¿qué pasará conmigo, mi esposa y mis hijos?", pregunta, señalando que los precios de los alimentos aumentan drásticamente y muchas familias ya no pueden comprar lo esencial.
También describe el costo psicológico de los estragos diplomáticos.
Refiriéndose a una cumbre de líderes árabes y musulmanes en Qatar después de los ataques israelíes contra miembros del liderazgo político de Hamás en Doha, Abdelkader dice que se sintió decepcionado por el resultado.
Esperaba que la reunión planteara pasos concretos para detener el genocidio israelí y el sufrimiento civil a gran escala.
"Ahora", dice, "no estoy pensando en desplazarme debido a las dificultades que mencionamos. La muerte es mejor que el desplazamiento".
"Solo cuatro de 22 quirófanos están funcionando"
Dentro del destrozado sistema de salud de Gaza, el panorama es igualmente extremo.
El Dr. Khaled, un médico del hospital Al-Shifa en la Ciudad de Gaza, describe "lo que queda" del complejo médico después de los repetidos ataques y la incursión terrestre del año pasado por parte de las fuerzas israelíes.
Los problemas estructurales, indica, son la capacidad y la logística: hay muy poco personal, muy pocas camas, y muy poco de todo, desde combustible hasta imagenología avanzada.
De acuerdo a su cálculo, la ocupación de camas del hospital es de más del 300%, una cifra que, según él, es consistente con los datos publicados por el Ministerio de Salud de Gaza.
Múltiples departamentos han cerrado completamente, señala, incluyendo la unidad de cateterismo cardíaco.
"No hay suficientes quirófanos", añade."En Al-Shifa, solo cuatro de veintidós salas de operaciones están funcionando actualmente".
No hay tomografía computarizada ni resonancia magnética disponibles dentro del complejo, continúa el médico, y el equipo esencial de diagnóstico y quirúrgico o desapareció, o está dañado o quedó inutilizable debido a las restricciones de energía y mantenimiento.
Más allá de las paredes del hospital, la realidad en el terreno de Gaza agrava la crisis: cortes de electricidad, escasez de agua, inseguridad alimentaria y el colapso de los servicios municipales impulsan un aumento en enfermedades prevenibles y traumas que el sistema de salud no puede atender.
En una entrevista con TRT Arabi, el Dr. Mohammed Abu Salmiya, director del Complejo Médico del Hospital Al-Shifa, dijo que este centro era "el corazón latente" del sistema de salud de Gaza, un corazón que ha estado luchando durante meses por reiniciarse bajo bombardeos y asedio.
En ese sentido explicó que los equipos han estado reparando áreas del complejo durante aproximadamente seis meses, reabriendo partes del departamento de emergencias, salas de hospitalización, cuidados intensivos y diálisis.
Aun así, añadió, la carga es abrumadora.
"La capacidad de absorción supera el 300%", sostuvo. Entonces explicó que el hospital pierde pacientes porque no hay suficientes quirófanos y porque los suministros de medicamentos y los desechables básicos se están agotando.
Abu Salmiya recordó que el hospital Al-Shifa alguna vez tuvo 22 quirófanos. Ahora, al igual que lo decía el Dr. Khaled, cuenta con sólo cuatro en servicio.
La unidad de cuidados intensivos neonatales más grande de Palestina –que anteriormente servía a Cisjordania ocupada y Gaza– está completamente fuera de servicio, con recién nacidos y bebés prematuros muriendo porque no hay incubadoras disponibles en la Ciudad de Gaza.
La capacidad de diálisis ahora es menos de la mitad de lo que era antes, añadió, con la pérdida de aproximadamente el 40% de los pacientes con insuficiencia renal.
Esos relatos en primera persona encarnan las advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que las condiciones de salud pública en Gaza son "catastróficas".
Funcionarios de la OMS denuncian que menos de la mitad de los hospitales y menos del 38% de los centros de atención primaria funcionan parcialmente, con las principales instalaciones médicas experimentando una ocupación que oscila desde casi el doble hasta más del triple de su capacidad.
Los suministros de medicamentos esenciales y básicos están agotados, y las repetidas órdenes de desplazamiento, la inseguridad y los obstáculos al acceso impiden tanto el tratamiento como las cadenas de suministro.
Una ofensiva medida por rutas bloqueadas y salas vacías
Las agencias de la ONU dicen que aunque otras organizaciones humanitarias continúan llevando harina de trigo, paquetes de alimentos y algunos suministros médicos, "las oportunidades para apoyar a las personas que se mueren por hambruna están siendo bloqueadas sistemáticamente".
Un cruce directo hacia el norte ha sido cerrado en varias ocasiones, según la OCHA, mientras que las reglas de inspección varían según la ruta, creando imprevisibilidad y retrasos para artículos que ya han sido adquiridos.
Incluso los alimentos básicos pueden ser etiquetados como "lujos" y ser retenidos, dicen los funcionarios humanitarios.
Dentro de Gaza, las misiones humanitarias planificadas a menudo se les impide entrar o son canceladas debido a la inseguridad, incluso cuando los grupos de ayuda logran entregar combustible o mover carga limitada en caso de que las condiciones lo permitan.
La ONU también ha condenado las recientes escaladas en la Ciudad de Gaza en las que han matado y herido a decenas de personas, reiterando los llamados a la protección de civiles y al personal humanitario, así como el respeto del derecho internacional.
Debido a las carreteras dañadas en la mayor parte del enclave y la suspensión de los servicios en muchas clínicas por la presión de órdenes de desplazamiento, los grupos de ayuda han instado al acceso "a gran escala" a través de múltiples cruces hacia y dentro de Gaza, incluyendo el norte.
Mientras tanto, investigadores de derechos designados por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU han señalado que las atrocidades de Israel en Gaza cumplen con la definición legal de genocidio, citando asesinatos, daños graves, condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción y medidas destinadas a prevenir nacimientos.
Los funcionarios israelíes rechazan este señalamiento, calificándolo de parcial e infundado.
Cualquiera que sea el marco legal, la realidad que describen Roba y Abdelkader es la misma: una lucha diaria por comida, agua, medicina y refugio, con menos lugares a donde ir y menos servicios disponibles cuando llegan allí.
"Esperamos hasta el último momento"
Roba dice que ya no habla de planes.
Su vocabulario se limita a sobrevivir.
Enumera cifras que suman inmovilidad: el precio de una tienda de campaña en dólares, la ausencia de espacio en el sur, el hecho de que las condiciones allí –agua, comida, saneamiento– también se están deteriorando.
Entonces habla de esperar "hasta el último momento", de una ciudad donde los lugares icónicos han sido eliminados y los amigos se han ido.
Abdelkader enmarca sus opciones en una aritmética similar: el costo del transporte medido en miles de dólares, el recargo para acceder a su propio dinero medido en porcentajes de dos dígitos, el precio de una tienda de campaña que no tiene, el riesgo de mover a sus hijos sin un destino seguro por delante.
Entre estos cálculos, busca alimentos e intenta mantener unidas las vidas de los niños con lecciones improvisadas y las rutinas que permanecen.
Los médicos del hospital A-Shifa, por su parte, cuentan quirófanos –cuatro donde solía haber 22– y registran pérdidas que no pueden deshacerse sólo con organización o compromiso.
Describen pacientes que mueren mientras esperan espacio en el quirófano, salas que no pueden reabrir, y recién nacidos que no sobrevivirán porque la atención neonatal ya no existe donde se necesita.
En conjunto, estos testimonios esbozan una Gaza donde los términos de supervivencia se han reducido hasta el punto de desaparecer.
La ONU pide acceso, protección y ley.
Residentes como Roba y Abdelkader cuentan las horas y el dinero de sus opciones, y esperan que se abra un camino que aún no ha llegado.