En una medida sin precedentes, el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) ha activado una disposición de su Acuerdo de Defensa Conjunta, estableciendo que un ataque contra un Estado miembro será considerado un ataque contra todos.
Impulsada por el reciente ataque israelí en Doha, dirigido supuestamente a negociadores palestinos que trabajaban en un acuerdo de alto el fuego entre Hamás e Israel, la decisión de activar el mecanismo representa una muestra de unidad única entre el bloque de seis miembros, compuesto por Qatar, Arabia Saudí, Kuwait, Bahréin, Omán y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), todos países ricos en recursos naturales energéticos.
El mecanismo del CCG es similar al Artículo 5 de la carta de la OTAN, que en las últimas semanas ha acaparado titulares tras detectarse drones rusos en los cielos de los Estados miembros de la alianza.
A pesar de que es una clara expresión de desafío frente a la agresión no provocada de Israel, expertos señalan que la activación del pacto de defensa del CCG es solo un gesto simbólico.
“No es más que una expresión de solidaridad cuando hay una agresión contra uno de los Estados del CCG”, explicó a TRT World la analista Noha Aboueldahab, académica senior del Consejo de Oriente Medio sobre Asuntos Internacionales, un instituto independiente y sin fines de lucro con base en Qatar.
El Acuerdo de Defensa Conjunta del CCG fue acordado hace tiempo, aunque no es usual que se invoque, y estipula que los Estados miembros coordinarán sus fuerzas militares y compartirán recursos frente a una agresión externa.
Aboueldahab indica que cualquier acción tangible más allá del respaldo retórico requeriría pasos adicionales, dado que las acciones de Israel constituyen un desafío directo a la seguridad del Golfo.
El gobierno qatarí sostiene que los negociadores de Hamás se encuentran en Doha de manera “oficial y transparente” y con respaldo internacional. “Cualquier acción concreta que vaya más allá de estas declaraciones debería emprenderse como un paso adicional a este acuerdo”, añade la experta.
Por su parte, Mehran Kamrava, profesor en la Universidad de Georgetown en Qatar, destacó en diálogo con TRT World que la declaración del CCG es una “importante demostración simbólica de unidad”.
Sin embargo, según afirma, el verdadero problema es que pueda llegar a aplicarse de manera efectiva: “Si Israel ataca de nuevo, el CCG no puede iniciar, y no lo hará, una acción militar en su contra”, dijo Kamrava, señalando la profunda integración de asesores y técnicos militares estadounidenses en las fuerzas del Golfo.
La presencia de fuerzas estadounidenses, explica, limita la capacidad del CCG de actuar de manera independiente, lo que convierte la activación del pacto en algo más simbólico que operativo.
Según Hamdullah Baycar, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Técnica del Mar Negro en Türkiye, la promesa de defensa conjunta tiene un peso simbólico que “podría servir como elemento disuasorio”.
“La oposición pública a la agresión israelí probablemente unirá a las poblaciones del CCG. Sin embargo, las divisiones históricas entre los Estados miembros y las diferentes prioridades políticas de sus líderes sugieren que es más una promesa más retórica que operativa”, dijo a TRT World.
Baycar apunta, como evidencia de la limitación de este compromiso, a la desigual representación de los Estados miembros en la reciente cumbre del CCG en Doha: mientras Qatar, Arabia Saudí y Kuwait enviaron a sus máximas autoridades, EAU, Bahréin y Omán enviaron delegados de menor nivel, lo que refleja cierta reticencia a asumir plenamente una acción militar colectiva, explica.
Los Acuerdo de Abraham y la fracturas en unidad del CCG
La activación del pacto de defensa conjunta llega en un momento en el que los miembros del CCG mantienen posturas dispares hacia Israel.
EAU y Bahréin firmaron en 2020 los Acuerdos de Abraham, que buscaban normalizar las relaciones con Israel. No obstante, han mostrado pocas señales de reconsiderar sus lazos con Tel Aviv, lo que complica la capacidad del CCG de presentar un frente unificado frente a la agresión israelí.
“A menos que Bahréin y los EAU retiren a sus embajadores o rebajen el nivel de sus relaciones diplomáticas con Tel Aviv, no veo cambios en la solidez de los Acuerdos de Abraham”, afirma Kamrava.
Argumenta que la normalización con Arabia Saudí, un posible eje central para un acercamiento árabe-israelí más amplio, ha retrocedido aún más tras el ataque del 9 de septiembre en Doha.
Además, Baycar coincide en que las diferencias políticas entre los Estados miembros podrían reducir las expectativas de una acción coordinada contra Tel Aviv.
“La participación continua de Bahréin y EAU en los Acuerdos de Abraham, sin ninguna señal de reconsiderar su cooperación con Israel, evidencia las limitaciones para una acción militar colectiva genuina”, señala.
La dependencia del CCG de Estados Unidos para su seguridad complica aún más la activación del pacto de defensa.
Aboueldahab señala que el pacto de defensa en sí mismo probablemente no alterará la relación de larga data de Qatar con Estados Unidos, que sigue siendo un pilar de la seguridad en el Golfo.
Dado que EE.UU. sigue siendo su principal garante de seguridad, es probable que los Estados del Golfo, incluidos los EAU, recurran a Washington, para que cumpla sus compromisos de seguridad en caso de otro ataque israelí, señala Baycar.
Esta dependencia, subraya, limita la capacidad del CCG para actuar de manera autónoma. “Todos los miembros del CCG otorgan una importancia especial a su seguridad, y cualquier agresión que amenace su supervivencia obligaría a responder”, afirma.
“Al mismo tiempo, estos acontecimientos podrían impulsar los esfuerzos del CCG para diversificar sus acuerdos de seguridad y reducir la dependencia de una sola potencia externa”, añade.
